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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El único Brexit realista sigue siendo el no Brexit

Los políticos británicos consideran la revocación como una solución no realista. Pero es exactamente al revés

Un manifestante antibrexit sostiene una pancarta en los alrededores del Parlamento británico, el pasado 4 de septiembre.
Un manifestante antibrexit sostiene una pancarta en los alrededores del Parlamento británico, el pasado 4 de septiembre.Dylan Martinez (Reuters)

Para Boris Johnson, el Brexit es un problema monumental. Gran Bretaña tiene como fecha oficial de salida de la Unión Europea el 31 de octubre, pero aún no se ha encontrado una buena manera de hacerlo. Pase lo que pase, el problema europeo seguirá existiendo. Tres años y dos primeros ministros después de que la campaña de abandono ganara por un estrecho margen un referéndum vagamente redactado, el Reino Unido está más lejos que nunca de un consenso nacional.

La única solución realmente buena requiere una máquina del tiempo para volver atrás y cancelar el referéndum antes de que se convocara. En el mundo real sólo hay más o menos malas maneras de avanzar. Como se demostró en mayo, el compromiso es impopular para ambas partes. Tampoco es muy probable que otro referéndum resuelva el debate. En el fondo, el enfoque menos malo es que el Reino Unido permanezca en la UE revocando su notificación de salida.

Las ventajas son multidimensionales. Para la economía, ni siquiera es complicado. Nunca ha habido una buena razón económica para irse, mientras que hay muchas para quedarse. El mercado único europeo ofrece a las empresas británicas más clientes potenciales y más trabajadores potenciales de los que podrían acceder desde fuera del bloque. También permite una fabricación, investigación y comercialización más eficientes.

La economía en escala también influye en el establecimiento de normas técnicas mundiales, la negociación de acuerdos comerciales y la presión política y económica sobre otros países. Mientras que Estados Unidos tiene la mayor producción económica del mundo, los 28 miembros de la UE producen colectivamente alrededor del 90% de la misma. La economía del Reino Unido, por el contrario, es un 15% relativamente insignificante de la de Estados Unidos. La única duda económica sobre el Brexit es cuánto daño causará y cuánto tiempo durará. El mayor daño provendría de marcharse a las bravas.

El argumento social a favor de la salida de la UE puede ser más fuerte que el económico, pero todavía es difícil entender los supuestos beneficios. Una esperanza parece ser que Gran Bretaña se vuelva más británica después de haber dejado el club europeo.

Eso no va a suceder. El Brexit no tendrá ningún efecto sobre los 5,7 millones de residentes británicos que nacieron en un país no perteneciente a la UE, ni sobre sus familias. En cuanto a los 3,7 millones de residentes británicos que nacieron en otro país de la UE, lo que equivale al 5,7% de la población total, la mayoría de ellos ya son ciudadanos o residentes de larga duración autorizados. Se supone que la gran mayoría se quedará.

Luego está la esperanza de que la salida de la UE permita a la nación recuperar parte de la soberanía perdida. Este literal ondear la bandera es probablemente el argumento más emotivo a favor de Brexit.

Sin embargo, la realidad es mucho más oscura. La soberanía nunca es absoluta, porque las naciones están siempre limitadas por los acuerdos internacionales y la presión económica y política de vecinos y rivales. La pertenencia a la UE refuerza la genuina soberanía del Reino Unido, al ayudar al país a resistir la presión de países como China y los Estados Unidos, a expensas de la toma de decisiones conjunta con Alemania y Francia. Además, las normas de la UE imponen relativamente pocos límites prácticos a las prácticas británicas.

Incluso si hay ganancias en la autodeterminación nacional, probablemente vendrían con pérdidas en la influencia global. Gran parte del 94% de la población mundial que no vive en Europa respeta y teme al continente. Los sentimientos acerca de su antiguo poder colonial están más mezclados.

Sin embargo, el argumento político interno a favor de algún tipo de salida es relativamente fuerte y se ve reforzado por el resultado del referéndum. Incluso algunos entusiastas británicos de la UE piensan ahora que la salida es necesaria para no socavar la fe en la democracia. La preocupación es legítima, pero hay dos contrapesos importantes.

En primer lugar, no es probable que el apaciguamiento funcione. La ira de los partidarios más virulentos de la salida de la UE es demasiado ajena a las realidades de la adhesión como para ser aplacada por cualquier tipo de partida. Por el contrario, es probable que los problemas económicos y la continuación de las negociaciones que seguirán a una salida real provoquen aún más ira.

En segundo lugar, la partida generará una nueva fuente de descontento entre los partidarios de permanecer. Algunos de los votantes casi mayoritarios en el referéndum de 2016, por no hablar de los que han alcanzado la edad de votar desde entonces, estarán profundamente descontentos con un gobierno que ha ignorado sus puntos de vista y empeorado su futuro.

Los comentaristas y políticos británicos generalmente rechazan “dar marcha atrás y quedarse” como una opción poco realista. Es exactamente es al revés. Lo que no es realista es la creencia de que hay una forma sensata de dejar la UE. Tres años después del Brexit, el no Brexit sigue siendo la opción más realista.

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