Los aranceles de EE UU, contra las bebidas espirituosas
Solo el libre comercio genera riquezas
Cuando empezábamos a salir de la crisis y el comercio mundial retomaba la senda de crecimiento perdida en el último decenio, la nueva Administración norteamericana da un giro radical en la política comercial con su America First, provocando el rechazo de la comunidad internacional, y poniendo en peligro los preceptos del libre comercio.
La imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio con la débil excusa de proteger la seguridad nacional le ha llevado a enemistarse con sus principales socios comerciales: Canadá, México, China... y la Unión Europea, lo que nos ha llevado a un cruce de medidas de retorsión que no beneficia a nadie, y que no podemos saber cuándo (ni cómo) acabará.
Por lo que al sector de bebidas espirituosas se refiere, es comprensible que la Unión Europea no acepte medidas unilaterales por parte de los Estados Unidos y haya mantenido la firme decisión de llevar ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) esta práctica que no se ajusta a las normas establecidas. Pero como siempre, las disputas tienen efectos colaterales indeseados, que en nuestro caso no son menores.
El sector de bebidas espirituosas en España representa a una industria que genera un valor económico cifrado en más de 7.500 millones de euros, e incluye tanto la producción nacional como marcas globales, que en este caso se han visto perjudicadas por la implantación de un arancel complementario para las importaciones de Estados Unidos. Y esto se traduce en mayores costes, alteración de las políticas de aprovisionamiento y quebrantos en las estrategias comerciales de las empresas, o lo que es lo mismo: pérdida de valor y menos generación de riqueza en la cadena industrial y comercial, incluida la restauración, cuyo último perjudicado siempre es el consumidor.
Hace unas semanas, el presidente norteamericano amenazó con una segunda ronda de retorsiones que apuntaban directamente a la industria alemana del automóvil, uno de los principales motores económicos del viejo continente. A pesar del “principio de acuerdo” alcanzado entre Trump y Juncker en los últimos días, este tipo de órdagos mantienen la amenaza latente.
El riesgo sigue presente y puede derivar en una escalada que afecte nueva y directamente a la industria de bebidas espirituosas, lo que supondría un duro golpe para nuestro sector, tanto a nivel nacional como fuera de nuestras fronteras. Conviene recordar que la balanza comercial agroalimentaria de la Unión Europea es superavitaria, con crecimientos significativos en los últimos años, y en especial en nuestro sector, que representa la primera partida en valor de las exportaciones agroalimentarias europeas, según datos de nuestra patronal europea, SpiritsEurope.
Además, tenemos que tener en cuenta que Estados Unidos y la Unión Europea son dos mercados que han construido una larga tradición comercial basada en la confianza mutua y en el libre mercado. En lo que al sector de bebidas destiladas se refiere, hay que destacar que las exportaciones europeas a Estados Unidos se han incrementado un 60% tan sólo en la última década, como también han aumentado las importaciones con origen en Estados Unidos.Si nos centramos en el mercado nacional, las empresas de bebidas espirituosas han realizado un importante esfuerzo exportador en estos difíciles años, en los que la crisis supuso la perdida de cuatro de cada diez consumiciones. Nuestro sector nacional supo reconvertirse y hacer una clara apuesta por la tradición y la calidad de nuestras producciones, lo que se ha demostrado un acierto comercial muy valorado más allá de nuestras fronteras.
Así, Estados Unidos se ha convertido en uno de nuestros principales destinos comerciales, y una pieza clave para las exportaciones del sector hacia mercados desarrollados, por lo que cualquier injerencia comercial sería un duro revés para una industria como la nuestra con fuerte vocación internacional.
Las economías modernas se rigen por cadenas de valor globales, interdependientes, en las que se entrelazan bienes e intangibles (más en un sector como el de bebidas espirituosas), cuyo valor va más allá del simple producto físico. La alteración de esta cadena afecta a todos sus eslabones, independientemente de su origen. Cuando Trump amenaza a la industria alemana del automóvil olvida que gran parte de los componentes que ésta emplea tienen origen dentro de sus fronteras..., por eso insistimos en que nadie puede salir beneficiado de una guerra comercial.Las administraciones comunitaria y española deben hacer el máximo esfuerzo para frenar esta escalada, y buscar puntos de encuentro de manera que la Organización Mundial de Comercio sea el terreno lógico para plantear las diferencias (que no guerras) comerciales.
La industria de bebidas espirituosas, como el resto de los sectores agroalimentarios, tiene claro que el comercio genera riqueza, como hemos demostrado con el boom de nuestra balanza comercial en los últimos años. El comercio libre, ha demostrado suficientemente sus bondades para el desarrollo económico mundial, mucho más aún entre ambos lados del Atlántico. ¡Va siendo hora de que lo defendamos!
Bosco Torremocha García de la Rasilla es director ejecutivo de la Federación Española de Bebidas Espirituosas
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