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Abogados
Tribuna
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Aprendamos de los anglosajones: reconocer el problema y buscar soluciones

La abogacía española tiene muchísimo miedo a abordar los problemas de salud mental; prefiere callar

Recientemente envié una carta abierta a Paul Rawlinson, presidente mundial de la firma Baker Mckenzie, deseándole una pronta recuperación tras hacerse pública su baja temporal por agotamiento. Asimismo, le felicité por su valentía y humanidad a la hora de reconocer que, en estos momentos, tiene un problema de salud mental y que necesita centrarse en su recuperación.

Por desgracia, el caso de Paul no es un rara avis en el sector legal. Hay muchos más de los que pensamos. Entre otras, me gustaría destacar dos historias que me han impactado mucho en este 2018.

La primera es la de Joseph Milowic, socio del despacho Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan. Este abogado anunció que padece depresión desde hace años a través de los medios de comunicación. Si no se atrevió a decirlo antes o a pedir ayuda profesional fue por un motivo: miedo a ser considerado débil por parte de sus compañeros y clientes.

La segunda es la del suicidio de Gabe MacConaill, socio de Sidley Austin. Joanna Litt, su mujer, explicó qué ocurrió las semanas previas a este suceso trágico en una carta, titulada Big Law Killed My Husband, que conmocionó a la abogacía anglosajona.

Fue un cúmulo de varios factores: la salida de varios de sus compañeros de la firma, los cuales habían sido muy importantes para él; la negativa del despacho en reforzar las vacantes, lo que supuso un incremento de la carga de trabajo; y la presión recibida por la defensa de un caso muy importante. Siendo consciente de que necesitaba ayuda, Gabe sabía que, si iba a urgencias, sería el final de su carrera profesional.

Los últimos estudios que han realizado las abogacías institucionales anglosajonas (Estados Unidos y Reino Unido, en concreto) durante los últimos cinco años coinciden en una cosa: los índices de problemas de salud mental que padecen las abogadas y abogados son bastante preocupantes.

Estrés y depresión

¿Y la española? Aunque no dispongamos de estudios sólidos, los resultados de la encuesta de Iberian Lawyer realizada a 66 letrados españoles y portugueses en mayo de 2018 parecen confirmar esta cruda realidad: un 79% de los encuestados padecen ansiedad y estrés; un 69%, depresión; un 27%, alcoholismo; un 9%, consumo de drogas y uso de fármacos prescritos; y un 5%, pensamientos suicidas. Estos números están muy alejados de ese 3% de abogados que tienen problemas en el ámbito psicosocial, según un informe de 2015.

Cierto es que la encuesta no es representativa ni se circunscribe exclusivamente al mercado jurídico español, pero estos datos (exceptuando el de la depresión) son similares al de los países anglosajones. Luego, cuando el río suena…

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Lo que sí podemos constatar, después de todo, es una diferencia notable entre las abogacías anglosajona y española. Mientras la primera reconoce públicamente el problema y adoptan medidas en pro del bienestar de la profesión; la segunda tiene muchísimo miedo a abordar esta realidad silenciada (algunos, incluso, la niegan) y prefieren obviarla.

En Estados Unidos, por ejemplo, los colegios profesionales proporcionan recursos y formación continua sobre bienestar en aras de educar e informar al colectivo, realizan campañas de sensibilización para fomentar los comportamientos de búsqueda de ayuda profesional y disponen de programas de asistencia, a través de los cuales pueden ayudar a aquellos compañeros que padecen algún tipo de trastorno o adicción.

En Reino Unido, los colegios de los solicitors y los barristers también están dotando a sus profesionales de formación e información para que adquieran conciencia de la importancia de su bienestar. Mientras los primeros disponen ya de sus primeras encuestas específicas, los segundos lanzaron el vídeo “Wellbeing at the Bar”, en el que se pretende animar a los abogados a que no tengan miedo a hablar de salud mental y a pedir ayuda profesional si lo precisan.

¿A qué espera la abogacía española?

Manel Atserias Luque es presidente del Instituto de Salud Mental de la Abogacía 

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