Las autónomas resistieron mejor en la crisis
Un informe apunta a que la diferencia que separa a hombres y a mujeres emprendedoras ha disminuido un 30% en los últimos años
La crisis económica no afectó tanto a las mujeres autónomas como a los hombres. Al menos, ellas la resistieron mejor, según datos que ha presentado el Ministerio de Bienestar Social. El último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) apunta que la diferencia que separa a mujeres y hombres emprendedores ha disminuido un 30% en los últimos años. La actitud creativa de muchas mujeres ha sabido hacer frente a esta divergencia a partir del emprendimiento, apuntan en el estudio.
Menos hombres
Desde el inicio de la crisis, nueve de cada diez personas autónomas que han dejado de serlas son hombres. Una perseverancia aún más meritoria si se tiene en cuenta la mayor dificultad de las mujeres para acceder al crédito, además de la necesidad de salvar diversos escollos sociales, apuntan las estadísticas.
Un ejemplo de éxito en el emprendimiento femenino es el caso de Mireia Solsona, arquitecta de formación, supo hacer de la crisis económica una oportunidad para desarrollar su vocación creativa y emprendedora. En el año 2007 comenzó a trabajar como arquitecta al tiempo que compaginaba su labor con su hobby, su marca de vestidos convertibles Mimètik Bcn. Cuando el despacho se vio obligado a cerrar por la crisis, se lanzó a perseguir su sueño y al poco tiempo con un poco de asesoramiento y según ella misma asegura, “con el asesoramiento de un programa de emprendedores, conseguí profesionalizar mi proyecto”.
Cuestión de género
No obstante, tanto Solsona como otras emprendedoras aseguran que emprender es también una cuestión de género. “No debería ser así, pero la realidad es otra”, explica Amparo Galán, también emprendedora handmade y que hoy desarrolla con éxito su marca en Etsy .
Según apuntan, la brecha salarial y las dificultades para ascender dentro de una empresa “hacen que las mujeres dispongamos de menor capital inicial a la hora de emprender. Y si a esto le sumamos las barreras culturales, sociales y de conciliación, encontramos un panorama muy desigual”.