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Europa se compra un superordenador de 1.000 millones de euros

La nueva infraestructura permitirá procesar datos esenciales para la industria y la seguridad Bruselas quiere acabar con la dependencia del exterior para los cálculos más complejos

Placa de una computadora en un ordenador Intel. EFE/ Sascha Steinbach
Placa de una computadora en un ordenador Intel. EFE/ Sascha SteinbachSASCHA STEINBACH

El liderazgo mundial a partir de este siglo XXI se jugará en la gestión de datos, anuncian los futurólogos. Y Europa quiere entrar en esa competición, en la que ya van en cabeza EE UU, China y Japón, con un superordenador en el que va a invertir al menos 1.000 millones de euros.

La Comisión Europea ha anunciado este jueves la creación de una empresa (Euro High Performance Computing Joint Undertaking) encargada de adquirir y desarrollar una infraestructura de computación capaz de realizar cálculos a la máxima velocidad alcanzable con la próxima generación de ordenadores, que aspira al trillón de cálculos por segundo, umbral conocido como exaescala.

La nueva infraestructura resulta esencial para tareas tan imprescindibles en la economía actual como la reducción de los ciclos de producción, el diseño de nuevos materiales, la previsión meteorológica, la eficiencia del consumo energético o la creación de medicinas personalizadas. El superordenador también contribuirá a la seguridad y defensa del continente, al ofrecer la posibilidad de desarrollar tecnologías de encriptado o de rastreo y respuesta a ciberataques.

"Se trata de un paso crucial para la competitividad de la UE y su independencia en la economía de los datos", señala el organismo comunitario. El objetivo es recuperar el terreno perdido y acabar con la peligrosa dependencia exterior que las empresas y los centros de investigación europeos tienen para realizar sus cálculos más sofisticados.

Europa no tiene ningún ordenador entre los 10 más rápidos del mundo

"Es una carrera muy dura y la UE se está quedando atrás", ha alertado el vicepresidente de la CE del área digital, Andrus Ansip. "No tenemos ningún superordenador entre los 10 más rápidos del mundo", lamenta el comisario. La ausencia de esa tecnología, advierte la Comisión, supone una amenaza para los secretos comerciales de las empresas europeas, para la propiedad de datos relacionados con ciertas aplicaciones y para la privacidad en la gestión de los datos europeos. 

El nuevo superordenador será propiedad de los 13 países europeos que participan en la iniciativa, puesta en marcha en marzo del año pasado por Francia, Alemania, Italia, España, Holanda, Portugal y Luxemburgo. Esos países aportarán casi 500 millones de euros y el presupuesto comunitario añadirá otros 486 millones para cubrir los costes administrativos y operativos de la nueva compañía, cuya vida legal prevista abarca desde 2019 hasta 2026.

Bruselas calcula que la inversión europea en superordenadores está muy por debajo de la de sus competidores (EE UU, China y Japón), con una brecha anual de entre 500 y 750 millones de euros. "La escala de recursos financieros que requiere crear un ecosistema de computación de máximo nivel es tan enorme que ningún país europeo tiene la capacidad suficiente para construir por su cuenta un superordenador al mismo ritmo que los competidores internacionales", señala la CE.

La lentitud de las inversiones hace que los sistemas disponibles en Europa no permitan cubrir la demanda de la comunidad científica y empresarial. "Los científicos y la industria europea cada vez procesan más datos fuera de la UE", añade la CE.

La nueva compañía (EuroHPC) intentará resolver esas carencias. Para ello, adquirirá dos superordenadores de la máxima velocidad alcanzada en estos momentos (pre-exaescala) y al menos otros dos de rango medio. La utilización de esa red se ofrecerá a usuarios públicos y privados a partir de 2020.

Al mismo tiempo, la empresa apoyará el desarrollo del primer microprocesador europeo de bajo consumo y el diseño de computadoras europeas de exaescala.

El valor incalculable de los cálculos
Los superordenadores permitirán realizar cálculos de un gigantesco valor económico para numerosos sectores y empresas.
La CE apunta, por ejemplo, que la mejora en la precisión de los cálculos meteorológicos permitirá gestionar mejor desastres naturales que han provocado daños de más de 270.000 millones de euros en Europa en los últimos 40 años.
El superordenador también ayudará a rentabilizar mejor las energías renovables, ofreciendo la posibilidad de calcular la viabilidad económica de los parques eólicos (en base a predicciones muy exactas sobre el viento) o desarrollar materiales fotovoltaicos mucho más avanzados.
En salud, los superordenadores pueden contribuir al desarrollo de medicamentos adaptados a las características genéticas de cada persona o a la detección temprana de enfermedades raras
La revolución también llegará al sector agroalimentario, con aplicaciones para calcular las condiciones exactas de los terrenos agrícolas o la gestión más eficiente de los recursos hídricos.
La gestión diaria de la industria también recurrirá a los supercálculos para ajustar su actividad. Bruselas calcula que en el sector automovilístico, por ejemplo, los superordenadores ayudarán a reducir de 60 a 24 meses el ciclo de producción de los automóviles.

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