Dia cumple un año de su mayor crisis pendiente de depurar responsabilidades legales
Hace un año anunció la revisión de sus cuentas que destapó prácticas irregulares
Un hecho relevante enviado a la CNMV a las 13:56 horas de un día como hoy, 15 de octubre, pero del año pasado, cambió la historia de Dia. En él, el grupo de supermercados detallaba que había acometido un “proceso de revisión” de sus estados financieros que afectaba, por un lado, a las estimaciones de resultados para el cierre del ejercicio, y por otro, a las cuentas de 2017, con una merma patrimonial de 53 millones en España.
Un profit warning que hundió la acción un 40% aquel día y que desembocó toda una catarsis que mantiene a la compañía en el momento más delicado de su historia. Las consecuencias sobre el negocio son conocidas: Dia cerró 2018 con unas pérdidas de 352 millones que le hicieron entrar en causa de disolución, y que aumentaron a 418 millones en el primer semestre de 2019; las ventas han caído en picado, el número de tiendas se ha reducido en 600 y la acción ha perdido el 75% del valor, castigando a miles de inversores. Entre medias un ERE a 1.600 trabajadores, tres consejeros delegados y un conflicto accionarial que acabó con la toma de control de Letterone tras una opa a 0,67 euros por acción, y que permitió la recapitalización de la empresa tras una negociación al límite con los bancos.
Pero aquel hecho relevante también destapó un modus operandi instalado durante años en su gestión financiera. Tanto la compañía como su auditor, KPMG, hablaban en las cuentas de 2018 de “prácticas contables irregulares, llevadas a cabo por determinados empleados y altos directivos de España y Brasil, eludiendo los controles internos establecidos por el grupo”, con el fin de “incrementar de forma artificial el margen comercial”.
Estimaciones hinchadas en los descuentos comerciales a percibir de proveedores, o facturas registradas a destiempo o de forma irregular eran algunas de esas prácticas, ocultadas a accionistas, auditor y al consejo, que también alcanzaron a su negocio brasileño, como destapó un informe forense encargado a EY y cuya existencia adelantó CincoDías.
En él se ponía de manifiesto la existencia de correos electrónicos entre los investigados que revelarían la intención de sus remitentes de ocultar información de forma deliberada, como también que no existieron salidas de caja no registradas. En el radar de todo este proceso se situaban los ex consejeros delegados Ricardo Currás y Antonio Coto. El primero fue el máximo responsable de la gestión de la compañía durante siete años, hasta agosto de 2018, justo antes del terremoto que azotó a la compañía en octubre. El segundo fue durante varios años responsable del negocio en Brasil y Argentina. También salieron de la empresa Freddy Wu, durante siete años consejero delegado de Dia en Brasil, y Amando Sánchez, director corporativo y máximo responsable del ámbito financiero de la compañía durante la etapa de Currás.
Investigación
El anterior consejo de administración de Dia, con Borja de la Cierva como consejero delegado, llevó el caso a la Fiscalía Anticorrupción en febrero pasado, aportando el informe forense de EY y sus conclusiones.
Con ello se abría la vertiente judicial de la crisis de Dia que el actual consejo de la compañía, ya controlado por Letterone, no ha tenido ni tiene intención de frenar. La compañía sigue a la espera de conocer las conclusiones de la fiscalía anticorrupción, que todavía no ha notificado ningún tipo de avance en su investigación desde que Dia le trasladara el informe de EY. Las fuentes consultadas explican que los tiempos están ajustados a lo que sucede en causas de esta naturaleza.
De todo ese proceso, y según los hallazgos que resulten de la investigación de la fiscalía, podrían llegar a desencadenarse consecuencias penales. Algo para lo que todavía deberá pasar el tiempo, el que no ha perdido Letterone para hacer borrón y cuenta nueva respecto al anterior equipo gestor.
La bicefalia que forman Stephan Ducharme, como presidente del consejo y hombre fuerte del fondo fundado por el magnate ruso Mijail Fridman, y el consejero delegado Karl-Heinz Holland, han dado la vuelta al consejo de administración, del que solo ha sobrevivido Jaime García Legaz, y al comité directivo de Dia, que un año después del inicio de su crisis tiene un marcado acento alemán.
Ejecutivos como Faustino Domínguez, director ejecutivo del negocio en España; Miguel Ángel Iglesias, ex director jurídico; Alfonso Torres, nombrado director comercial en diciembre de 2018; María Miralles, ex directora de transformación, o Damián Dircie, nombrado en enero pasado consejero delegado en Argentina, son algunas de las figuras que han salido de la compañía desde que los hombres de Fridman tomaran los puestos de control de la compañía. Del comité de dirección previo a la opa de Letterone solo sobreviven Enrique Weickert, director financiero, Pedro Barsanti, responsable de IT, ambos incorporados por el consejo anterior; y Alejandro Grande, director de recursos humanos del grupo. Todos ellos son los encargados de comprobar si Dia puede tener una segunda oportunidad.