Inestabilidad política y corrupción, los miedos de los ejecutivos españoles
La calidad de las instituciones y la educación, prioritarias en el país, no preocupan a los directivos de Europa
La internacionalización consigue que cada vez más empresas bailen al mismo son. Sin embargo, a la hora de indagar en cada una de ellas, las particularidades y detalles individuales emergen. Sobre todo al mirar las diferencias entre países, que siguen siendo notables. Así, según extrae la encuesta C-Suite Challenge 2019, elaborada por la asociación de empresarios The Conference Board y presentada en España junto al Círculo de Empresarios, los altos directivos del país difieren, y mucho, de los problemas y retos que tienen por delante los ejecutivos de las grandes compañías de la Unión Europea y del resto del mundo.
A nivel global, la alta dirección parece tener claro cuál es el mayor desafío al que están enfrentándose durante 2019: el riesgo de recesión. Los propios datos de The Conference Board, tras un crecimiento mundial del 3,2% en 2018, anticipan una ralentización a corto plazo, hasta situarse en torno al 2,9% a finales de la próxima década. Sin embargo, ese decrecimiento, que parece traer de cabeza a los máximos representantes de las organizaciones de todo el planeta, queda relegado en España frente a la situación de inestabilidad política.
Esta percepción de los ejecutivos españoles se debe, en gran medida, a que los vaivenes socioeconómicos son mayores en Europa que en otras regiones, ante las tensiones comerciales y la incertidumbre sobre el acuerdo final del Brexit. Y eso, en España, preocupa más que en otras zonas. “Nuestra economía está muy internacionalizada, por lo que somos más sensibles a lo que pasa más allá de nuestras fronteras. Cada vez que hay inestabilidad, la preocupación es más grande que en otros países del mundo mucho menos dependientes”, explica Alfredo Bonet, secretario general del Círculo de Empresarios. A nivel nacional, aunque en menor grado, prosigue Ilaria Maselli, economista sénior en The Conference Board, la situación tampoco ayuda: “La inestabilidad propia del sistema político español sigue siendo importante, sobre todo por el conflicto catalán y por las dificultades a la hora de formar gobierno”.
Esto no quiere decir que las compañías españolas dependan únicamente del entorno global. A las tensiones comerciales entre EE UU y China, a la desaceleración de la Eurozona y a la incertidumbre de la salida de Reino Unido de la Unión, se le unen otros miedos propios del país. “Hay unos problemas locales que también tienen fuerte impacto en las empresas”, dice Bonet. Algo que refleja la citada encuesta, en la que han participado cerca de 1.500 consejeros delegados. El peso de los recientes cambios regulatorios en materia fiscal y laboral es quizá el principal miedo de los directivos españoles, al que también se le suma la falta de reformas estructurales que contribuyan a promover la innovación y a adaptar el talento a la transformación digital.
De cara a los próximos años, según revelan los datos del informe, también hay una brecha considerable entre los retos que encaran los empresarios españoles y los que vislumbran los directivos del resto del mundo. De aquí a 2025, los tres aspectos que más preocupan a la alta dirección del país son, en este orden, la calidad de las instituciones y la corrupción, el sistema educativo y formativo y, por último, la competitividad fiscal. En Europa, sin embargo, el podio lo conforman la necesidad de racionalizar el mercado único, el deseo de reducir la burocracia y, en tercer lugar, la petición de facilitar la transformación digital.
“En España tienen tanto peso los desafíos relacionados con las instituciones porque hay una ausencia importante de reformas estructurales”, insiste Bonet. Así, cambios en el ámbito laboral, fiscal y educativo, tan reclamados por el mundo empresarial, “siguen lastrando de alguna forma la competitividad del país”. Es llamativo, recalca Bonet, el peso que tiene la educación. En Europa, la reforma del modelo formativo ni siquiera está entre las 10 prioridades, mientras que en España es la segunda: “Es una de las grandes limitaciones que tenemos en nuestro sistema. Desde la universidad hasta la Formación Profesional”, apunta Bonet.