Disrupción financiera para crear valor
Aunque el riesgo cero no existe, el mayor de los riesgos es siempre no innovar
A menudo resulta complicado hacer las cosas de una forma diferente a como lo hace la mayoría. Tras la normalización de la situación económica, una vez superado lo peor de la crisis del año 2008, la mayoría de las empresas de gestión de patrimonios volvió a construir las carteras de sus clientes únicamente con activos financieros tradicionales.
El tremendo impacto que tuvo el colapso de la industria inmobiliaria alejó a inversores y gestores de los activos en los que habían confiado hasta hacía no mucho tiempo y los empujó a refugiarse en otros que, años después, no solo no han generado un retorno satisfactorio, sino que adicionalmente han generado una enorme sensación de apatía al inversor.
En este proceso de estabilización de los mercados, en el que la incertidumbre seguía estando muy presente entre los gestores y los inversores intentaban recuperar la confianza tras la mayor crisis financiera en casi un siglo, no resultaba fácil ser disruptivo.
Aumentar el peso de los activos reales y de los activos financieros alternativos en las carteras de los clientes es, sin duda, un ejercicio de innovación. Y aunque el riesgo cero no existe, el mayor de los riesgos es siempre no innovar. Pero para disminuir esos riesgos y aprovechar las oportunidades resulta fundamental contar con una estrategia que siempre ha de estar centrada en crear valor para los inversores.
Esa creación de valor se sustenta en una tarea que deben llevar a cabo los asesores financieros realmente independientes y que trabajen para ese patrimonio o familia empresaria. Entre las funciones que se desarrollan está la de establecer planes estratégicos a largo plazo para inversores o construir carteras con un modelo robusto basado en factores de riesgo.
La oportunidad a partir del 2010 estuvo en plantear una estrategia sin límites en la tipología de activos, incluyendo activos financieros tradicionales, inversiones alternativas e inversiones en activos reales.
Desde 2013, con Mifid II, el contexto regulatorio se ha visto modificado sustancialmente, lo que ha supuesto una auténtica revolución en términos de transparencia. Ahora, por obligación, cualquier entidad debe informar a su cliente del coste de cualquier servicio. Así, aquellas firmas que hasta este momento no lo hacían, tendrán que poner en valor ante sus clientes la labor de asesoramiento y gestión financiera.
Frente a las empresas que deben ahora poner en valor este asesoramiento, otras aportan la experiencia de llevar años realizando esta práctica. No porque sea un requerimiento legal, sino porque ese asesoramiento forma parte de la forma de crear valor.
Este año 2019 ha confirmado la tendencia por los activos reales, pero el mercado es un sistema vivo y es necesario continuar analizando qué está por venir. Y por todo ello es imprescindible contar con asesoramiento que ayude al inversor a interpretar un mercado complejo y evitar dejarse llevar por tendencias.
Íñigo Susaeta es Socio Director General de Arcano Family Office