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Álvaro Urquijo: "Ni yo daba un duro por mí como líder de Los Secretos"

El próximo domingo, cuando se cumplen 20 años de la desaparición de Enrique Urquijo, estará al frente de un concierto benéfico y homenaje a su hermano en el WiZink Center

Álvaro Urquijo, en el estudio de su casa.
Álvaro Urquijo, en el estudio de su casa.Pablo Monge
Paz Álvarez

Comienza hablando de paneles solares, de conciencia medioambiental, de temas científicos y de la sostenibilidad de su casa, construida hace 16 años a las afueras de Madrid y donde también tiene su estudio de música. Es una de sus grandes aficiones, ya que, según asegura, “en la física está la respuesta del universo”. La música dejó hace tiempo de ser un entretenimiento para Álvaro Urquijo (Madrid, 1962) para convertirse en el centro de su vida. Su historia profesional es un relato de superación continua, aunque ahora vive un momento álgido. Precisamente, la noche del 17 de noviembre, Los Secretos ofrecerán un concierto benéfico en homenaje a Enrique Urquijo, Desde que no nos vemos, con motivo del 20 aniversario de su muerte, y en el que participarán además distintos artistas. Entre ellos, Miguel Ríos, Alejo Stivel, Mikel Erentxun, entre otros. Todos los beneficios recaudados en el festival irán destinados a las ONG Cirugía Turkana y Cris contra el cáncer.

