Moción de censura: Incertidumbre, episodio XVI
Sin las compras del BCE, unas elecciones en otoño dejarían España como en 2012
En el otoño de 1992 España padecía una intensa crisis financiera. La primera reacción del Gobierno y de los medios fue buscar un culpable y el elegido fue George Soros, que había especulado con éxito contra la libra esterlina. Yo era un joven estudiante de economía fácilmente impresionable y me creí la versión del malvado.
Pero empezó el curso y Antonio Torrero era nuestro profesor de economía española. Antonio es el economista más crítico que he conocido con los excesos de los mercados financieros y el mayor partidario de una regulación internacional estricta para mitigar los riesgos financieros sobre la estabilidad económica.
Torrero me dio dos consejos que nunca olvidaré y que enseño ahora a mis alumnos. El primero, analizar los intereses y la gorra de la persona que opina sobre cualquier asunto. Y en segundo lugar nos recomendaba que pensáramos en los mercados como alguien que tiene un potente telescopio en la Luna y ve todo lo que pasa en la Tierra. Sin duda dos consejos muy útiles para analizar el terremoto financiero producido en Italia la pasada semana y el tsunami ha llegado a las costas españolas.
Un partido de extrema derecha independentista del norte de Italia con un partido populista pactan formar Gobierno. A los primeros les interesa cuanto peor mejor para conseguir ser un país independiente. Y los populistas saben que la mayoría de los italianos culpan al euro de todos sus males y estarían dispuestos a abandonar la eurozona. Solo analizando estos intereses se puede entender que uno de los países con mayor deuda pública del mundo proponga un mecanismo para salir del euro.
La salida provocaría una intensa devaluación de la lira italiana y los inversores internacionales, cuando cambiasen sus liras por moneda local, habrían perdido el mismo porcentaje de sus ahorros que el porcentaje de devaluación. Por eso el mero temor a la salida del euro provoca una fuga de capitales de inversores que buscan cobijo en bonos alemanes, ya que en caso de ruptura se apreciaría. Por lo tanto, no sólo mantendrían sus ahorros sino que tendrían una rentabilidad positiva equivalente a la apreciación del marco alemán o del euro sin Italia.
Una semana después en España se firman los presupuestos in extremis y se evitó una bola de partido. Pero al día siguiente un juez sentencia al responsable durante décadas de la financiación del PP, al que el presidente del Gobierno nombró gerente de su partido, a 33 años de cárcel. Rajoy, consciente de que si abandona la Moncloa le esperan los juzgados, dice que no se va por el bien de los españoles y de la estabilidad.
Albert Rivera, primero en las encuestas y consciente de que en las dos elecciones anteriores se desinfló en la campaña, pide elecciones cuanto antes. Pedro Sánchez, tercero en los sondeos y con escasas probabilidades de sobrevivir a un tercer fracaso electoral en tres años, presenta una moción de censura. Pablo Iglesias, que había convocado la primera consulta a sus militantes para que decidan si tiene que dimitir por comprar una casa de 600.000 euros, una innovación en la política desde la Grecia clásica, dice que apoyaría una moción de censura.
De lo que no son conscientes todos ellos es que los mercados nos estaban observando con su telescopio. Los inversores tienen capacidad de autoengaño y conscientes de los riesgos que supone vender bonos españoles con el BCE comprando cada día cantidades millonarias es una apuesta muy arriesgada que puede poner en riesgo el cobro de su bono anual. Solo así se explica que entre 2015 y 2018, el periodo de mayor inestabilidad política que vive España desde la muerte de Franco, esta incertidumbre apenas haya influido en la prima de riesgo.
Pero la suma de Italia y España es muy grande, los inversores han dejado de comprar bonos españoles e italianos y muchos se han puesto cortos especulando a que la incertidumbre continuará un tiempo. El atractor de caos y la fuga de capitales ya se ha activado.
Lo que nadie sabe es: ¿cuánto durará? y ¿cuál será la intensidad de la fuga de capitales y la subida de la prima de riesgo?. El viernes, el bono a dos años italiano subió casi 30 puntos básicos, algo que no veíamos desde 2012. Aún así sigue al 0,52% por lo que si continúa la incertidumbre tiene mucho margen para seguir subiendo.
En Italia ya hay Gobierno y ha desaparecido del acuerdo el mecanismo para salir del euro. Si los miembros del gobierno dejan de hacer declaraciones desafortunadas y paran la tensión con Bruselas la prima de puede estabilizar rápidamente. En España la situación es más complicada.
Rajoy podría dimitir y el PP nombrar otro candidato, como ha exigido Albert Rivera en Madrid, pero parece un escenario poco probable. Rivera ha dicho que no apoyará la moción de Pedro Sánchez por lo que la única opción sería que gobernara con los independentistas a los que les tendría que aplicar el 155.
Otra opción serían nuevas elecciones en otoño, las terceras en tres años, y las encuestas dan un escenario de fragmentación e incierta gobernabilidad. Sin las compras de deuda del BCE estaríamos como en 2012.
José Carlos Díez es profesor de economía en la Universidad de Alcalá