Acostumbrarse a los efectos de una política monetaria anómala
Algunos bancos europeos han comenzado a cobrar por los depósitos de las empresas
Las políticas monetarias de estímulo que el BCE ha aplicado en los últimos años, con programas de compras masivas de deuda y unos tipos de interés muy bajos, ha supuesto un serio reto para el sector financiero europeo, que ha visto cómo sus márgenes de negocio se estrechaban cada vez más al tiempo que las exigencias de recapitalización y regulación se endurecían. La última comparecencia de Mario Draghi, la semana pasada en Sintra, ha abierto la puerta a la posibilidad de que la era de los tipos reducidos no solo se alargue más de lo esperado, sino que incluya además nuevos recortes del precio del dinero hasta llegar incluso a tipos negativos. Se trata de un panorama escasamente halagüeño para una banca que debe competir para conceder créditos a precios más bajos mientras remunera cada vez menos los depósitos.
Dado que el BCE cobra el 0,4% a las entidades financieras que depositan en la institución su exceso de liquidez, algunos bancos europeos han encarado este reto trasladando a sus clientes una penalización similar. Es el caso de la banca en Bélgica, Irlanda, Luxemburgo y Holanda, que está cobrando por los nuevos depósitos a más de un año tanto a clientes instucionales como a grandes empresas, o de Alemania, que todavía no ha dado del todo ese paso, pero ya aplica una remuneración mínima del 0,01% a las compañías. En España, de momento, el sector financiero remunera las nuevas imposiciones a plazo de las empresas no financieras al 0,23% anual, muy por encima del rendimiento que abona a los particulares, que es solo del 0,04%. Esa política comercial coloca a la banca española en el ranking de las más generosas de la UE respecto al ahorro empresarial, pero indica también que el sector tienen margen para compensar en este segmento del negocio parte de los efectos de una política monetaria que no le favorece y tampoco parece que vaya a tener un pronto final.
No es probable, ni sería comercialmente estratégico, que las entidades financieras optasen por penalizar las imposiciones a plazo de los pequeños ahorradores, cuyos fondos suman en total 977.000 millones de euros. Pero no ocurre lo mismo con los depósitos de las empresas, especialmente de las grandes compañías, que pueden soportar unas condiciones financieras que permitan a la banca compensar en parte los rigores de un escenario comercial adverso. Si la política del BCE se mantiene e incluso avanza hacia tipos todavía más bajos, todas las empresas, no solo las financieras, tendrán que acostumbrarse a un entorno monetario anómalo y a sus consecuencias.