Agosto, uno de los meses con la luz más cara de la década
La factura subirá un 10% sobre el año anterior, según el simulador de la CNMC Pese al clima favorable, el alza de los derechos de emisión de CO2 eleva los precios
Este mes de agosto va camino de ser el segundo mes con la luz más cara en una década; el precio de la electricidad alcanzó este miércoles los 70,99 euros MWh en el mercado mayorista, a un paso del récord de 71,49 euros de enero de 2017, y por encima de los 63,64 euros de 2013. Durante todo el mes los precios han rondado los 65 euros, y ya julio se cerró con una media mensual de 61,88 euros, un 27,5% más que un año antes.
Esto se tradujo en un aumento del precio de la factura de la luz del 1,8% en julio respecto al mes anterior, y un 8,1% interanual, según datos del INE. Para agosto, los datos preliminares del INE también apuntan a que la electricidad será la partida que más encarezca la cesta de la compra. Concretamente, la factura media para un consumidor doméstico ascendió en julio a 72,53 euros, frente a los 70,94 euros del mes anterior y los 65 de hace 12 meses, según datos recogidos por Europa Press a partir del simulador de la CNMC. Un alza del 10% en un año “España se sitúa en uno de los cinco países más caros en el precio final de la electricidad al consumidor” teniendo en cuenta la renta de las familias, afirma Juan Carlos Higueras, Profesor de EAE Business School.
Pero, ¿cuáles son los factores que afectan al precio de la electricidad? La climatología es un factor de primer orden: las olas de frío y calor generan un aumento de la demanda de aire acondicionado y calefacción, y del clima depende también la producción renovable. Pero el pasado julio la demanda se redujo un 0,5% sobre 2017 (cuando se registró una larga ola de calor), según el boletín de Red Eléctrica Española.
Por otro lado, la producción de las renovables (menor cuando la sequía vacía los pantanos o cuando no hay viento para mover los molinos) no ha bajado, sino que ha subido: también según Red Eléctrica, la producción hidráulica y eólica experimentaron un aumento del 74% y del 10,4%, respectivamente, respecto a 2017. Los embalses están al 55,4% de su capacidad, un 18,4% más que hace un año.
Ahora bien, que se genere mucha energía renovable no tiene por qué impactar necesariamente (aunque casi siempre lo hace) en el precio de la luz. Es un mercado marginalista, donde el precio lo marca la energía más cara, que suele ser el gas y el carbón. Ésta fija el precio para las demás tecnologías.
Lo sucedido estos meses tiene que ver, precisamente, con el coste de generación de gas y carbón. Estas centrales térmicas deben comprar derechos de emisión de CO2, y estos derechos se han encarecido de forma exponencial: hace un año estaban en torno a seis euros la tonelada y ahora se encuentra en 21,30 debido al anuncio de la Comisión Europea de crear una Reserva de Estabilidad de Mercado. Su función es retirar derechos de circulación cuando el precio del CO2 sea bajo, y en inyectarlos cuando sea alto. Los demandantes de estos derechos han adelantado su compra y el alza de precios ha repercutido en el mercado mayorista de los megavatios.
Así AleaSoft, empresa desarrolladora de modelos de previsión de demanda y precios en mercados energéticos, afirma que la situación en el resto de Europa no es tan distinta. En julio, los mercados con mayor aumento de precio han sido Francia y Alemania, que se acercan a los máximos del mercado MIBEL (España y Portugal), Italia y Reino Unido. A ello ayuda también el alza en el precio del petróleo, que arrastra también el precio del gas usado en las centrales de ciclo combinado.
En tercer lugar, también ha influido la paralización de 22 reactores nucleares en Francia; el país galo tiene que importar electricidad de países como España. “Eso conlleva también un aumento de la producción en el resto de países, lo que también encarece el precio de su pool”, afirma Oriol Saltó, experto de AleaSoft.
El resultado para el particular es que este mes, el recibo de la luz será de los más caros de los últimos años. Una situación que, a juicio de Natalia Fabra, economista de la Universidad Carlos III y experta en energía, plantea dudas sobre el propio modelo de mercado: “¿Por qué estamos retribuyendo a la hidroeléctrica con unos precios que están influidos por el aumento de unos costes que no tienen nada que ver con los suyos propios?”. En el contexto actual, explica, una central hidroeléctrica oferta su generación al coste de la central de ciclo combinado. “Como las otras tecnologías no pueden pujar precios inferiores, la hidroeléctrica puede elevar los precios en la subasta sin riesgo de ser desplazada”.
En 2013 la escalada de los precios provocó que el Gobierno modificase el sistema de subastas eléctricas, y una posterior sanción de la CNMC a Iberdrola por manipulación de precios. En 2017 el nuevo récord no deparó tanto escándalo, y el precio se estabilizó en los 45 euros. Pero aquel mes sí se registró una ola de frío fuera de lo común y se arrastraban varios meses de sequía.