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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El influjo en EE UU de la concentración corporativa

El 90% del mercado de las telecomunicaciones del país está en manos de cuatro operadores

Getty Images

Schumpeter y Samuelson lo explicaron muy bien hace décadas: el último estadio del capitalismo se alcanza cuando, en uno, varios o muchos mercados, se crean monopolios u oligopolios que controlan los precios, los salarios, lideran las valoraciones en los mercados de valores y “mandan” en la economía y el empleo.

El Índice Herfindahl Hirchsman, utilizado por los reguladores estadounidenses para medir las concentraciones corporativas, por ejemplo, fruto de fusiones y adquisiciones, dice que, hoy, en EE UU, el 80% de los sectores de actividad experimentan la más alta concentración corporativa: los cinco primeros bancos americanos controlan el 56% de todos los activos financieros del país, equivalentes al 50% del PIB.

A principios de los años noventa, los seis primeros bancos controlaban una quinta parte de esos activos. El mercado de las telecomunicaciones inalámbricas concentra el 90% del tráfico en manos de cuatro operadores: tres, si T-Mobile y Sprint se fusionan. El 80% del tráfico aéreo norteamericano está en manos de tres aerolíneas, seis hace veinte años.

El caso más evidente es el de las nuevas tecnologías de la información digitales, en manos de Apple, Amazon, Google (Alphabet, la casa matriz), Facebook, Netflix y Microsoft. Las cinco grandes de internet generan el 50% de las ganancias de todos los mercados de valores (Dow Jones Industrial Average, NASDAQ, Nasdaq Composite, S&P 500): en 1980, 109 empresas como General Motors, Exon Mobile, General Electric, IBM) generaban un porcentaje similar. Estas empresas tienen en común ser tecnológicas, lideran sus mercados, sus productos son ubiquitous y forman parte de la vida de las personas y las empresas en todo el mundo. Sus marcas tienen un inmenso valor y son mundialmente conocidas y admiradas, como su valoración bursátil.

El 2 de agosto, la accion de Apple alcanzó el valor de 207 dólares (+50.000% que en 1980, cuando valía 57 céntimos de dólar) y se convirtió en la primera empresa estadounidense en alcanzar el billón de dólares (trillón, en americano) en market cap.

Los resultados del tercer trimestre de Apple dejaron con la boca abierta a inversores –Tim Cook, CEO de Apple, dijo ante analistas que se iba a volcar en la remuneración de los accionistas, en su inmensa mayoría familias cuyo plan de pensiones o 401k se agrupa en fondos de pensiones inmensos, que se convierten en fuertes inversores institucionales–.

El segundo accionista de Apple es Warren Buffett, con un 4,7%. Los ingresos de Apple, (56.000 millones de dólares) y sus beneficios (casi 20.000 millones de dólares) provinieron del iPhone en un 60%. Las ventas solo se incrementaron respecto al tercer trimestre de 2017, pero los consumidores pagaron, de media, un 20% más por cada teléfono, especialmente el último modelo, iPhone X, pensado para celebrar el de décimo aniversario del lanzamiento del primer iPhone, que ciertamente cambió la forma en que personas y sociedad se relacionan con la tecnología, la información, la comunicación y las redes sociales.

Ese sobreprecio del 20% se traduce en un margen neto para Apple de 129 dólares por teléfono. En otras palabras, Apple, hoy, es una máquina de hacer dinero. Muy lejos queda 1993 cuando John Sculley casi lleva a Apple a la bancarrota. La vuelta de Steve Jobs en 1996, tras su paso por Nextel, Pixar, Lucas Film y el universo Disney, explica Walter Isaacson, supuso no sólo el turnaround de la compañía sino el poner a las tecnologías de la informacion en el mapa empresarial. Siempre lo había estado, pero la percepción hace 25 años era que las TIC son cosas de ingenieros y de frikis.

En España, o trabajabas en banca, construcción, abogacía y tenías apellido de gran familia de hidalgos o los profesionales eran “don nadies”. Apple saco a las TIC de la marginación y hoy supone, sectorialmente, el 70% del PIB americano. iPod, iPhone, iPad y demás han transformado el mundo. Y las previsiones de Apple de llegar a 60.000 millones de dólares de facturación en su último trimestre e incrementar beneficios un 20% y, si la guerra comercial de Trump con China no lo impide, su negocio en el mercado asiático pasará del 18% al 25%.

