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La mujer que ha roto el techo de cristal de la Bolsa

Stacey Cunningham es la primera presidenta en solitario del parqué de Wall Street

Stacey Cunningham, nueva presidenta de la Bolsa de Nueva York.
Stacey Cunningham, nueva presidenta de la Bolsa de Nueva York. HOGUE

226 años después de la fundación de la Bolsa de Nueva York, una mujer ha conseguido romper el techo de cristal del parqué neoyorquino. Desde el pasado martes, Stacey Cunningham (1975) es la nueva presidenta del mercado de acciones con más capitalización del mundo, convirtiéndose en la primera mujer en gestionarlo en solitario.

“Desde el momento en que pisé el parqué, la Bolsa siempre ha ocupado un lugar especial en mi corazón”. Cunningham fijó esta frase en su cuenta personal de Twitter el pasado 22 de mayo, cuando se conoció su nombramiento. Un mensaje que ha repetido en muchas ocasiones desde que empezase a trabajar como becaria en 1994.

Cuando empezó su incursión en Wall Street aún era estudiante en la Universidad de Lehigh. Se graduó en ingeniería industrial en 1996 y comenzó a trabajar como agente para el Bank of America. Aquel año, solo trabajaban una docena de mujeres en el NYSE, el edificio de la Bolsa, y el único baño del que disponían era una cabina de teléfonos reconvertida. El mismo que pidió instalar Muriel Siebert en 1967, cuando se convirtió en la primera mujer que tuvo un asiento en Wall Street y a la que Cunningham siempre ha señalado como una de sus grandes inspiraciones.

“Muriel allanó el camino”, reconoció la nueva gestora de la Bolsa de Nueva York en una entrevista con la revista económica The Street. “Creo que es realmente importante reconocer que cada vez que una mujer supera los límites y los redefine, lo hace para todas las que la siguen”, explicó.

En 2005, Cunningham abandonó el parqué criticando que la Bolsa se estaba quedando atrás ante el incipiente reto de la transformación digital. Se matriculó entonces en el prestigioso Instituto de Educación Culinaria de Manhattan, a un par de manzanas de Wall Street. Tras su formación, trabajó como chef en el restaurante Ouest, conocido por ser frencuentado por personalidades como el director de cine Sidney Lumet y que terminó cerrando en 2015.

Su pasión por la restauración llamó la atención del Financial Times, que publicó un reportaje en 2017 sobre una de sus facetas menos conocidas. “Creo que no son trabajos tan diferentes, tienes que interactuar con otros compañeros en momentos de mucho estrés”, explicó Cunningham sobre las similitudes entre el mundo de las cocinas y el de los mercados. En la misma entrevista confesó su pasión por la comida de preparación lenta, “cosas que tarden unas 18 horas en ser cocinadas”, y su predilección por las barbacoas y la carne de cerdo.

Después de dos años entre fogones, en 2007 se incorporó al Nasdaq, el segundo mercado de acciones con más capitalización del mundo tras el de Wall Street. Allí permaneció hasta 2011, primero como directora general de servicios de transacciones de compañías estadounidenses y luego como cabeza de ventas.

En noviembre de 2012 regresó al NYSE, el edificio que le dio su primera oportunidad en el mundo financiero. “No creo que tu carrera deba ser lineal”, dijo entonces al diario Times, “nunca pensé que iba a suponer un problema tomarme un descanso y tampoco que lo fuese para volver”. Primero se incorporó como directora de operaciones, manejando los mercados de valores y la gestión del gobierno corporativo. Esto le permitió ponerse al día acerca de cuánto había cambiado Wall Street después de siete años.

Cunningham es la primera presidenta de la Bolsa neoyorquina en solitario, pero entre 2002 y 2008, Catherine Kinney copresidió el Big Board. Sin embargo, en aquella época la responsabilidad de la gestión recaía en el consejero delegado. La nueva gestora sucede a Thomas Farley, el 66º presidente de la Bolsa de Nueva York tras seis años en el cargo. Tras conocer el nombramiento, Farley declaró que dejaba el NYSE “en buenas manos”.

El principal reto para Cunningham será, en sus propias palabras, “seguir evolucionando para garantizar que somos una fuente de capital para las compañías”. Para ello, tendrá que gestionar cerca de 28 billones de dólares –unos 25.000 millones de euros– según Reuters, a 800 empleados y a un total de 1.500 millones de acciones a diario.

Hace apenas un mes se trasladó la estatua de la Niña sin miedo frente a la sede de Wall Street. La obra es considerada un símbolo de la igualdad de sexos, y Cunningham va camino de convertirse en otro. En su primera semana al frente, las entrevistas que ha concedido han sido mayoritariamente a mujeres, y el pasado enero lideró un acto feminista realizado en Wall Street.

A pesar de haber reconocido en múltiples ocasiones que nunca se ha sentido distinta a otros hombres en el parqué, está haciendo lo mismo que en su día hizo su admirada Muriel Siebert: allanar el camino para superar los límites y redefinirlos para todas las mujeres que la sigan.

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