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El fin de las patentes abre nuevas opciones en cirugía robótica

La aparición de alternativas al robot Da Vinci, el líder del mercado, presionará a la baja los precios En Andalucía, la fundación Tecnalia prepara la salida de un sistema que costará la mitad

Extirpación de un cáncer de endometrio con la ayuda del robot 
 Da Vinci Xi, en el área de ginecología del hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Extirpación de un cáncer de endometrio con la ayuda del robot Da Vinci Xi, en el área de ginecología del hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Hace pocos días, científicos alemanes del Instituto Max Planck presentaron un robot de tres milímetros de largo semejante a una tira de caucho que, gracias al material magnetoelástico del que está hecho, puede caminar, saltar, reptar y nadar... dentro del cuerpo humano. Los investigadores, que se inspiraron en el movimiento de medusas y orugas, trabajan para que la maquinita sea capaz de llevar medicamentos a sitios recónditos del organismo y luego disolverse.

Cuando este robot minúsculo, de textura suave y locomoción multimodal, esté listo para ser usado –aún no ha sido probado en humanos– va a redefinir lo que los médicos entienden por cirugía mínimamente invasiva. Hoy, los especialistas solo disponen de dos técnicas: la laparoscopia, la más extendida, por su coste relativamente menor, y la robótica, pero de tamaño natural, por distinguirla del invento alemán. 

Aunque parece novedosa, esta última tecnología lleva ya 10 años en los quirófanos. El primer modelo que salió al mercado fue el Da Vinci, que fabrica la californiana Intuitive Surgical, aunque el prototipo fue desarrollado a finales de los ochenta por el Instituto de Investigación de Stanford por encargo del Ejército estadounidense.

El robot es, en realidad, un sistema de tres partes: consola, carro y torre de visión. El cirujano maneja los instrumentos sentado en la consola. El paciente se acuesta en el carro, que se compone de cuatro brazos robóticos, uno de los cuales sostiene una cámara endoscópica que transmite imágenes en 3D al visor de la consola y a la pantalla de la torre.

Robot Da Vinci Xi del hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Robot Da Vinci Xi del hospital Clínico San Carlos de Madrid.

El sistema permite realizar operaciones a distancia, de ahí que a esta técnica también se la conozca como telecirugía. De hecho, en septiembre de 2001, médicos franceses utilizaron el Da Vinci para extirpar la vesícula biliar a una paciente de 68 años. Ellos estaban en Nueva York y ella en Estrasburgo. France Telecom colaboró para que la conexión se mantuviese estable.

La clínica de la Fundación Puigvert, en Barcelona, introdujo el robot en España en 2005. Entre los hospitales públicos, el pionero fue el Clínico San Carlos de Madrid, en 2006, que obtuvo el equipo (costó 1 millón de dólares) gracias a una donación de la Fundación Esther Koplowitz.

Jesús Álvarez Fernández-Represa, dirigía en ese momento el programa de Cirugía de Telepresencia del Clínico. “Recibimos un cursillo de tres o cuatro días en Estrasburgo. No fue difícil, porque son todo facilidades. Uno se acostumbra enseguida”, recuerda el médico, ya jubilado.

Actualmente, 38 hospitales disponen de un Da Vinci en España, según Abex, distribuidor exclusivo del modelo en la Península. Bell- vitge, Vall d’Hebron, Clínic (en Barcelona), Germans Trias (Badalona), IMED (Valencia), San Rafael (A Coruña) y los madrileños Clínico San Carlos, HM Sanchinarro, Sanitas La Zarzuela, San Rafael, Nuestra Señora del Rosario, Rúber Internacional, Rey Juan Carlos, Quirón Salud, y las clínicas Cemtro, Moncloa y Universidad de Navarra cuentan con la última generación, la X-Xi.

“Entre febrero y marzo instalaremos tres: en el Rey Juan Carlos de Madrid, que sustituirá su versión S [segunda generación] por la Xi; en la Clínica de la Universidad de Navarra en Pamplona, que cambiará una S por X, y en la Clínica Universidad de Madrid, una X”, refiere Pablo Díez Ménguez, director de la unidad de negocios de Abex.

