La transformación digital: ¿un camino fácil?
Las empresas con poca innovación y tecnología es difícil que sobrevivan en la próxima década
Las distintas líneas de actuación que se están proponiendo a las empresas para tener éxito en el aún incipiente entorno digital parecen pasar de forma inexorable por la incorporación de nuevas tecnologías que, en ocasiones, no han alcanzado un grado suficiente de madurez.
Este proceso de transformación digital se contempla tanto en aquellos aspectos, funciones o procesos internos (back office) como en las relaciones que mantiene la empresa con los distintos agentes externos, especialmente clientes (front office).
En ocasiones, tecnologías incipientes de carácter disruptivo están siendo objeto de implantación en una especie de huida hacia adelante con el objeto de intentar mantenerse en la cresta de la ola y mejorar, o al menos no perder, la posición en el mercado.
Los paradigmas tecnológicos predominantes durante los últimos años parecen sucederse de forma acelerada, por no decir atropellada, dejando a veces poco margen para su incorporación. La adecuada adopción de nuevas tecnologías requiere llevar a cabo una serie de encajes adicionales, sin los que el fracaso del proceso está prácticamente garantizado. En concreto, los ajustes fundamentales se circunscriben, por un lado, al ámbito de los procesos y estructura organizativa y, por otro, al de los recursos humanos.
Con carácter general, la adopción de nuevas tecnologías requiere llevar a cabo cambios en los procesos existentes al objeto de facilitar tanto su adecuada implantación como conseguir los potenciales beneficios y mejoras que se pretenden alcanzar. No obstante, determinadas empresas, por su carácter rígido y burocrático, muestran mucha resistencia ante cambios en sus procesos internos. Esta resistencia suele suponer un fuerte lastre para la adopción de nuevas tecnologías, al no permitir un acomodo apropiado. En el otro extremo se encuentran aquellas en las que no se encuentran grandes resistencias para llevar a cabo la reingeniería de los procesos existentes. Dicha capacidad de adaptación facilita la implantación tecnológica al lograrse unos adecuados niveles de encaje.
Las nuevas tecnologías requieren del factor humano para poner de manifiesto todo su potencial. Un primer asunto a considerar es la adecuación entre el grado de formación de los empleados y las características de la tecnología que se está incorporando. Aun así, disponer de personal formado es condición necesaria pero no suficiente.
Además de formación, es importante que dispongan de actitud proactiva y de un elevado grado de filia tecnológica al objeto de que el proceso de adopción no se quede en aspectos superficiales, sino que la transformación digital alcance su máximo desarrollo. Estas condiciones se han de fomentar en un clima de trabajo colaborativo, abierto, receptivo y proactivo en el que los trabajadores encuentren las condiciones laborales óptimas para aprovechar todo el potencial que ofrecen las tecnologías. En resumen, es necesario conseguir que:
1. La empresa disponga del conjunto de tecnológicas apropiadas (toolset).
2. Los empleados tengan las habilidades, competencias tecnológicas y actitud adecuada (skillset).
3. Un clima organizativo, tanto en su vertiente física como emocional, que incentive la innovación colaborativa y actúe como catalizador para que la transformación digital se desarrolle de la forma adecuada e impregne a toda la organización (mindset).
Es posible identificar líneas de actuación concretas orientadas a mejorar el grado de tecnologificación en función de las carencias identificadas, en lo que a la flexibilidad de los procesos o el potencial de los recursos humanos se refiere. No obstante, los mecanismos de cambio que se ponen en marcha para tener la capacidad de adaptarse al nuevo entorno tecnológico no siempre dan los resultados esperados, y suelen desarrollarse a un ritmo mucho más lento que el deseado.
La falta de capacidad de reacción que en ocasiones muestran las empresas ante el nuevo entorno digital está facilitando la aparición de nuevas compañías especialmente diseñadas para ocupar el nuevo nicho de mercado que los cambios tecnológicos generan.
Son empresas competitivas que suelen actuar como verdaderos agentes del cambio digital, generando grandes sinergias a su alrededor que les permiten lograr altas cotas de crecimiento, llegando incluso a desplazar a aquellas otras que tienen modelos de negocio más tradicionales. Están diseñadas desde su origen para desenvolverse con naturalidad en el ámbito digital, ya que su cadena de valor, toolset, skillset y mindset les dotan de un alto grado de tecnologificación.
Los cambios parecen superponerse con tal celeridad que difícilmente se pueden hacer conjeturas sobre cuál será la situación a la que tendrán que hacer frente las empresas dentro de tan solo una década. Lo que sí parece estar claro es que aquellas que no tengan un fuerte carácter innovador y un alto grado de tecnologificación tienen pocas posibilidades de estar allí para verlo.
Tomás Escobar Rodríguez es Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Huelva. Segundo accésit del Premio AECA de Artículos 2018
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