Apple ha sido la primera empresa americana en alcanzar el billón de dólares de valor en bolsa. Pero no está sola: Amazon, Alphabet (Google) y Microsoft superan los 800.000 millones de capitalización bursátil. Facebook también lo estuvo, pero en un día perdió el 19% de su valor, evaporando 140.000 millones de dólares, por presentar unas expectativas a futuro menores de lo esperado; aunque sus beneficios se habían incrementado un 30%.

Lo mismo le sucedió a Netflix y, por un día, los índices bursátiles mundiales cayeron de media un 2%, para recuperarse inmediatamente. Volviendo al principio, la concentración corporativa de la economía digital en estas cinco empresas hace que entre Apple y Google provean del 99% del sistema operativo a los teléfonos móviles de todo el mundo. Poco importa que Samsung (cuyos resultados han empeorado), Xiaomi o Huawei vendan mucho. Lo importante es vender mucho... y caro, y con márgenes grandes, como Apple.

De cada dólar invertido en publicidad, el 60% lo obtienen Facebook y Google. Amazon es líder indiscutible en comercio electrónico y va camino de convertirse en rey del comercio, a secas, con compras como Whole Foods y creación de establecimientos físicos. Microsoft sigue siendo líder en sistemas operativos y, como las otras empresas, domina en inteligencia artificial y cloud.

En torno a estas empresas se ha creado un ecosistema cuyas compañías ya existían, como HP (robótica, impresión 3D), Oracle (que se hinchó a comprar otras firmas: Sun Microsystems, JD Edwards, Peoplesoft, Hyperion...), SAP, con Hana, Salesforce con Einstein, IBM, con Watson, Cisco, Sage y muchos cientos de empresas con sede, en su mayoría, en Silicon Valley.

El peso del sector tecnológico en el PIB, en el empleo hacen que EE UU sea la primera economía y sociedad digitalizada. Su presidente, Donald Trump, no se comunica con la ciudadanía mediante los medios de comunicación convencionales, a los que acusa de difundir “fake news”, sino a través de una red social, Twitter, donde le siguen casi 20 millones de personas que, a su vez, amplifican su mensaje.

La digitalización de la economía añade un 2% al PIB, con incrementos de productividad del 20% y de competitividad del 30%, especialmente en las pymes, que son el 90% del tejido empresarial norteamericano.

EE UU vive la racha más larga de bonanza económica desde los años noventa, con un crecimiento medio del PIB del 3%, fuerte creación de empleo (media de 220.000 mensuales) hasta reducir la tasa de paro al 3,9% (entre enero de 2017, cuando Trump tomó posesión y julio de 2018, la tasa de paro ha oscilado del 3,8 al 4,1%) y aumentos significativos de las tasas de participación laboral: cada vez más mujeres se incorporan al mercado de trabajo, la manufactura tiene problemas para encontrar trabajadores cualificados y aquellos que tienen capacidades tecnológicas y digitales tienen empleo asegurado sea cual sea su edad.

Los datos de empleo de julio (se crearon solo 157.000 puestos, por debajo de la media, porque más personas buscaron empleo) muestran que la generación de puestos de trabajo, en EE UU, no es estacional. Entre los no beneficiados están los salarios, solo incrementados un 2,7% anualizado.

El regulador ha detectado que, fruto de esa fuerte concentración corporativa, muchas empresas tecnológicas han pactado mantener salarios bajos, no contratar trabajadores de la competencia e incluir cláusulas de no competencia por las que si un empleado deja la empresa, no puede ir a trabajar a la compañía de al lado.

Esta situación, convertida en estructural en los últimos diez años hace que crezcan las desigualdades sociales, la clase media se reduzca y muchos millones de personas tengan que trabajar dos o tres turnos diarios, para llegar a fin de mes. Y esta desgracia afecta por igual a latinos y a votantes blancos de Trump. En cambio, los afroamericanos salen ganando porque su tasa de paro en diez años, ha pasado del 16% al 5,7%.

La Bolsa americana, sus índices, viven un bull market de diez años gracias a Apple, Amazon, Google, Facebook, Microsoft... que, a su vez repercute positivamente en la economía, aunque de manera desigual para ricos y pobres. ¿Cuanto durará la expansión del 3 o el 4%? Tanto como estas empresas sigan generando beneficios. Ni más, ni menos.

Jorge Díaz Cardiel es socio director Advice Strategic Consultants y autor de Digitalización, productividad y competitividad

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