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La náutica quiere dejar de ser un lujo

Los representantes del sector denuncian en Europa la carga fiscal española

GETTY IMAGES

La industria náutica española quiere dejar de ser considerada como un lujo, un estatus que nunca ha querido tener y que está haciéndole mucho daño. Por eso, los principales representantes del sector han decidido presentar una denuncia ante la Comisión Europea por el impuesto de matriculación que grava las compras de yates de recreo en el país. “Nos hemos visto obligados, porque llevamos demasiado tiempo sin ver cambios por parte de los legisladores”, explica Miguel Ángel Serra, socio del bufete Albors Galiano Portales y asesor fiscal de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN), que estos días ha celebrado su tradicional congreso anual en Palma de Mallorca.

La denuncia, presentada de forma conjunta por ANEN y por la Asociación Española de Grandes Yates (AEGY), persigue la supresión de este gravamen, “un impuesto anacrónico que no existe en ningún otro lugar del mundo”, dice Carlos Sanlorenzo, secretario general de ANEN. “Somos el único país que aplica una doble tributación a la compra de una embarcación de recreo”, prosigue. Y es que, además del 21% de IVA, la compra de un barco de más de ocho metros de eslora tiene que tributar el 12% del impuesto de matriculación, por lo que la transacción final “se incrementa un 33%, más los costes derivados del puerto, el combustible o el mantenimiento”.

Los expertos reconocen que el sector no ha sabido quitarse esa etiqueta de exclusividad. “Y ese es el principal reto que tiene esta industria”, señala Antón Costas, presidente de la Fundación Círculo de Economía. “Si el legislador sigue viendo ese lacito y esa etiqueta del lujo, continuará aplicando cargas fiscales superiores. Esa resistencia impositiva va a mantenerse ahí si la náutica no se ve como una actividad cualquiera”.

Uno de los principales problemas, cuenta Sanlorenzo, es la imagen que la gente tiene asociada al concepto de la náutica. “Muchos piensan en megayates, pero la realidad es que los grandes barcos solo representan el 0,5% del total de la flota que hay en España”. Estas naves, apunta, es lo único que puede considerarse como un lujo en el mar, porque la mayoría de embarcaciones tienen un precio que “no se aleja mucho del de un coche de gama media”.

El mercado de los grandes yates, prosigue Diego Colón, director general de Astilleros de Mallorca y presidente de AEGY, tampoco lo tiene fácil. Y ya no solo por la carga fiscal, aunque menos determinante en el caso de los compradores ultrarricos, sino por el cambio de rumbo. En 2008, apunta Colón, se vendieron en el mundo 266 embarcaciones con más de 30 metros de eslora. Una década más tarde, esa cifra se ha reducido a las 146. “Esta bajada de producción ha supuesto que muchos astilleros cierren o modifiquen su producción. Pero también ha significado un cambio de tendencia”.

Así, mientras que los yates que oscilan entre los 30 y los 40 metros son los que más peso porcentual han perdido en el mercado, los grandes ganadores son los que se mueven entre 60 y 90 metros y los que parten de los 91. De los primeros, en 2019 se esperan entregar 26, y de los segundos, entre cinco y seis unidades. En relación con los años anteriores supone un crecimiento que, aunque pueda parecer nimio, es bastante significativo, en opinión de Colón. “En una década hemos visto cómo se ha transformado el mercado, y debemos adaptarnos a él si queremos tener algo que decir, tanto nuestra industria como nuestras instalaciones”.

Adaptar la infraestructura a este nuevo panorama es necesario. También lo es promover una armonización fiscal para este segmento, ya que, asegura Sanlorenzo, sin el citado impuesto, la venta de barcos sería mayor y la recaudación fiscal sería más fuerte, entre gastos de compra o tributos indirectos provenientes de, por ejemplo, el combustible. Para muestra, los datos que aporta María Antònia Truyols, directora de la Agencia Tributaria de Islas Baleares, la región española con mayor cuota de mercado náutico: “Con ese impuesto, recaudamos solo cuatro millones de euros al año, un 0,08% de nuestro presupuesto”.

Donde también urge un cambio de regulación es en el mercado de alquiler náutico. “No podemos competir en igualdad de condiciones con los países de nuestro entorno porque en chárter tenemos el IVA más alto del Mediterráneo. Más que países como Italia, Francia, Croacia, Grecia o Malta”, afirma Anne Sterringa, senior charter broker de Camper & Nicholsons. Cerca de 1.100 grandes yates practican chárter en el Mediterráneo. “El 16% de ellos tiene permiso para hacerlo en España, pero es que el 90% lo tiene para hacerlo tanto en Italia como en Francia. Así no podemos entrar en el circuito del alquiler”, lamenta Marta Iglesias, representante de la Mediterranean Yacht Brokers Association (MYBA).

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Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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