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AHORRO

¿Ahorrar para invertir o invertir para ahorrar?

Poner nuestro dinero a ‘trabajar’ desde el primer euro nos ayudará a conseguir el ahorro que necesitamos

Es muy frecuente, cuando se recomienda a una persona invertir el dinero para rentabilizarlo y así conseguir más fácilmente nuestros objetivos financieros, escuchar la excusa de que “no puede invertir, porque no consigo ahorrar”. Lo que nos lleva a preguntarnos qué fue primero, si la gallina o el huevo. Y también a plantear que, por poco que se pueda destinar cada mes a invertir, esa acción será la que impulse nuestro ahorro. Es cuestión de poner un poco de perspectiva y entender la relación entre riesgo, emociones e inversiones. La excesiva cautela puede resultar un lastre.

Para empezar, hay que tener claras las diferencias entre ahorrar e invertir y cómo ambas se complementan. Y es importante también conocer que las inversiones conllevan ciertos riesgos, de la misma forma que no invertir y depositar el dinero en una cuenta que no dé rentabilidad también tiene otros riesgos. Así, habrá una cantidad de dinero que debamos simplemente ahorrar y otra que podamos invertir, en función de nuestras posibilidades, necesidades y objetivos.

Volviendo a la pega de “no invierto porque no consigo ahorrar”, cabe destacar que invertir, aunque sea en cantidades muy pequeñas, nos puede proporcionar un beneficio importante en el medio y largo plazo, siempre que seamos constantes y elijamos bien las opciones a nuestra disposición. La clave es plantear bien la estrategia y considerar que este dinero que queremos invertir para conseguir el ahorro que necesitamos debe ser como un recibo más, tener un compromiso con nuestro plan y crear el hábito.

La clave podría ser establecer diferentes acciones para distintos objetivos: evidentemente, no podemos invertir (y asumir riesgo) todo euro que nos sobre; siempre conviene tener una reserva para gastos (imprevistos o no) del corto plazo. Pero, ¿qué pasa si nunca conseguimos tener ese fondo/hucha para emergencias en el nivel que deseamos? ¿Posponemos la inversión? Correríamos el riesgo de que acabara pospuesta indefinidamente, que retrasásemos nuestro plan varios años, con el efecto que eso tendría sobre la cantidad final que conseguiríamos.

El efecto de invertir desde el primer euro

De hecho, la diferencia entre empezar a ahorrar ahora o dentro de 10 años es importante: imaginemos un joven de 24 años que cree que debería empezar a ahorrar ahora. Por un lado, piensa que puede ayudarle en el futuro, pero, por otro, considera que, en realidad, no le sobra dinero a final de mes.

Más allá de cuestionar si realmente no le sobra o si se lo está gastando priorizando el corto plazo frente al largo plazo (es algo que nos pasa a todas las personas, es como funciona nuestra mente), si empieza invirtiendo desde hoy 150 euros al mes y lo hace durante diez años, habrá “ahorrado” en esa década 18.000 euros, habiéndolo invertido desde el primer mes en una cartera que le dé un 6% de rentabilidad anual, tendrá gracias al efecto del interés compuesto un ahorro para, por ejemplo, la jubilación de más de 182.000 euros. Evidentemente, si continúa invirtiendo de forma periódica durante toda su carrera laboral y no solo durante los diez primeros años, el efecto es espectacular: conseguirá casi 302.000 euros con una cantidad que, en principio, puede parecer modesta.

En cambio, si esta misma persona retrasa la decisión de invertir hasta dentro de 10 años, porque cree que cuando tenga 34 años sí va a poder ahorrar, y desde los 34 a los 67 años invierte todos los meses 150 euros en una cartera que también le dé un 6%, conseguirá al final algo más de 198.000 euros.

Es decir, en el primer caso aportando 18.000 euros consigue una ganancia neta de 164.000 euros y en el segundo, tiene que hacer mayor esfuerzo de ahorro (quitándose el dinero de otras cosas) y aporta 61.200 euros, con lo que obtiene una ganancia neta de 137.600 euros. Hace mayor esfuerzo, pero la ganancia es menor.

Invertir, un recibo más

Con esto en mente, tal vez podríamos destinar cada vez que cobremos, una pequeña cantidad a invertir -y hoy en día tenemos opciones de inversión accesibles desde cantidades modestas- y otra cantidad a nuestra hucha de emergencias, de la misma forma que cada mes pagamos el gimnasio o el recibo de la luz. De esta forma, iríamos rentabilizando nuestro dinero desde el primer euro y mes a mes, año a año, aunque fuera con cantidades reducidas, iríamos incrementando nuestro capital.

En este sentido, por ejemplo, elegir en fondos de inversión nos permite, con cantidades reducidas ir construyendo nuestro capital para objetivo futuros, con acceso a una gestión profesional y nos permiten tener una cartera diversificada por zonas geográficas, estilos de gestión, distribución de activos, sectores, etc.

El presentador, autor y empresario -y gurú de las finanzas, como lo ha llamado algún medio- Dave Ramsey dice que el dinero se mueve de las personas que no lo gestionan a las que sí lo hacen. Volviendo al principio, ¿no invertimos porque no conseguimos ahorrar o no logramos el ahorro que necesitamos porque no invertimos?

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