Desde abril de 2016, cuando surge Abex (de la fusión de la barcelonesa Palex Medical y la italiana AB Medica), se han practicado unas 7.500 intervenciones con el sistema, con una media de crecimiento anual del 24%, precisa Díez. El equipo se empezó usando en urología y ginecología, pero ahora también se emplea para cirugía torácica, pediátrica y otorrinolaringología.

“El robot elimina el temblor de la mano, por lo que el cirujano trabaja más cómodo, y en operaciones largas, que pueden tomar cuatro o cinco horas, se cansa menos”, destaca Pluvio Coronado, ginecólogo del Clínico. “El paciente, por su parte, sangra menos, recibe menos analgésicos para el dolor y se recupera más rápido”, añade. 

La barrera es el coste. De acuerdo con Abex, el Xi cuesta alrededor de 2 millones de euros y su mantenimiento, 150.000 euros anuales. Una caja de instrumentos ronda los 2.500 euros. “A los hospitales les ofrecemos diversas opciones, desde la compra hasta el alquiler”, señala Díez, quien asegura que la inversión se amortiza en un plazo de siete u ocho años.

Las cifras

38 hospitales tienen en España un Da Vinci. En el mundo hay 4.400, de los cuales 742 están en Europa.

2 millones de euros es el precio de la unidad, sin contar el coste de mantenimiento y de las pinzas.

Coronado estima que, entre el robot, el mantenimiento y las pinzas, cada intervención cuesta de media unos 3.500 euros. Por eso, opina que la técnica robótica es más eficiente en operaciones muy complejas como cánceres de endometrio, cerviz u ovario, en el caso de ginecología, o de próstata en urología.

Sin embargo, la comunidad médica espera que los precios tiendan a bajar en los próximos años, ya que el vencimiento paulatino de las patentes que conforman el Da Vinci ha propiciado la aparición de nuevos competidores.

En Andalucía, la fundación Tecnalia está cerrando acuerdos con un grupo de inversores locales para lanzar en 2021 Kirubotics, un sistema parecido al Da Vinci, pero que podrá utilizar repuestos de múltiples proveedores, de manera que el coste de adquisición se reduzca a la mitad y el de mantenimiento, entre un 60% y 70%.

"El Da Vinci ha demostrado que esta técnica ha llegado para quedarse. Los inconvenientes son presupuestarios. Nosotros estamos desarrollando un robot que puede funcionar con brazos, instrumentos, sensores ópticos y softwares que ya existen en el mercado y no únicamente con repuestos propios, de modo que el hospital no sea esclavo del fabricante sino que pueda escoger entre varios proveedores", explica Igor Aristizabal, responsable de spin-off y valoración de activos de Tecnalia. 

Prototipo del robot quirúrgico desarrollado por la Universidad de Córdoba y que lanzará al mercado la empresa andaluza Kirubotics en 2021.
Prototipo del robot quirúrgico desarrollado por la Universidad de Córdoba y que lanzará al mercado la empresa andaluza Kirubotics en 2021.

El prototipo de Kirubotics fue fabricado por la Universidad de Córdoba en colaboración con Tecnalia y la Universidad de Málaga. El proyecto, que finalizó en diciembre de 2015, costó tres millones de euros y fue cofinanciado por el Ministerio de Economía y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional. En septiembre del año pasado, Tecnalia constituyó una empresa, con sede en Córdoba, para que se encargue de la industrialización y comercialización del robot.

Cuando Kirubotics llegue a los quirófanos, las universidades que participaron en su desarrollo recibirán unas regalías como titulares de los derechos de propiedad intelectual.

"Ellos [Intuitive Surgical] han realizado una labor de promoción espectacular y han conseguido posicionar la cirugía robótica en el mercado, pero ha llegado el momento de que entren nuevos competidores que extiendan el uso de esta tecnología a más hospitales", sostiene Aristizabal.

Álvarez Fernández-Represa, el cirujano del Clínico que utilizó el Da Vinci por primera vez, no es tan optimista: "La intención es muy bonita, pero difícil de llevar a la práctica". Argumenta que empresas más grandes con muchos más medios no han podido hasta ahora hacerle sombra a Intuitive. "Ojalá ellos lo consigan", afirma.

La versión impresa de este artículo se publicó el 15 de febrero de 2018 en la página 7 del suplemento Ciencia y Salud.

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