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Distribución

Fridman afronta la junta de accionistas más decisiva de Dia con todas las de ganar

El papel de los bancos, los bonos y la CNMV, las sombras del plan del ruso

Opa Dia
Belén Trincado / Cinco Días

Tras meses de agonía, los accionistas de Dia tomaron hoy la plabra en la junta de la empresa de alimentación. Pese a la delicada situación financiera de la compañía la asistencia cayó a su nivel más bajo desde que volvió a Bolsa en 2011, en un 54%. Los socios (la cursiva no es casual) también pudieron tomar la palabra para pedir explicaciones al consejo por la devaluación de las acciones o expresar sus recelos con el inversor ruso.

Los accionistas del grupo, que realizaron sus preguntas y observaciones en el turno de intervenciones antes de que se voten los puntos del orden del día, elegieron el plan de Fridman frente al del consejo.

Por un lado, la ampliación de capital defendida por el consejo, de 600 millones y preasegurada por Morgan Stanley según determinadas condiciones. Y, por el otro, la defendida por su principal accionista –el fondo Letterone, con un 29%– de 500 millones, pero vinculada a renegociar la deuda con los bancos y a que la opa que ha lanzado atraiga a dueños de más del 35,5% del capital.

El 29% que controla el fondo controlado por el magnate ruso Mijail Fridman le dio gran poder en la junta. Esta fórmula, en principio, es más favorable para el accionista minoritario. Le ofrece una salida a 0,67 euros por acción, muy por debajo de los casi 4 euros a los que llegó a cotizar hace menos de un año, pero que supone una prima del 56% frente a los 0,4293 euros por acción a los que cerró el 4 de febrero, el día antes de que Letterone anunciara su oferta.

Otro caballo de batalla es la reducción de capital de 56 millones que propone el consejo. Supone que el valor nominal de las acciones pase de 0,1 a 0,01 euros.

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La empresa justifica esta decisión en la intención de realizar una operación acordeón (reducir capital para compensar pérdidas y posteriormente inyectar fondos propios), un recurso habitual para que una compañía salga de causa de disolución.

Sin embargo, esta fue una de las condiciones que impuso Morgan Stanley para facilitar su trabajo como asegurador de la operación, según desveló CincoDías el pasado 15 de febrero. Esto implica que el precio mínimo de las acciones nuevas sería de 0,01 euros, con lo que el número máximo de títulos nuevos alcanzaría los 60.000 millones para recaudar 600 millones. La ley no permite realizar una ampliación de capital a un precio por acción inferior al nominal. Una macroampliación de estas características supondría una dilución del peso de los accionistas que no acudan en el entorno del 99%.

Más allá de lo que decida la junta, la clave está en el segundo de después. TLa ampliación de 600 millones propuesta por el consejo ha sido rechazada. El problema está en que esta operación es la condición sine qua non que han puesto los bancos para dar balones de oxígeno a la empresa en forma de una refinanciación que alcanza los 912 millones de euros.

El accionista que, temeroso por la fuerte dilución que entraña la operación defendida por el consejo, haya rechazado los planes de la cúpula de Dia debe ser consciente de los riesgos que esto entraña. Si la junta dice “no” al consejo, como ha ocurrido, los bancos podrán inmediatamente después instar el concurso de acreedores, pues la ampliación era una condición para mantener la liquidez de 986 millones que inyectaron en diciembre. De hecho, tal y como publicó este periódico, estas 12 entidades han amenazado a Fridman con convertir su deuda en acciones y tomar el control absoluto de la compañía. 

El tiempo es otro aspecto a tener en cuenta. La empresa tiene dos meses para restaurar el equilibrio patrimonial, después tendrá cuatro meses más en preconcurso de acreedores antes de entrar en concurso puro y duro. Y el 22 de julio debe abonar o refinanciar 306 millones en bonos. Un problema de la propuesta de Fridman es que el reloj no está en su mano. Depende de cuándo apruebe la CNMV su opa, un plazo que se puede extender durante meses.

El inversor ruso ya ha puesto fecha límite para llegar a un acuerdo con los bancos: el 18 de julio, unos días antes del vencimiento de los bonos. El accionista que confíe en vender sus títulos en la opa debe contemplar que, para cuando esta esté en marcha, la compañía puede estar a punto de entrar en concurso. En todo caso, Letterone, a través del socio director de su división de retail, Stephan DuCharmen, ha asegurado que la opa seguirá delante.

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