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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El hundimiento de Rajoy abre un periodo de incertidumbre para la economía

Pese al crecimiento, existen fragilidades. Si las elecciones son finalmente inevitables, mejor pronto que tarde.

Gettyimages
CINCO DÍAS

El Gobierno de Mariano Rajoy toca a su fin. Salvo sorpresa mayúscula en la votación prevista para hoy, o una dimisión in extremis del presidente que solo serviría para ganar unos pocos días en funciones, todo apunta a que va a consumarse un vuelco político que pondrá a Pedro Sánchez en La Moncloa. Termina así un periodo de siete años que, en términos generales, deja un balance económico positivo, con la actividad todavía en crecimiento gracias a un contexto favorable, los frutos de las medidas adoptadas en la legislatura anterior y eel formidable apoyo del BCE. Sin embargo, el balance de la situación política de este periodo es un fracaso claro: Rajoy no ha sido capaz de mantener el apoyo de sus aliados, deja sin resolver la crisis de Estado por el procés independentista en Cataluña y, lo que ha sido decisivo en su final, no ha sabido reaccionar a la sucesión de casos de corrupción. No podía sostenerse en el poder un PP incapaz de regenerarse ni de asumir sus responsabilidades por los escándalos de un pasado no tan lejano.

El súbito hundimiento del presidente Rajoy, apenas unos días después de conseguir un difícil acuerdo para aprobar los Presupuestos, dará lugar a un Gobierno en minoría del PSOE con apenas 84 escaños, menos de la mitad de los necesarios para la mayoría absoluta. Que en la moción Sánchez recabe esos apoyos, porque multitud de fuerzas políticas han querido desalojar a Rajoy, no significa que este Gobierno vaya a poder aplicar un programa coherente que pueda unir a un abanico tan heterogéneo de formaciones. Ni siquiera una coalición con Podemos, que se antoja difícil, daría la estabilidad necesaria, y será delicado depender del voto del independentismo catalán, además del nacionalismo vasco, en el contexto actual de desafío a la legalidad.

El mantenimiento de los Presupuestos recién aprobados, garantizado por Sánchez, es un elemento claro de estabilidad, pero todo son incógnitas sobre lo demás. No hay, ni mucho menos, pánico en los mercados. En las Bolsas pesa más estos días el miedo a una fractura del euro por Italia y al coste de las guerras comerciales abiertas por EE UU. Pero la situación podría complicarse en cualquier momento si el nuevo Ejecutivo se muestra proclive a hacer cesiones al populismo de algunos de sus socios de moción; especialmente si se retrocede en el rigor presupuestario. Conviene tener presente que, pese al buen ritmo de crecimiento, existen fragilidades claras en la economía. Y que el elevado endeudamiento hace a España muy vulnerable a turbulencias en los mercados. Es el momento de la prudencia. Si una nueva llamada a las urnas va a ser inevitable, mejor pronto que tarde.

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