R. Sin buscarlo se convirtió en el líder de la banda.
R. Ha sido un camino cuesta arriba, sin pretensiones y con mucha humildad. Lo que hicimos, cuando no nos quedó más remedio después de la muerte de mi hermano, fue ver si podíamos reunir a gente como lo hacíamos antes, ver si éramos patéticos, pero sobre todo tuvimos que reaprender lo aprendido. Yo no había cantado nunca en el grupo, y en esa transformación dejé a un segundo plano la guitarra, porque lo más importante en aquel momento era la voz. Luego recuperé la guitarra. Tardé unos cinco años en sentirme seguro de mí mismo, y ahí seguimos, con aplomo y reconociendo nuestras limitaciones. Ni yo mismo daba un duro por mí. Hemos tenido siempre mucha suerte. No nos hemos vendido a ningún estilo por la ambición del dinero, siempre nos hemos movido en nuestro ámbito, aunque entiendo a aquellos que cambian. Nunca hemos tenido necesidad de saltar de una cosa a otra.
R. Tal vez, por esa educación musical previa que tenían.
R. Escuchábamos en casa todo tipo de música, desde sinfónica, country, folk, de todo. Cuando formamos nuestro grupo, cogimos un poco de todo. Eso nos dio seguridad y también nos llevó a la ruina. Empezamos y todo iba muy bien, pero cuando grabamos el tercer disco, compaginábamos las giras, las entrevistas y no teníamos tiempo para componer. Hicimos un disco de corte americanoide, una mezcla de pop-rock, y la discográfica nos echó a la calle. No éramos vendedores ni lo somos ahora. Tampoco formamos parte de ningún colectivo musical. Tampoco íbamos vestidos acorde a ninguna moda. Recuerdo que fuimos una vez, con otros grupos, al Un, dos, tres para un programa sobre la Movida, y Chicho Ibáñez Serrador cuando nos vio, empezó a gritar que por qué no estábamos vestidos. Le dijimos que siempre íbamos con ropa normal, con vaqueros, con las John Smith, éramos un bicho raro porque no pertenecíamos a ninguna tribu.
R. Se han sobrepuesto a varias desgracias.
R. La primera vez, cuando estábamos empezando, murió Canito [músico con el que habían formado el grupo Tos] en accidente de tráfico, y la suerte nos trajo a Pedro Díaz, lo que fue un avance exponencial, ya que en solo tres meses se adaptó al grupo, en el que siempre buscamos la dualidad de cantante. Por desgracia, Pedro también falleció en otro accidente en 1984. Además, ese año la discográfica no echó a la calle, y tuvimos que volver a empezar de cero. Hasta que en el año 2000 falleció mi hermano. Las desgracias nos han llevado a levantarnos y a tener que estar siempre con el mono de trabajo. Cuando decido que tenemos que continuar, lo hago para generar derechos autor y lograr ingresos para mi sobrina María, que para mí es una hija, que tenía cuatro años y estaba hasta arriba con deudas. También tenía la necesidad de poner en su sitio la imagen de mi hermano, que empezó a valorarse musicalmente cuando ya no estaba. Ha sido muy impactante ver que tiene el lugar que tenía que tener.
R. ¿Ya han ajustado cuentas con el pasado?
R. Hoy, no es necesario tener discográfica, tampoco se venden discos, puedes grabar tu música y colgarla en la red. Cuando te ves en la calle es síntoma de que no has hecho bien las cosas. Siempre hemos tenido la sensación de ruina y de fracaso. En la segunda etapa, aprendimos de nuestros errores, nos dimos cuenta de que el mundo había cambiado y que tenía sentido lo que hacíamos. Nuestra mejor etapa fue de 1989 a 1995, tengo un buenísimo recuerdo de esa época, en la que ya no éramos teloneros de nadie, tocábamos canciones de varias épocas, y sabíamos que la base de nuestro éxito era la canción bonita y fácil. Ahora estamos en el mejor momento, nos respeta el público, los compañeros, la crítica, los medios...                                                                                           
R. ¿Cómo se reparten las tareas en la banda?
R. Lo importante es no ser un líder mandón. La magia de la banda, le pasa a The Beatles y a The Rolling Stones, es la mezcla exacta. Y se ha demostrado que músicos que funcionan en grupo, luego no han sido tan virtuosos en solitario. No se trata de delegar, sino de trabajar juntos. Sabemos aunar una canción, hacerla sonar para que antes de que entre la voz ya se sepa que es de Los Secretos. Eso es mérito de Enrique, autor de varias obras de arte y creador de la esencia de la banda, que luego hemos sabido llevarla de manera efectiva.                                                                   
R. ¿Cómo controlan los egos?
R. Nunca nos hemos peleado por el ego, porque siempre hemos sido como hermanos, de esos que se hacen putadas, pero luego se abrazan. Hemos tenido tanta desgracia, tanto varapalo, hemos tenido que partir de cero tantas veces, que solo ha existido la lucha, el agradecimiento. Un grupo que reconoce su papel funciona mejor que los líderes. A mí me han empujado las circunstancias delante de un micrófono. Los egos, cuando te has tambaleado tantas veces, hay que tenerlos en su sitio. Lo único que queremos es agradar al público. 
R. ¿Es la música en vivo la principal fuente de ingresos ahora de los músicos?
R. Nos hemos tenido que reinventar. La tecnología siempre ha estado ligada a la música desde el primer gramófono, pero ahora la ha transformado por completo, además con el soporte de dispositivos diversos. Hay que asumir el devenir tecnológico. Echo de menos cuando en los años 90 trabajaba de mayo a octubre, y el resto del tiempo lo dedicaba a componer. De Los Secretos vivimos 15 familias y tenemos que trabajar todos los meses.
R. ¿La piratería ha trastocado la industria musical?
R. La gente no sabe si paga por la música que consume, pero si por el operador. Ni Facebook, ni Instagram, ni Google, ni YouTube consideran que haya que pagar derechos de autor. Hay plataformas, como Spotify o Apple, que dan ese servicio legalmente. Nos consolamos con el directo. Ahora por cuatro millones de streaming se recaudan 500 euros, mientras que antes por cuatro millones de tocadas en radio recibías un millón de euros y reconocimiento global. Por ejemplo, un negocio de peluquería paga la luz, paga los recibos, pero no paga la música que pone en el salón. Y, además, se quejan si tienen que pagarle a la SGAE (La Sociedad General de Autores), consideran que es un robo. La música cuesta pagarla, y no entienden que el ocio hace que nuestra vida, en general, sea menos fastidiosa. En los debates políticos nos se habla de cultura. Y un país que no habla de eso es un país pobre.
R. La SGAE tampoco ha ayudado generando divisiones y polémicas por el canon.
R. El problema no es de la SGAE sino de la gente que intenta evitar pagar dinero a la SGAE e intenta intoxicar sobre ella. Convences a músicos con menos derechos de autor, porque no tienen una gran carrera, y entra en juego la televisión, se emite esa música y las cadenas son el principal benefactor de la SGAE. A un músico, que no ha triunfado, se le da dinero por su obra, en connivencia con la televisión. El Ministerio de Cultura debería tomar cartas en el asunto, porque la música es economía. Antes, exportábamos música y ahora solo importamos música latinoamericana y americana. Debería haber mayor proteccionismo.                                                                             
R. ¿Son un grupo caro?                                                                                                                         
R. No somos caros y somos rentables. Nunca hemos tenido un caché prohibitivo. Tocamos en todos los sitios que nos proponen, damos conciertos privados y seleccionamos aquellos sitios en los que queremos estar. Se puede hacer un trabajo ajustándote a un criterio, sin tener que poner  un precio abusivo de las entradas. También sabemos que no podemos hacer un WiZik Center todos los años. Nos estamos centrando en abrir el mercado en América, vamos a Lima, a México, a hacer conciertos. Tenemos un buen público, muy fiel.                                          
R.  ¿Cómo ve el futuro?
R. Hace 41 años, nos preguntaron en la primera entrevista que nos hicieron en la radio si nos veíamos en la música, mi hermano y yo respondimos al unísono que no, que no iba a ser posible. Mi padre, al principio, nos influyó en la música que a él le gustaba, pero luego nos puso impedimentos. Tuvimos que hacer dos giras para poder comprar un equipo propio. Ahora, cualquier chaval tiene muchas más facilidades de las que teníamos nosotros. Casos como Rosalía están bien y sus canciones lo mismo, pero que no tienen complejidad porque tienen una base tecnológica, y antes todo era más analógico y más humano. Si quitas la tecnología, la capacidad para crear es más limitada. Lo hemos visto ahora en los MTV Awards, que se han celebrado en Sevilla, donde aparecían artistas sin música. Yo soy de la escuela de que un grupo tiene que tener batería, bajo, guitarra... Que el armazón sea humano tiene un valor añadido, y si quitas esa tecnología te quedas en bolas.                                                                                                                                                 
R. ¿Cual es su canción preferida de Los Secretos?
R. No sé si tengo una canción preferida, pero en el año 1995 publicamos Dos caras distintas, un disco que no se vendió, ya que teníamos mucha competencia. Ni sonó en la radio ni fue un éxito, y tuvimos esa sensación de fracaso por no llegar a la gente, y hasta nos planteábamos no tocar el disco en directo. En ese disco estaba 'Pero a tu lado', una canción condenada al ostracismo. Y sin que nadie hiciera nada, salvo que la gente la escuchaba en los bares o en el coche, tuvo una vida más allá del circuito comercial. Tengo mucho apego a esa canción, es la más emblemática y tiene millones de visitas.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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