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Ana Santos: “El videojuego tiene un importante valor histórico y cultural”

Lleva seis años al frente de la BNE y una de sus principales preocupaciones es acercar esta institución a la ciudadanía

Se ha pasado media vida en una biblioteca. Comenzó su trayectoria profesional en la Universidad de Zaragoza, donde se licenció en Geografía e Historia, para pasar, un año más tarde, a los archivos de la Universidad Complutense de Madrid, a los que ha consagrado 25 años de su vida. Ahora, Ana Santos Aramburo (Zaragoza, 1957) celebra su sexto aniversario como directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE), un mundo al que se dedica con una gran vocación de servicio público. Gestiona un presupuesto de 29 millones de euros, que considera muy escaso para custodiar los 30 millones de ejemplares que, en sus propias palabras, permiten el acceso libre, democrático y gratuito al conocimiento de cualquier persona. “Todo no está en internet”, recuerda.

R. ¿Es la BNE una institución cercana a la ciudadanía?
R. Estamos trabajando para que lo sea; cuanto más cercana, mejor. Llevamos años intentando que la sociedad perciba que a esta casa puede venir cualquier persona, independientemente de su formación, cualquiera que quiera acceder a las colecciones, por supuesto, pero también que busque aprender de otra manera, que disfrute de las exposiciones, de acudir a los actos culturales... o simplemente turistas que vengan por el valor que tiene esta institución, el organismo cultural más antiguo de España. Su valor es incalculable y debe revertir en forma de beneficio para la sociedad. Cada vez hay más personas que vienen a visitar la BNE y no solo a consultar las colecciones de la sala de lectura.
R. ¿Cómo se ha adaptado la biblioteca al entorno digital?
R. En esto también hemos trabajado mucho. Primero, digitalizando las colecciones, a las que se puede acceder a través de la Biblioteca Digital Hispánica [bibliotecadigitalhispanica.bne.es], donde cada año se descargan millones de documentos desde todas las partes del mundo. También conservando, por mandato legal, una parte de la web española, del dominio .es. Hacemos una recolección al año y guardamos de manera monográfica aquellos contenidos web que, por el motivo que sea, sabemos que van a ser fuentes para la historia en el futuro. Son documentos que tienen un altísimo nivel de evanescencia; si no se guardan, van a desaparecer. Eso también lo conservamos aquí.
R. Ahora se han propuesto custodiar también los videojuegos.
R. En realidad, los videojuegos ingresan desde 2011, aunque tenemos algunos desde los ochenta, por la ley de depósito legal [que obliga a depositar un ejemplar de todo lo que se edita en España en la BNE]. La norma habla de archivos de ordenador o soportes electrónicos editados en España, donde también se engloban los videojuegos. Pero consideramos que es un sector que ha crecido tanto que no solo es una de las principales industrias creativas españolas, sino que tiene un valor histórico y cultural muy importante. Por eso hemos propuesto una reforma de la ley de depósito legal para que se nombre a los videojuegos de manera explícita, para que no solo quien los edite en formato físico sepa que tiene la obligación de depositarlos en la BNE, sino para conservar también los que están en la red. Estamos trabajando con las asociaciones de videojuegos para que nos ayuden y estamos obteniendo respuestas muy positivas.
R. El ritmo de producción cultural es cada vez mayor, ¿hay tiempo para disfrutar de todo lo que se genera?
R. Este es uno de los muchos problemas a los que se enfrenta la sociedad, no solo por la velocidad de producción cultural, sino por la imposibilidad tanto de consumirlo como de asimilarlo. La frontera entre lo que se ha considerado tradicionalmente alta y baja cultura está muy difuminada ahora mismo. Es mucho más fácil poder expresar la capacidad de creación y mucho más sencillo compartirla que antes. La sociedad está respondiendo a esto y nos va a indicar por dónde debe ir el futuro, pero los cambios se producen tan rápido y hay tan poco tiempo para asimilarlos que lo que hay ahora mismo es un alto nivel de incertidumbre.
R. ¿Cuál es el papel de la BNE en este contexto?
R. Tener la capacidad de conservar aquello que el futuro va a demandar. Nosotros trabajamos para el futuro, no para el presente. Para garantizar que dentro de 200 o 300 años se pueda acceder a lo que se está produciendo en España hoy. También para conservar lo que hoy tiene importancia para determinar el valor cultural e histórico de nuestro país. Eso es relativamente sencillo con la edición, de ahí las leyes de depósito legal, que han sido históricamente, desde hace cientos de años, la razón de ser de las bibliotecas nacionales en todo el mundo. Sin embargo, la irrupción de internet, con la fuerza que tiene, cambia el panorama y lo hace mucho más difícil. Ahora, la rapidez y la agilidad en la respuesta es fundamental.
R. Luchó mucho contra las políticas de externalización de personal de la BNE, ¿se ha compensado ya la situación?
R. Se ha compensado bastante; tenemos unas 90 personas externas, frente a las casi 300 que había hace cinco años. Esto se ha compensado con oferta de empleo público, con bibliotecarios, pero no en la misma proporción, así que se suple con el esfuerzo que hace el personal. No es solo una cuestión de coste económico, que también, sino de eficiencia en la gestión de los recursos públicos. Hay que tener en cuenta que la BNE tiene una misión muy clara, y que las personas que trabajan en ella tienen que ser expertas en el tema, debe haber una fidelización con la propia institución. No se pueden formar especialistas en colecciones como incunables y que cambien cada dos años porque pertenezcan a empresas externas.

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