_
_
_
_

Patricio Martínez: “La arquitectura tiene que ser útil antes que bella”

Dirige un despacho fundado e 2006 y especializado en el sector hospitalario

MARTA JORDI
Pablo Sempere

Se conocen desde el colegio, son amigos de la infancia, estudiaron Arquitectura a la par en la Universidad Politécnica de Cataluña y ahora dirigen el estudio que fundaron en un amplio y luminoso bajo de Barcelona. PMMT, las siglas de Patricio Martínez (Madrid, 1970) y Máxim Torruella, nació en 2006, cuando los dos socios decidieron probar carrera en solitario y en común tras sendas experiencias por separado en diferentes empresas. Se centraron en el sector hospitalario, “de donde yo venía, y ahora es nuestra especialidad”, explica Martínez.

Este no es un estudio al uso. Quizá porque, antes que la belleza y la elegancia, los diseños y espacios buscan ser funcionales y resolver problemas. “No investigamos cosas bonitas, sino impedimentos, trabas, obstáculos... Hacemos lo que la arquitectura tradicional no contempla”. Así, sus proyectos incluyen planes de accesibilidad en edificios, “y no solo para sillas de ruedas, también para gente ciega, sorda, anciana o incluso grande”. También se contemplan hospitales que se construyen en la mitad de tiempo que los convencionales, clínicas, centros de salud y viviendas bioclimáticas. Y proyectos de accesibilidad para estadios de fútbol y otros espacios, que les ha llevado a auditar los accesos del mismo Camp Nou. Por último, han analizado y definido cómo afectan a la calidad y la salud del ser humano cientos de materiales y elementos comúnmente utilizados en las construcciones.

Más información
Los grandes arquitectos quieren la cerámica española
Carme Pinós: “Hemos regalado nuestras ciudades al turismo y al dinero”

Martínez define esta visión como arquitectura botijo. “Entendemos que, grosso modo, hay dos tipos de arquitectura”, resume. Por un lado, la representada en el jarrón ming, que es bonito, delicado, caro, decorativo... Y por otro la representada en el botijo, que es anónimo, tosco, de cerámica y funcional. “Está bien que la arquitectura sea armónica, pero en los últimos tiempos ha tirado más al jarrón que al botijo. La arquitectura tiene que ser útil y funcional antes que bella y espectacular”.

Lo del botijo va muy en serio. Esta filosofía está escenificada en las cerca de 60 de estas piezas que hay diseminadas alrededor de toda la oficina de PMMT, llegadas de varios países del mundo. “Estamos acostumbrados al botijo de aquí, pero hay multitud de diseños similares en otras zonas. Por eso, cuando alguien del equipo viaja a otra región, muchas veces trae un botijo para añadir a la colección y seguir decorando el espacio”. La oficina es amplia, diáfana y solo cuenta con una cantina y algunas salas cerradas en las que mantener reuniones y conversaciones privadas. También con una habitación del silencio. El resto del espacio está reservado para los empleados, que trabajan en amplias mesas comunes. Se encuentra cerca del Parque de la Ciudadela, en un edificio que se asemeja a una corrala, y en el que tienen su sede diferentes compañías.

Esta configuración del espacio tampoco es casual, y es que en PMMT viven de lleno lo que llaman inteligencia colectiva, un método de participación grupal con el que consiguen diferenciarse, asegura, del resto de estudios de arquitectura. En la plantilla trabajan alrededor de 45 personas, “y cada una dedica dos horas a la semana a opinar sobre diferentes proyectos. Por ejemplo, qué les gustaría encontrar en la sala de espera o en las habitaciones de un hospital para que sean menos frías. O cómo debería ser la mesa del doctor para que la relación entre paciente y médico sea más humana, sin que haya una barrera de por medio”, prosigue Martínez. Es una manera, afirma, de humanizar unos espacios a los que les falta ese toque, para que el paciente viva una situación menos traumática. “Las buenas ideas salen gracias a la colaboración grupal”.

En 2018 la empresa facturó en torno a 3 millones de euros, de los que cerca de un 30% se destinan a la innovación y a hacer realidad todas estas ideas. Por lo pronto, cuenta Martínez, la acogida en el sector sanitario ha sido mucho mejor de la esperada: “Pensábamos que con esta filosofía no ganaríamos nada, pero no ha sido así. Al final, buscamos soluciones que nadie más piensa, y eso llama la atención tanto o más que un diseño espectacular e impresionante”.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

Archivado En

_
_