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Las ratas y la peste bubónica.

- ¿Qué historia es esa de las ratas? - No sé, es cosa muy curiosa. Ya pasará.«La peste» de Albert Camus

He traído a colación esta cita de «La Peste» de Camus —una inteligente alegoría del fascismo y de la incapacidad para detectarlo a tiempo— para hablar de la situación económica y política actual y como, a pesar de que desde el 2007 nos lo hemos propuesto evitar de manera denodada, hemos llegado prácticamente al mismo sitio al que llegamos tras la crisis del 29: los populismos, el proteccionismo, las guerras comerciales,… (¿la guerra?).

Nos pasa como el médico Bemard Rieux, protagonista de la novela, ve constantemente en su consulta pacientes con síntomas preocupantes, mordidas, abscesos y hematomas que, pasados unos días, mueren. Nos negamos a asimilar que ello pueda representar un brote de peste bubónica. ¡Es una enfermedad solo posible en la Edad Media y, por tanto, ya superado. Pero «...el mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia, puede ocasionar tantos desastres como la maldad»

Reiman en su último libro «Para combatir esta era: Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo» escribía: “Una variante del fenómeno de la negación es la idea de que cambiar las palabras también cambiará los hechos. Para los estadounidenses la palabra problema es un tabú. Cualquier situación que alguna vez pudo recibir esta etiqueta es ahora llamada un reto. Los problemas no existen, al menos no en los Estados Unidos de América. La palabra fascismo, en lo que respecta a política contemporánea, es igualmente un tabú en Europa. Está la Extrema Derecha, el Conservadurismo Radical, el Populismo, el Populismo de Derechas, pero el Fascismo… no tenemos eso. No puede ser verdad, ya no tenemos nada así, vivimos en una democracia. Por favor, ¡deja de esparcir el pánico y de ofender a la gente!”

La negación y la retórica lingüística para poder mirar para otro lado.

Jillian Lee (soprano)Lamont School of Music - University of Denve

La actual evolución de los acontecimientos no dista mucho de la de los años 30. Toda una ingente cantidad de decisiones aparentemente inteligentes que no han tenido ningún resultado. Pero hemos sabido sacar partido a todo mediante la técnica del Bla, bla, bla, pleno empleo; bla bla bla recuperación del PIB de antes de la crisis; Bla bla bla todo esta mejorando; Bla, bla ,bla, bla, bla, bla, ... (hasta el infinito).

«Delicious» del año 1931 no está entre los mejores musicales de la década de 1930, pero este número en concreto, es una mirada fascinante y desacomplejada de los falsos mecanismos creativos que Hollywood utilizaba (y todavía emplea) para generar sus producciones. Hoy, como ayer, como hace cientos de años es el fracaso del establishment para dar una solución real a los problemas de la ciudadanía (al margen de una inútil ocultación de la realidad) el que nos lleva directamente a la siguiente etapa que no es otra que los populismos.

Los populismos no son más que una etapa más en el deterioro de la situación. Los populismos utilizan los mismo argumentos vacíos del establishment pero para erosionarlo y finalmente destruirlo. Pero solo lo destruyen en la forma ya que en el fondo no van a aportar nada nuevo. Son una mera etapa más en el camino hacia los fascismos. Este último no es más que el populismo en su grado más extremo y cuya finalidad no es más que el autoritarismo.

Cuenta también Reiman en su libro, que el genial cineasta Fellini (cuya vida no estuvo exenta de un breve periodo como miembro del movimiento de juventudes fascistas italianas) definió el fascismo de la siguiente manera:

«El fascismo siempre surge de un espíritu provinciano, de una falta de conocimiento de los problemas reales y el rechazo de la gente —por pereza, prejuicio, avaricia o arrogancia— a dar un significado más profundo a sus vidas. Peor aún, se jactan de su ignorancia y buscan el éxito para ellos mismos o su grupo, mediante la presunción, afirmaciones sin sustento y una falsa exhibición de buenas características, en lugar de apelar a la habilidad verdadera, la experiencia o la reflexión cultural. El fascismo no puede ser combatido si no reconocemos que no es más que el lado estúpido, patético y frustrado de nosotros mismos, y del cual debemos estar avergonzados. Para contener esa parte de nosotros necesitamos más que activismo en favor de un partido antifascista, pues un fascismo latente está oculto en todos nosotros. Alguna vez ya ganó voz, autoridad y confianza, y puede hacerlo otra vez…»

El populismo y el fascismo comparten ese descrédito contra el establishment, la razón y la inteligencia. Apelan a los sentimientos más ajenos a lo humano. Para vencerles deberíamos recobrar la cordura pero también la necesaria purga de las élites, de sus caprichos, de sus costumbres, de sus injustas comodidades acumuladas durante la etapa de supuesto éxito de su modelo. Hasta ahora los esfuerzos de éstas élites ha ido en la dirección de evitarlo y sencillamente apelar a que "lo que viene es peor", cuando no esconder la realidad con discursos huecos. Ello necesariamente se ha probado altamente ineficaz.

Menospreciar a un enemigo no es útil, sobretodo cuando se acumula tantas decisiones erróneas a la espalda y el entorno es de decadencia. No es una mera coincidencia que el lenguaje de todos estos movimientos esta siempre ligado a volver a ser “grande otra vez”. Trump, Salvini, el Brexit, Le Pen,... son claros ejemplos de ello al igual que sus homólogos en los años 30's. Cuando se quiere volver a ser algo, necesariamente es porque actualmente no se es. Es la falsa promesa de la vuelta a un pasado glorioso en un «plis plas» y con soluciones simples, generalmente violentas y enérgicamente duras (para otros, los que nos impiden ser grandes).

Los nuevos poderosos que nos amenazan

«Rhapsody in Blue» de George GershwinLeonard Bernstein (piano y director)New York Philharmonic (1976)

«Rhapsody in Blue» es una composición creada por George Gershwin para piano solo y banda de jazz, estrenada el 12 de febrero de 1924 en el Aeolian Hall de Nueva York, en un concierto titulado " An Experiment in Modern Music" (Un experimento en música moderna), dirigido por Paul Whiteman y su banda, con Gershwin al piano. En el título, la palabra "blue" se refiere tanto al estilo musical blues (canción de este típico género musical norteamericano) como al estado de ánimo blue, que significa en inglés "triste, melancólico". La versión para piano y orquesta sinfónica, arreglada por Ferde Grofé en 1946, se ha convertido en una de las obras más populares de la música clásica de los Estados Unidos.

Esta música representa la irrupción de un nuevo agente en la historia de la música y con sus más genuinos elementos, en este caso el jazz. Nacería así la música americana sin complejos, sin querer imitar del todo las formas de la música europea. Pero para ello debió haber primero un nuevo punto de vista de las cosas, la de un nuevo poder económico que necesariamente se trasladaba fuera del viejo circulo de poder centrado en Europa. Estábamos en los alegres años 20.

Hoy como en los años 30's hay una amenaza al viejo orden que cómodamente sentado en sus hábitos parece no querer darse cuenta que su tiempo ha pasado.

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