La banca comienza a encarecer las hipotecas ante su nula rentabilidad
Bankia pide a su plantilla que coloque más crédito al consumo y sea más selectivo en el precio del crédito para viviendas
El crédito hipotecario sigue siendo el producto estrella de la banca para vincular a los clientes, aunque ha ido perdiendo peso en favor de otros préstamos o vías para enganchar al usuario bancario. Los negativos tipos de interés de las hipotecas, unidos a la caída del sector inmobiliario durante la crisis financiera, hicieron que este producto perdiera atractivo para las entidades financieras, aunque el nuevo auge del ladrillo, unido a la recuperación de la economía, ha devuelto el interés de la banca por su comercialización, pero con condicionantes.
De momento, prácticamente todas las entidades apuestan por las hipotecas a tipo fijo, algo que también defiende el Gobierno y que queda reflejado en la próxima ley hipotecaria que está a la espera de un consenso político para su aprobación.
Pese al fuerte crecimiento de las hipotecas, los expertos descartan que se alcancen volúmenes precrisis. De hecho, el crecimiento del crédito en el sector es aún negativo porque todavía no se ha logrado amortizar el importe de las hipotecas concedidas antes de la crisis. De cualquier forma, las hipotecas han cedido terreno al que sí se ha convertido definitivamente en el protagonista del negocio bancario, el crédito al consumo. Estos préstamos dejan mejores márgenes para la banca, razón por la que ahora todas las entidades centran sus estrategias en esta actividad.
Expertos del sector aseguran que una parte destacada de los nuevos créditos hipotecarios mantienen que el 50% de las nuevas hipotecas que se conceden no cubren el coste de capital, pese a que se ha subido su diferencial sobre el euríbor del 2,41% al 2,62% a finales de año. Sin embargo, mantienen que se necesitaría subir el precio al 3% para que realmente fueran rentables en la actualidad, en la que los tipos de interés son aún negativos, pese a la impopularidad de esta medida. “Se ha cambiado el crédito hipotecario por el de consumo, que da mayores aportaciones al margen de intereses”, subraya un experto, que insiste que esta es la explicación de que la tarjeta se haya convertido en un producto clave para los tres próximos años.
Bankia ha sido una de las primeras entidades en reconocer su intención de reducir el peso de la cartera hipotecaria dentro de su balance en favor de los préstamos al consumo. Quieren ser más selectivos en la concesión de la financiación destinada a la compra de una vivienda. Traducido, pretenden subir el precio de las hipotecas, lo mismo que otras entidades, mantienen fuentes sindicales.
En la última semana tanto José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, como el consejero delegado, José Sevilla, han visitado distintas direcciones territoriales del banco con el objetivo de explicar a los directores regionales el nuevo plan estratégico 2018-2020, a la vez que les marcaban los objetivos comerciales del año.
Fuentes financieras aseguran que, en general, el mensaje era: “Hay que vender hipotecas, pero sobre todo hay que colocar préstamos al consumo. Y los créditos hipotecarios deben contar con unos diferenciales más altos que los actuales”, o sea, hay que subir su precio. Y es que toda la banca tiene como asignatura pendiente aún la rentabilidad, y si no la mejora “difícilmente va a conseguir inversores a largo plazo”, explica un analista.
Un informe de Álvarez & Marsal, El Pulso de la Banca Española, también analiza la rentabilidad del sector, y el resultado es que, en general, las entidades suspenden. De una nota del 1 (la mejor) al 4 (la peor), esta consultora ha puntuado a las 12 principales entidades del país con una nota del 2,6, es decir, con un suspenso.
El presidente de la CECA y de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidro Fainé, también se refirió la semana pasada en la asamblea de la asociación de antiguas cajas y fundaciones a la baja rentabilidad de la banca española, sobre todo si se la compara con la de sus homólogos europeos, pese a que ha subido en el último año. En septiembre se situaba en el 7,7%, pero aclaró que este ratio no cubría el coste de capital. Los planes estratégicos presentados en las últimas semanas por varios bancos ya colocan su rentabilidad en doble dígito, pero no más allá del 13% en el mejor de los casos en 2020.
Volviendo a la reunión de Bankia con sus territoriales, fuentes financieras aseguran que Goirigolzarri insistió en que no solo no había nada de nada, sino que ese no fue el mensaje que quiso transmitir en la prensa británica. Lo entendieron mal, declaró. Asistentes a uno de estos actos que ha llevado a cabo la cúpula del banco a lo largo de España afirman que otro de los mensajes en los que más hizo hincapié Goirigolzarri fue en que “Bankia quiere ser el banco más eficiente de España”. De momento, la entidad está reduciendo su plantilla en en unos 2.000 empleados, como consecuencia del ERE que puso en marcha en febrero, aunque parece que no tiene en mente nuevas reducciones de puestos de trabajo en dos años.
Por cierto, el viernes Santander celebró su junta de accionistas. Tomaron la palabra 35 de ellos, una gran parte de los antiguos accionistas de Popular, que perdieron toda su inversión tras la resolución de este banco. Pese a todo, las críticas, quejas y crispación de estos extitulares del capital de la entidad intervenida fueron menores de lo que inicialmente se podía esperar. Nada que ver con la junta que tuvieron que sufrir los administradores de Banca Catalana en la junta de 1982, encabezados por Antonio Ruz de Alda, que fue secretario general del Fondo de Garantía de Depósitos y subgobernador del Banco de España, y otros representantes del FGD que tuvieron que salir escoltados por la puerta de atrás del Palacio de Congresos en Madrid, ante la intervención de la entidad vinculada antes con la familia Pujol. “Los accionistas estaban histéricos. Comprensible”, aseguraba hace unos meses uno de los protagonistas de esta intervención al recordar esa junta.
Tampoco tiene nada que ver con las primeras juntas de Alfredo Sáenz como responsable de Banesto tras la compra de esta entidad en 1994 por Emilio Botín, padre de la actual presidenta del grupo.