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A fondo
Tribuna
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¿Es el dividendo demográfico la clave económica?

El Banco Mundial propone políticas para los cuatro escenarios que se dan en el mapa global

Pixabay
CINCO DÍAS

Cuatro son las megatendencias que se desarrollarán en el mundo a lo largo de las próximas décadas: el calentamiento global, la continuación y profundización del proceso de globalización, la rápida urbanización y la cuarta, aunque no de menor importancia, los cambios demográficos. Sobre estos cambios ha alertado el Banco Mundial en un trabajo titulado Development Goals in an Era of Demographic Change.

El mundo, con sus 7.770 millones de habitantes, se encuentra en una situación demográfica muy distinta a la de unos quinquenios atrás. Si antes preocupaba la alta fecundidad y el ritmo de crecimiento demográfico, actualmente los dos rasgos fundamentales que caracterizan su población son un proceso de envejecimiento demográfico sin precedentes y una fecundidad declinante y en proceso de convergencia entre los países del mundo, excepción hecha de los de África subsahariana, subcontinente que presenta las más altas tasas de fecundidad y las mayores tasas de crecimiento demográfico, así como la mayor proporción de personas en pobreza extrema: la mitad de los 702 millones de personas que sobreviven con menos de 1,9 dólares al día son africanos.

La clave para entender esos cambios está en conocer y analizar la situación del número de hijos por mujer y de la esperanza de vida, dos indicadores básicos para determinar la fase de dividendo demográfico en la que se encuentra cada país del mundo para, determinada esta, proponer políticas y alternativas diferenciadas en cada país, tal como hace el Banco Mundial.

El dividendo demográfico de un país se corresponde a aquella etapa en la que los individuos que constituyen la fuerza laboral superan a aquellos considerados dependientes (menores de 15 años y mayores de 60 años). Esta situación genera recursos económicos al Estado que, de ser aprovechados correctamente, pueden servir como factor de desarrollo y crecimiento económico, si se actúa en la calidad de la educación, en empleos productivos y en el desarrollo de sistemas de protección social.

En relación al dividendo demográfico la teoría económica distingue cuatro fases o etapas. La primera es la etapa previa al dividendo demográfico, geográficamente se circunscribe al África ecuatorial y tropical, corresponde a países con fecundidades muy altas, esperanza de vida relativamente baja y crecimientos demográficos por encima del 2,5%. Estos países han de plantearse como principal objetivo mejorar los resultados en desarrollo humano y avanzar en la transición demográfica, a fin de reducir las tasas de fecundidad.

La segunda es la etapa inicial de dividendo demográfico. Aparece en los años que siguen al descenso de las tasas de fecundidad, lo que trae como consecuencia que la mano de obra aumente y la población infantil disminuya. Es la etapa que caracteriza a buena parte de América Latina, el Magreb y África austral, Oriente Próximo y Asia del Sur y del Sudeste. Las políticas prioritarias para este grupo han de centrarse, según el Banco Mundial, en acelerar la creación de empleo en trabajos productivos para una población en edad de trabajar en aumento a fin de cosechar las ventajas del primer dividendo demográfico.

A medida que los cambios en la estructura de edades permiten expandir la producción y los recursos, puede surgir una tercera etapa o etapa avanzada de dividendo demográfico cuando la relación citada (mano de obra / población infantil) se hace aún más favorable, lo que permite acumular ahorro y disponer de una mayor inversión en capital. Por la cúspide de la pirámide, ni en una ni en la segunda ni en la tercera fase el porcentaje de población mayor es importante. Tal es la situación de Colombia, Brasil Uruguay y Chile en América Latina, de China, Vietnam y las antiguas repúblicas soviéticas en Asia y de Polonia, Rumanía e Irlanda en Europa: el Banco Mundial plantea como política prioritaria para estos países mantener el crecimiento de la productividad, crear las condiciones necesarias para cosechar el segundo dividendo demográfico y comenzar a prepararse para el envejecimiento.

El resto del mundo: Europa Occidental en su conjunto, Ucrania y Bielorrusia, Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y muy singularmente Japón, se hallan en la etapa posterior al dividendo demográfico. A este grupo, del que nuestro país es ejemplo paradigmático, el Banco Mundial le propone como política prioritaria adaptarse al envejecimiento, mantener y mejorar el Estado de bienestar en un contexto de descenso del porcentaje de población en edad de trabajar y de crecimiento de la población anciana. Otras recomendaciones del Banco Mundial para estos países son afrontar y poner en marcha reformas completas de los sistemas de protección social a fin de asegurar la sostenibilidad fiscal y la protección de las personas en situación de vulnerabilidad, fomentar el trabajo entre quienes tienen capacidad, aumentar la participación femenina en el mercado laboral y la productividad así como llevar a cabo políticas que fomenten mayores tasas de natalidad.

En estas perspectivas macroeconómicas (y, si se me permite, macrodemográficas) y su territorialización a escala nacional de las fases de dividendo demográfico y en estas políticas prioritarias y recomendaciones el Banco Mundial antepone la dimensión demográfica, geográfica y económica a la social y la ambiental. Este planteamiento, con ser de indudable interés, no nos impide evitar considerar que, desde la perspectiva social, el mundo se encamina hacia una situación en la que parecen coexistir dos tipos de poblaciones: la población resiliente y la población redundante.

Sus problemas no tienen que ver con la fase de dividendo demográfico en la que se hallan sus países, sino simplemente con la desigualdad social y de­sequilibrios territoriales en el interior de estos. Esta desigualdad social y estos desequilibrios territoriales no distinguen continentes ni grandes regiones, sino que se reproduce, cual cruel fractal territorial, a todas las escalas: desde la internacional hasta la intraurbana, y en este marco caben ser interpretadas muchas de las respuestas sociales –no siempre pacíficas– que se están dando y se darán en el mundo.

Pedro Reques es catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Cantabria

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