2019 en los mercados: mente abierta y mirando al futuro
Hay que estar preparado y muy pendientes de mercado, de cómo impactan las medidas de política económica a las empresas y a los resultados empresariales
“Ningún pesimista ha descubierto nunca el secreto de las estrellas, o navegado hacia una tierra sin descubrir, o abierto una nueva esperanza en el corazón humano”, Helen Keller.
El último trimestre del año nos ha dejado un muy mal sabor de boca y nos ha pillado con el pie cambiado. El cuarto trimestre ha dado la puntilla a un año 2018 de reacciones desproporcionadas del mercado ante cualquier comentario.
La geopolítica se ha impuesto a la economía. Las consecuencias de la cerrazón de Trump en cuanto a los aranceles y a su construcción del muro que tiene paralizada la administración estadounidense pueden afectar en demasía al ritmo de crecimiento no solo americano sino del resto del mundo. En Europa, una vez solucionado el tema italiano, nos queda el Reino Unido, otra fuente de cerrazón y de inestabilidad que se suma al ambiente.
Todas las empresas de análisis y organismos internacionales han rebajado las estimaciones de crecimiento para este año y los siguientes. Se puede decir que se ha pasado de una visión de crecimiento sincronizado a principios de 2018 a una visión de ralentización sincronizada a comienzos de 2019. En lo que todos coinciden es que estamos ante una ralentización del ritmo de crecimiento pero los indicadores adelantados están lejos de mostrarnos un inicio de recesión, que recordemos que sería crecimiento negativo del PIB durante al menos dos trimestres consecutivos. Está claro que estamos avanzando en un ciclo expansivo que se caracteriza por su amplia duración, y avanzar en el ciclo, como señala en uno de sus informes la directora de estrategia de mercado de JPM Karen Ward: “Es como pilotar un avión, la parte peligrosa en la que tienes que asegurarte de hacerlo bien es el despegue y el aterrizaje”.
Pero ¿qué nos ha llevado a este cambio de expectativas?
Como se ha señalado, la geopolítica más que los fundamentales de mercado es lo que nos ha llevado a una situación de daño de determinados sectores de la economía y con ello de los datos agregados en su conjunto.El sentimiento se tornó negativo y todo se precipitó hacia caídas generalizadas y en muchos casos injustificadas.
Los tres factores que han incidido en el menor crecimiento han sido:
La guerra comercial Estados Unidos-China: su falta de resolución y longitud en el tiempo ha hecho que el sector manufacturero y de servicios se resintiera lo que se ha reflejado en lecturas inferiores a lo estimado de los índices manufactureros y de servicios acercándose peligrosamente a la zona de 50, por debajo de la cual se considera que la economía entraría en recesión.
La caída en el crecimiento de China: esta guerra comercial también tiene su impacto en el crecimiento chino, una fuente siempre de preocupación, ya desde la devaluación del yuan allá por el año 2015, y su contagio a las economías emergentes. Lo cierto es que el Gobierno chino siempre se aplica para establecer políticas fiscales o monetarias para llevar a su economía al crecimiento pronosticado. China publicó (21 enero) su crecimiento para el 2018, 6,6% dos décimas menos que en el 2017. En el cuarto trimestre del año siguió registrando menores ritmos de crecimiento que el trimestre precedente (6,4% vs 6,5%).
La normalización de la política monetaria de los bancos centrales: en concreto de la Fed. Ante este parón brusco y preventivo de la economía, la preocupación se cierne en si la Fed debería seguir con su política de subida de tipos o debería pararla hasta que la situación de su economía mejorase. La Fed no ha ayudado a los inversores y ha tenido un discurso poco claro sobre su próxima actuación. Hay que destacar que a la Fed no la va a ayudar la política fiscal, ya que los incentivos puestos en marcha al inicio de la Administración Trump se atenúan en este 2019. Además la inflación parece que se modera al caer los precios del crudo. Por otro lado, el BCE, después de los problemas geopolíticos que también surgen en Europa y dado que Draghi acaba su mandato en octubre 2019 veo realmente complicado que se suba tipos en esta área antes de 2020.
