La hora de la verdad para los derechos de autor
La reforma de esta legislación debe proteger a los creadores y preservar la libertad en internet
La reforma de la legislación sobre derechos de autor ha resultado ser una de las partes más controvertidas de todo el proyecto del mercado único digital. Puede que este hecho no sea tan sorprendente: hay muchos intereses creados, están implicadas grandes industrias y se han producido pocos cambios en las normas en varias décadas.
La Comisión Europea presentó su propuesta de reforma de derechos de autor en 2016. Nuestro principal objetivo es el de adaptar la legislación de la UE a la era digital. Además, queremos que desde cualquier país de la UE pueda disfrutarse de más películas, series y demás materiales culturales de los otros Estados de la UE. Queremos mejorar la retribución de los creadores y artistas, ampliar sus oportunidades de mercado, apoyar la creatividad y la innovación digital, ampliar el acceso a la cultura de los usuarios en línea y proteger la libertad de expresión. Aunque todo esto debería haberse hecho hace mucho tiempo, políticamente es mucho más difícil de lo que parece.
Esta propuesta se encuentra actualmente en su trámite legislativo europeo, con el Parlamento a punto de fijar –previsiblemente el día 12– cuál es su posición sobre el texto. Una vez fijada, habrá que acordar un texto final, con la Comisión Europea y el Consejo, órgano que representa a todos los gobiernos de la UE.
Como ya he señalado, la reforma es un tema controvertido, lo que es un eufemismo: ha sido sorprendente la envergadura de la presión ejercida por todas partes por los grupos de interés. Todos afirman que sus rivales matarán la creatividad o la innovación o que acabarán con internet, o todo a la vez. Parece como si tuviéramos que elegir entre proteger a los artistas o a internet. Este planteamiento no nos lleva a ninguna parte. Tenemos que superar los eslóganes y las exageraciones para encontrar un compromiso viable que ofrezca a los europeos una legislación sobre derechos de autor adecuada a la era digital. No se merecen menos y se puede lograr.
Lo que deberíamos hacer, juntos, es proteger a ambos: asegurarse de que se paga a los artistas equitativamente por su trabajo y, al mismo tiempo, proteger la libertad de expresión y la creatividad en internet. Así pues, no deberíamos aceptar nada que ponga en peligro esta libertad, ni deberíamos permitir que los artistas ni los medios de comunicación de calidad se queden sin protección.
Recordemos además que la reforma de los derechos de autor también implica muchos otros aspectos como, por ejemplo, facilitar a los museos la realización de copias digitales de importantes obras protegidas por derechos de autor para conservarlas; facilitar a los profesores de forma no comercial la utilización de material protegido; facilitar a los investigadores el empleo de la minería de datos para analizar grandes conjuntos de documentos; hacer que más obras audiovisuales de un país de la UE estén disponibles en otro país de la UE. En definitiva, no avanzar en la reforma significa que también perderíamos todos estos aspectos positivos.
Dos puntos han atraído la mayor atención y provocado más desacuerdo. El primero consiste en la concesión de un nuevo derecho para los editores de prensa que les facilite negociar con las plataformas en línea sobre cuándo se utilizan sus publicaciones. Este derecho sería comparable al que actualmente existe para los productores de discos y de películas y para las entidades de radiodifusión. Creo que está bien como posible forma de apoyar a los medios de comunicación de calidad. Sin embargo, un nuevo derecho de este tipo no debe restringir la libertad de las personas para hacer enlaces a artículos en internet, ni memes. Este es un elemento fundamental de un debate libre en la red.
El segundo punto es la protección de los artistas. Aquí sigo pensando que nuestra propuesta iba en la dirección correcta desde el inicio. En ella se recogía que las principales plataformas de internet, que permiten a las personas cargar una gran cantidad de vídeos, fotos y de otros contenidos, deberían, junto con los titulares de los derechos, identificar el material protegido por derechos de autor de forma que los artistas puedan ser remunerados adecuadamente por su utilización. En cierto modo, esto es parecido a cuando la bibliotecas cuentan los libros prestados, o las emisoras de radio cuentan las canciones que han emitido.
Lo ideal sería que el Parlamento se acercase más a nuestra propuesta inicial para su votación de septiembre. Creo de veras que se trataba de una buena propuesta y que tenía en cuenta todos los intereses contrapuestos, lo que no era fácil de alcanzar. La propuesta inicial de la Comisión Europea evita el riesgo de crear normas que den lugar a un filtrado muy amplio de contenidos, mantiene la libertad de expresión y obliga a asegurarse de que existen medidas para evitar la eliminación abusiva de material y para impedir cualquier vigilancia general de internet. Lo digo porque veo un gran número de personas que piensan que la posición política del Parlamento en su informe sobre la reforma de los derechos de autor que se estaba dibujando (y que acabará fijándose el día 12), aún no contenía un equilibrio o compromiso aceptable. Muchos están inquietos sobre lo que ven en ese informe como medidas que limitan su libertad de expresión en internet. Así pues, aún quedan muchas cuestiones que debatir, incluso antes de que empiecen, esperamos que en otoño, las negociaciones entre el Consejo, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea.
Sería ingenuo creer que será fácil encontrar la solución intermedia adecuada y lograr un compromiso aceptable entre los bandos enfrentados manteniéndose al mismo tiempo del lado de los consumidores, los creadores y las empresas. El debate actual, será todo menos fácil.
Sin embargo, como he dicho al principio, creo que es posible, siempre y cuando exista suficiente voluntad política y flexibilidad para hacer que los derechos de autor redunden en beneficio de Europa en la era digital.
Andrus Ansip es Vicepresidente de la Comisión Europea encargado de Mercado Único Digital