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Italia vota con poca esperanza de lograr un Gobierno estable

Forza Italia, de Berlusconi, parte como favorita pero 5 Estrellas espera ser la alternativa Los mercados han obviado el riesgo de inestabilidad en la tercera economía europea

La canciller alemana, Angela Merkel. REUTERS/Hannibal Hanschke
La canciller alemana, Angela Merkel. REUTERS/Hannibal Hanschke

Italia vota este domingo (entre las 7 de la mañana y las 11 de la noche) bajo la extraña sensación de que el recuento de papeletas dejará más interrogantes que respuestas. Más de 50 millones de italianos (incluidos cuatro millones que residen en el extranjero) están llamados a las urnas para elegir 630 diputados.

Los comicios pretenden resolver el impasse político provocado por el referéndum sobre la reforma constitucional de hace más de un año, que llevó a la dimisión del derrotado primer ministro Matteo Renzi. Pero casi ningún analista espera que las elecciones arrojen un resultado claro y algunos incluso temen que el nuevo Parlamento solo dure unos meses.

Bruselas no disimula su inquietud. Y teme que las elecciones italianas reaviven las tensiones en la zona euro si no facilitan la formación de un ejecutivo estable. “Hay que prepararse para el peor escenario, que sería no tener un gobierno operativo”, ha señalado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

La incertidumbre se ve ampliada porque Italia estrena un sistema electoral que, en teoría, debería facilitar la formación de un gobiernos de coalición pero que, por ahora, solo ha llevado a una amalgama de siglas en coaliciones electorales tan heterogéneas como potencialmente efímeras.

Forza Italia, el partido conservador de Silvio Berlusconi, ha logrado aglutinar una lista electoral con la extrema derecha (Liga Norte, entre otros), que llega a la jornada electoral con una intención de voto del 37%, según los sondeos. El segundo puesto, según esas encuestas, se lo disputarían el emergente Movimiento Cinco Estrellas y el alicaído Partido Demócrata (socialistas) de Renzi.

El partido de Berlusconi parece destinado a intentar formar un ejecutivo. Pero para complicar aún más la situación, el antiguo primer ministro se encuentra inhabilitado por lo que tendría que recurrir a su viejo aliado, Antonio Tajani, actual presidente del Parlamento Europeo, para presidir el Gobierno.

A pesar de tantas incertidumbres, los mercados se han mostrado impasibles durante la campaña electoral previa al 4 de marzo. Y aunque los bancos de inversión alertan sobre el riesgo de que la tercera economía de la zona euro quede bloqueada políticamente durante meses, ni las Bolsas ni la prima de riesgo italiana se han resentido de manera significativa.

La indiferencia de los mercados sorprende a Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank. “Los inversores no ven con excesiva preocupación la cita electoral”, señala Duce en un comentario sobre la votación del domingo. “Algo sorprendente”, añade, “si tenemos en cuenta que la economía italiana muestra unas cifras de crecimiento mucho más bajas que la media europea y que la tradicional fragmentación política ha conducido a mucha inestabilidad y ha impedido avanzar en las reformas”.

La Comisión Europea, en cambio, vigila estrechamente a Italia y, en particular, a su gigantesca deuda pública (130% del PIB). “Dado el tamaño de la economía italiana, [esa deuda] es una fuente de preocupación para toda la zona euro”, señaló la CE el pasado mes de noviembre en su última misiva exigiendo ajustes a Roma.

Bruselas calificó el proyecto de presupuestos de Italia para 2018 como "en riesgo de incumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento". Y la CE no descarta abrir en primavera un expediente disciplinario contra Roma si no acomete medidas para estabilizar y reducir la deuda pública. La Comisión considera imprescindible un ajuste estructural equivalente al menos al 0,3% del PIB. Una complicada tarea para el actual gobierno de Paolo Gentiloni o para el sucesor que salga del nuevo Parlamento.

Merkel IV o vuelta a las urnas

El domingo será la fecha decisiva para saber si Alemania avanza hacia el cuarto mandato de la canciller Angela Merkel... o hacia una repetición de las elecciones generales inédita en la historia del país desde 1945. La última palabra la tienen las bases del Partido socialdemócrata (SPD), unos 460.000 afiliados que deben pronunciarse en referéndum sobre el acuerdo de coalición gubernamental con los conservadores de la CDU (partido de Merkel) y de la CSU (conservadores de Baviera). Merkel se ha visto obligada a hacer grandes concesiones a los socialistas para intentar ganarse el respaldo de sus bases. El SPD se hará con las carteras de Exteriores, Finanzas y Trabajo, entre otras, lo que dará a los socialistas el control de gran parte de la agenda europea. Aun así, buena parte de las bases, sobre todo los afiliados más jóvenes, se resisten a una nueva gran coalición, la tercera entre conservadores y socialistas desde que Merkel llegó al poder en 2015. Una alianza contranatura a la que algunos afiliados achacan el desplome electoral del partido, que en los comicios de septiembre de 2017 cosechó los peores resultados desde el final de la II Guerra Mundial. Si el referéndum rechaza el acuerdo, Merkel tendría que gobernar en minoría, posibilidad que no le agrada, o aceptar la repetición de las elecciones. Las dos posibilidades chocan con la tradición política de Alemania y la mayoría de los analistas apuestan a que la gran coalición saldrá adelante.

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