Estos factores han influido en el sentimiento inversor, llegando el ratio comprador/vendedor a niveles de pesimismo extremo. A ello se ha unido el repunte de volatilidad a niveles vistos en agosto de 2015 cuando se vaticinaba una caída brusca de la economía china. Sin embargo estos niveles de volatilidad aún están lejos de los niveles de la crisis 2008.
Por otro lado, las caídas indiscriminadas en Bolsa han provocado una contracción de múltiplos en los índices bursátiles, en algunos casos por debajo de la media. Con lo que las valoraciones ya no resultan particularmente elevadas. Lo que puede ser suficiente para animar a los inversores a volver al mercado.
Por lo tanto lo que se piensa es que los mercados están descontando el peor de los escenarios, sin entendimiento en los acuerdos geopolíticos y sin acierto en las políticas monetarias que llevarían a una recesión, acentuada con la creciente deuda que han acumulado los gobiernos. Se descuenta que el ISM manufacturero se situaría en una lectura de 50-47, preocupante. Parece existir una desconexión entre los movimientos de mercado y los datos económicos.
No obstante si estos tres factores señalados se solucionan, 2019 puede no ser un año tan preocupante.
Por un lado la guerra comercial indudablemente está teniendo su daño en el sector manufacturero, las conversaciones parece que avanzan y más en un año en el que Trump se tiene que preparar para su deseo de ser reelegido en 2020, por lo que no debería dañar a un sector como el manufacturero estadounidense. Las medidas que se implementarán llevarán a la economía china a cumplir los objetivos de su gobierno y moderar el ritmo de caídas de su actividad. La Fed ha dejado a todos confusos con su último discurso, pero el mercado de bonos ya descuenta que la Fed moderará sus subidas. Ello ayudará a que las condiciones financieras para la financiación empresarial sean aún favorables.
Por el lado de los beneficios empresariales, estos se revisarán a la baja, y el crecimiento de doble dígito no se verá este 2019. Los resultados que se están publicando del cuarto trimestre 2018 no servirán de catalizador para los mercados, más bien se mirará las estimaciones para el año presente. Las sorpresas positivas en resultados se espera sea inferior al trimestre pasado pero por encima aún de la media de los últimos cinco años
Con todo el mensaje es aún moderadamente optimista. Hay que estar vigilante y que el miedo no se apodere de nosotros,porque aun pensando que:
- la economía global no está indicando recesión, sino ralentización de crecimiento,
- que las condiciones financieras y monetarias no serán un freno al crecimiento ya que las autoridades monetarias serán prudentes en sus actuaciones
- y que los beneficios empresariales seguirán creciendo, aunque no a doble dígito, se tiene en mente la frase de Keynes “Los mercados pueden permanecer irracionales más tiempo del que tú puedes permanecer solvente”
Estamos cerca del final de un ciclo que no sabemos cómo ni cuándo acabará. Las medidas o los vaticinios de cómo ha sido en anteriores fases alcistas no se puede trasladar a la actual ya que nunca se ha salido de una crisis como la que se ha vivido en el 2008. Nunca se ha salido de una situación de tipos cero o tipos negativos, con lo cual la recuperación no será de la misma forma. El tiempo, el ritmo de normalización de políticas monetarias se tendrá que adecuar a la nueva realidad. No tengamos prisa por pasar de fase. Hay que estar preparado y muy pendientes de mercado, de cómo impactan las medidas de política económica a las empresas y a los resultados empresariales, que es dónde se invierte y que es lo que realmente nos interesa.
Sigamos a lo enunciado por la escritora Hellen Keller, hay que mantener la mente abierta y ver más allá.
Araceli de Frutos, eafi 107 y asesora de los fondos Alhaja Inversiones y Presea Talento Selección.