_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La industria necesita una apuesta inversora en tecnología, I+D y formación

CINCO DÍAS

El goteo de anuncios de cierre de factorías industriales de los últimos días –el último de ellos, el de las plantas que la siderúrgica estadounidense Alcoa tiene en Aviles y La Coruña– hace inevitable reavivar el debate, nunca cerrado y tampoco resuelto, sobre el futuro del sector secundario en España, que no ha cesado de perder peso en el conjunto de la economía en los últimos años. Las causas que se han esgrimido para justificar los cierres y dificultades, que incluyen no solo a Alcoa sino también a otras empresas, son diversas, y comprenden desde los altos costes de la energía, la escasa inversión y una tecnología ineficiente, hasta el aumento del coste de las materias primas y una coyuntura internacional adversa. Varios de esos factores son coyunturales, pero el problema de pérdida de competitividad y peso de la industria española no es nuevo y su respuesta tiene que aspirar a ser estructural y permanente.

El tamaño de nuestro sector industrial se ha reducido en un 20% desde la década de los 70, como se señala en un informe presentado ayer por el servicio de estudios de Funcas. Hay actividades que han ganado peso relativo, como la química, la farmacéutica o la del automóvil, que puja sistemáticamente por el liderazgo mundial en determinadas franjas de mercado, pero otras han ido desapareciendo a partir de la reconversión de los años 80, y no han sido sustituidas. La falta de renovación de los equipos, la escasa apuesta por la tecnología y por la innovación de productos, la falta de inversión, en definitiva, ha generado una pérdida paulatina de pulso industrial que un país como España no puede permitirse si quiere mantener su estatus de desarrollo. Aún estamos a tiempo de forzar una apuesta por la industria de última generación, conectando el conocimiento de la universidad, la abundancia de capital dispuesto a emprender y la experiencia ganada en los últimos años con el salto empresarial en el comercio mundial. Pero nada de ello será posible en el siglo de la digitalización sin un impulso político firme que incluya incentivos a la inversión.

Archivado En

_
_