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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una CNMV sin las manos atadas para gestionar su personal

Es razonable devolver al supervisor parte de la autonomía que ha ido perdiendo en este ámbito en los últimos años

CINCO DÍAS

El presidente de la CNMV, Sebastián Albella, reclamó ayer en el Congreso de los Diputados, con ocasión de la presentación del informe anual 2018 de la institución, que se conceda al supervisor de los mercados más independencia y mayor flexibilidad para gestionar su personal. La petición, que aboga por devolver a la CNMV parte de la autonomía que ha ido perdiendo en este ámbito en los últimos años, propone recuperar el modelo que se planteó inicialmente en 1988: un ente bien dotado, capaz de atraer y retener talento especializado para vigilar unos mercados cada vez más complejos y a unas entidades integradas por profesionales bien pagados y de alto nivel técnico. Para acometer esa tarea, como recordó Albella, se estableció que el personal de la CNMV sería de carácter laboral y que el organismo disfrutaría de un nivel de flexibilidad en la gestión de su plantilla equiparable al que posee el Banco de España. Ello no implicaba eludir controles de gasto, pero sí disponer de mayor margen de actuación en la gestión de los recursos humanos.

 Las demandas de Albella, que describió con elocuencia el estrecho corsé administrativo que supone para la CNMV tener que solicitar autorizaciones a Hacienda para adoptar la más mínima decisión de promoción o retribución a sus profesionales, parecen equilibradas, razonables y en consonancia con las necesidades de un organismo que debe actuar con agilidad, transparencia y alta eficiencia técnica en unos mercados que mutan rápidamente. Como todo organismo del Estado, la CNMV está sometida a un control presupuestario y sus decisiones de gasto no pueden ser en ningún caso excesivas o arbitrarias, pero esa vigilancia no tiene por qué basarse en un régimen de autorizaciones previas que ralentizan –cuando no impiden– una gestión adecuada del personal. Tampoco parece justificado privar al supervisor de la posibilidad de cubrir sus vacantes directamente en el mercado, en lugar de someterse a las convocatorias de ofertas públicas de empleo, especialmente cuando sus trabajadores son tentados frecuentemente con ofertas del sector privado. Frente a un Banco de España que cuenta con unos 3.000 profesionales, la CNMV dispone hoy de apenas 450. Si el modelo de supervisión español avanza, tal y como se ha vuelto a plantear recientemente, hacia un perfil twin peaks –que supondrá asignar a la CNMV más competencias de las que ahora dispone– parece razonable reforzar la independencia y la flexibilidad de gestión del personal del organismo.

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