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La olvidada lana merina española se sube a la pasarela

El proyecto Made in Slow ha revalorizado esta materia prima en el mercado internacional Busca preservar la cultura de la trashumancia y el trabajo artesanal de las tejedoras

Cooperativa de mujeres de Made in Slow tejen a mano prendas de lana merina.
Cooperativa de mujeres de Made in Slow tejen a mano prendas de lana merina.

La lana merina, originaria de una raza de la península, está considerada una de las mejores del mundo y, sin embargo, en España ha estado a punto de desaparecer. Para evitarlo, en 2016 surgió Made in Slow, un proyecto que se propuso no solo revalorizar un producto de altísima calidad muy apreciado en el mercado internacional, sino también proteger el mundo rural y la cultura de la trashumancia, una tradición que goza de más de ocho siglos de antigüedad.

En menos de dos años, esta empresa ha conseguido que sus prendas se suban a las pasarelas de París y Madrid, de la mano de firmas como Boris Bidjan, Angel Schlesser, Ulises Mérida o IOU Project, e incluso ha pasado las primeras auditorías para proveer al grupo Dior con sus hilos de lana merina española y trashumante. “Trabajamos con marcas que dan valor a un tejido que aquí no hemos sabido proteger, y nos esforzamos por colocarlo en el mercado internacional para poder pagar más a los ganaderos y que puedan vivir de ello”, cuenta Alberto Díaz, cofundador de Made in Slow. 

Con la globalización y el aumento del consumo descontrolado de la ropa low-cost, el entramado textil en España prácticamente desapareció, explica Díaz. Al no existir una industria intermedia que transformara la lana esquilada en hilo, este leonés se percató de que el 95% de la lana merina española se vendía a precio de ganga al mercado turco y asiático, que tras lavarla, peinarla e hilarla, era quién le otorgaba el valor añadido.

“Puede parecer increíble, pero hasta hace unos años, era mayor el coste de esquilar a las ovejas que lo que se pagaba por la propia lana”, resalta, y añade que en España no se ha sabido valorar lo que tenemos, por lo que tampoco se ha sabido vender y mostrar al mundo. “Cuando los alemanes o japoneses ven lo que hacemos aquí se frotan los ojos”, relata orgulloso.

Made in Slow trabaja con 12 ganaderos trashumantes “que trasladen a sus más de 15.000 ovejas de las dehesas y pastos de invierno a los puertos de montaña en verano”. Una labor importante no solo para la calidad de la lana, sino también para preservar los ecosistemas y la biodiversidad. Una vez esquiladas, clasifican, lavan y peinan la floca, y la mandan a Béjar (Salamanca), “único bastión donde todavía se hace el hilado”. Aunque también venden madejas de hilo, la mayor parte de su negocio reside en la comercialización de un producto final: prendas tejidas a mano por una cooperativa de mujeres residentes en las cuencas rurales, algo que ayuda también a frenar la despoblación de estas regiones.

Un proceso totalmente trazable y artesano que tiene su coste: un chaquetón de lana puede oscilar entre los 250 y los 600 euros. No son productos baratos, reconoce Díaz, pero sostiene que son de la más alta calidad, están confeccionados para durar años, respetan el medioambiente y se paga un precio justo a todos los que participan en el proceso, que no es poco.

La filosofía y la calidad del proceso artesanal de Made in Slow animó a la marca Angel Schlesser, con presencia en la pasarela Cibeles, a trabajar con ellos para su colección otoño-invierno 2018/2019. “La industria poco a poco va siendo más consciente de que es fundamental saber de dónde proceden y cómo se han fabricado los tejidos”, explican desde la firma. Para esa misma temporada, en Ulises Mérida han apostado por esta lana trashumante, de la que destacan que "el tacto que aporta a las prendas supone un salto de calidad para el cliente, quien aplaude este tipo de prendas artesanales".

Además de su "altísima calidad, su tacto maravilloso y su trazabilidad", Anna Serena, directora de Lana Serena -otra de las firmas colaboradoras- destaca la la importancia de usar tejidos que respeten en medio ambiente, frente a la abundancia de fibras sintéticas contaminantes: "La lana merina es una materia natural, usada por la humanidad desde los inicios de la civilización y totalmente biodegradable". Kavita Parmar, fundadora de la marca IOU Project, comparte esos mismos valores, razón por la que, junto a Alberto Díaz, ha realizado ya dos colecciones de alta gama que vende en Japón. “A la gente aquí le encanta el proyecto pero todavía no está dispuesta a pagar por ello”, indica.

Una visión compartida por Díaz, quien señala que si bien a nivel internacional existe un mercado muy grande enfocado hacia un “consumo más racional, ecológico”, en España y otros países del sur de Europa todavía falta mucha concienciación. “Nosotros llegamos a muchos rincones del mundo, como Alemania, Noruega, Dinamarca, Japón o Estados Unidos, donde las personas están recuperando los valores y la sostenibilidad en sus hábitos de consumo. Nos llevan varios años de ventaja”, concluye.

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