La agroindustria, víctima colateral de la guerra comercial
Los aranceles de EE UU por las ayudas europeas a Airbus pueden sumir al sector en una profunda crisis
A la amenaza de recesión económica, el Brexit y la incertidumbre política se han sumado los aranceles de la Administración Trump por las ayudas europeas a Airbus, que entraron en vigor el viernes y toman como rehén al sector agroalimentario español.
La hipocresía parece regir en las relaciones comerciales entre la Unión Europea y los Estados Unidos, especialmente en lo que se refiere al sector aeronáutico. Las ayudas destinadas por ambos a las grandes empresas del sector, Airbus y Boeing, son usadas como arma arrojadiza aunque ambas potencias pequen de lo mismo. Y así, con el auspicio de la Organización Mundial de Comercio, Estados Unidos ha impuesto aranceles comerciales por las ayudas a Airbus, mientras que la Unión Europea se guarda en la manga aplicar otra resolución de la misma entidad el año que viene, y con similares características por las ayudas del estado norteamericano a Boeing.
Por otro lado no deja de ser curioso que, en esta ocasión, la administración Trump justifique su política de penalización a productos europeos en un pronunciamiento de la OMC, cuando a vista de todos está que sus líneas de actuación hasta el momento han pasado por encima de este tipo de organismos, obviándolos incluso, como fue el caso del aluminio y el acero europeos o las aceitunas negras españolas, cuyos aranceles fueron impuestos unilateralmente sin necesidad de que nadie los respaldase.
Sin duda, algo se está haciendo mal en las bases de partida de las relaciones comerciales entre ambas potencias y quizás sería necesario redefinirlas para no llegar a situaciones tan absurdas como la que ahora nos amenaza.
Y es que, a pesar de que el epicentro de la tormenta está en el sector aeronáutico, Estados Unidos solo lo castiga con unos aranceles del 10%, mientras que un convidado de piedra en toda esta historia, como es el sector agroalimentario, se ve castigado con unos aranceles del 25%.
De acuerdo que Estados Unidos, respaldado por la OMC, tiene potestad de aplicar los aranceles como quiera, pero ¿acaso su carga contra los productos agroalimentarios no tiene un punto esquizofrénico? ¿acaso el sector aeronáutico no es la excusa para arremeter contra el sector agrario y alimentario?, ¿acaso no tendrá que ver que buena parte de la base de votos de Trump proviene del medio rural norteamericano y concretamente de esos sectores?
Sea cual sea la respuesta a esa preguntas lo cierto es que desde el viernes la agroalimentación española puede verse inmersa, y nunca mejor dicho, sin comerlo ni beberlo, en una grave crisis de inciertas consecuencias cuyo impacto económico el Ministerio de Comercio ha cifrado en 1.000 millones de euros. Y tristemente hay que recordar que llueve sobre mojado y, como siempre, finalmente volverá a golpear con más fuerza a sus víctimas colaterales: las trabajadoras y trabajadores.
Los aranceles van a tener un impacto directo en el empleo, tanto en las empresas que se dedican estos menesteres como en aquellas que prestan servicios auxiliares. Pero el daño económico no acaba aquí, no solo van a perjudicar gravemente a nuestros sectores, sino que van a beneficiar a nuestros principales competidores en el mercado norteamericano, Italia y Grecia, dejando en desventaja nuestros productos y echando por tierra todo el esfuerzo exportador realizado hasta el momento.
La realidad se impone con contundente tozudez, y no entiende de esperas ni de resultados de las nuevas elecciones en España. Esta puede ser una oportunidad para que la clase política española demuestre estar a la altura de las circunstancias, para que de una vez por todas se ponga a bogar en la misma dirección con una respuesta contundente y sin fisuras ante estos ataques.
Desde nuestra organización no podemos consentir que la agroindustria y sus trabajadores y trabajadoras se sitúen en el fuego cruzado de las guerras comerciales, convirtiéndose en moneda de cambio en función de arcanos intereses. Por ello exigimos al Gobierno en funciones que lidere una defensa contundente de nuestro sector agroalimentario en el marco de la Unión Europea y esta articule una respuesta adecuada y proporcionada a los ataques del presidente Trump.
No se pueden cerrar las heridas solo con tiritas, por ello consideramos insuficiente el anuncio realizado por el presidente en funciones, Pedro Sánchez, de reducir las peonadas necesarias para acceder al subsidio o renta agraria como paliativo de la incidencia de los aranceles en el empleo en el campo. Es necesario que el Gobierno en funciones acometa además las medidas necesarias para acabar con las bolsas de fraude que afectan a los trabajadores y trabajadoras del sector y para dignificar el empleo agrario.
Es evidente lo mejor para todos sería una solución amistosa de esta disputa que eliminase los aranceles. Es el momento de elevar y potenciar nuestras reivindicaciones a Europa para que sean tenidas en cuenta en las negociaciones, por ello pedimos generosidad a todos los partidos políticos para que nuestra voz llegue clara y nítida a las instituciones europeas, más allá de los intereses partidistas a los que tristemente nos tienen acostumbrados.
La estabilidad de la agroalimentación española, de sus trabajadores y trabajadoras y de nuestra economía en general está en juego, y es tarea de todos actuar con responsabilidad. Nosotros lo haremos, pero también lo exigiremos.
Pedro Luis Hojas Cancho es Secretario General de UGT FICA