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Cinco factores que pueden hacer caer la Bolsa

Los ETF, los ‘hedge funds’ o el bitcóin podrían catalizar una crisis en el mercado

‘Traders’ en la Bolsa de Nueva York.
‘Traders’ en la Bolsa de Nueva York.REUTERS

¿Cuál será la causa de la próxima desaceleración del mercado? Hace falta un catalizador para activarla y otros reactivos para mantenerla. Estos podrían ser algunos de ellos, más o menos obvios:

-Sorpresas en los bancos centrales: Banqueros centrales como Janet Yellen, de la Reserva Federal, y Mark Carney, del Banco de Inglaterra, intentan no sorprender a los inversores. Es probable que eso sea más difícil de lograr en 2018. Yellen, por ejemplo, será sustituida pronto por Jerome Powell, quien, junto con sus contrapartes, puede acabar cambiando sus políticas más rápido de lo que los mercados esperan.

Carney, verbigracia, tiene que vigilar los precios de Reino Unido, con una inflación interanual en torno al 3,1%. Cualquier señal de que los precios suben repentinamente podría disparar las expectativas de aumentos muy graduales en los tipos de interés.

Los movimientos bruscos del mercado podrían verse amplificados por la reducción preprogramada por la Fed de su gigantesco balance de 4,5 billones de dólares. Después de una década de tipos ultrabajos, podría haber una gran exposición al aumento de los tipos de interés, y en ámbitos inesperados.

-Fondos de inversión cotizados (ETF): El rápido crecimiento y evolución de los –fáciles de usar– ETF es una bendición para los inversores. Estos vehículos tienen alrededor de 4,4 billones de dólares en activos, según una encuesta reciente de EY: es más de 10 veces más que en 2005. La consultora prevé un crecimiento anual del 15% en los próximos años.

Eso está muy bien, pero algunos riesgos están entrando sin hacer ruido. Uno es el rango cada vez más amplio de lo que intentan rastrear los ETF. Están floreciendo, por ejemplo, los fondos de bonos. Y cada vez más proveedores están ofreciendo indicadores para todo, desde ciertas estrategias similares a las de hedge funds –la llamada smart beta– hasta el equivalente a las apuestas apalancadas contra el rendimiento de acciones, como los ETF S&P 500 triple corto (que ganan el triple de lo que pierda el índice S&P 500).

Algunos de estos riesgos reproducen un problema que atormentó a muchos bancos y fondos de inversión en la crisis de 2008-09: un desajuste de liquidez entre un ETF que puede negociarse durante las horas de mercado, y activos subyacentes que son, o llegan a ser, ilíquidos, ya sean bonos escasos o futuros volátiles. Igual que el fracaso de las arraigadas creencias sobre los fondos del mercado monetario exacerbó la crisis de hace una década, la pérdida de confianza en las características clave de los ETF podría empeorar cualquier crisis futura.

-Crisis alfa: Los grandes fondos de pensiones y otros inversores institucionales se han deleitado con los boyantes mercados de valores, como refleja, por ejemplo, la subida del S&P 500 en 2017, un 19,4%. Pero los inversores también están preocupados por la próxima recesión.

Está de moda la idea de poner algo de dinero en efectivo en estrategias denominadas crisis alfa, compensación de riesgo de crisis (CRO) u otros ingeniosos apodos similares. Se supone que se comportarán positivamente en cualquier gran recesión.

Un aspecto de muchos de estos modelos es una estrategia conocida como futuros gestionados, que básicamente siguen el impulso de una gran cantidad de mercados líquidos. Estos fondos generaron grandes retornos positivos durante la crisis financiera mundial.

El peligro, sin embargo, es que los futuros gestionados, y aún más otros enfoques con menos historia, podrían resultar ser versiones modernas de los seguros de cartera, que se suponía que minimizarían las pérdidas de los inversores pero terminaron amplificando el crac del mercado de octubre de 1987.

David Harding, de la firma de inversión Winton, advierte de que no está garantizado que el éxito en las recesiones recientes de su división de futuros gestionados se repita en la próxima, y que las estrategias superficialmente anticíclicas podrían terminar mal, especialmente si hay demasiados inversores con las mismas ideas.

-Problemas con los hedge funds: Para ser justos con estos fondos, no fueron el combustible principal en la conflagración de 2008-09: ese dudoso honor es para los bancos. Sin embargo, el apalancamiento y las cotizaciones potencialmente abarrotadas pueden crear riesgos sistémicos, como demostró Long Term Capital Management en 1998.

El mayor hedge fund de todos, Bridgewater Associates, que gestiona 160.000 millones de dólares, tiene como buque insignia una estrategia denominada paridad de riesgo. Está diseñada para distribuir el riesgo de manera más o menos equitativa entre una variedad de tipos de activos y posibles comportamientos del mercado, utilizando un elemento de apalancamiento como ayuda.

El historial y la reputación del fondo son buenos, pero no ha sido testado con un mercado bajista sostenido en bonos y no es inmune a una serie de circunstancias que destruirían casi todas sus propiedades a la vez, lo cual propagaría el miedo entre su legión de clientes.

Alternativamente, un gran número de fondos más pequeños –cuyos activos totales se han duplicado desde la crisis hasta superar los 3 billones de dólares, según Hedge Fund Research– podrían terminar viéndose sorprendidos por los mismos movimientos del mercado, como les ocurrió a los fondos cuantitativos controlados por ordenador en agosto de 2007. Demasiados inversores corriendo a la vez hacia la salida provocarían una caída libre del mercado.

-Criptomonedas: Es difícil para un inversor a largo plazo tomarse en serio un activo que se desploma casi un 20% en un día y luego rebota un 80% hasta un nivel récord solo una semana después. Sin embargo, eso es lo que le sucedió al bitcóin entre finales de noviembre y principios de diciembre. Pese a todo lo que se habla de su uso como moneda, así como de la tecnología blockchain con la que está asociada, las divisas digitales son más que nunca el dominio de los especuladores expertos en tecnología. No es de extrañar, con el bitcóin en precios 17 veces más altos que hace un año.

El valor total de los bitcóins y Ether (otra criptomoneda rival) en circulación supera ya los 350.000 millones de dólares. Gran parte de eso está en papel (virtual), pero sigue siendo un síntoma del boom de los mercados financieros combinado con el crecimiento de la economía digital. Si los hackeos que aprovechan los fallos tecnológicos, o una fuerte caída en la demanda provocan una caída de los precios, las consecuencias también podrían contagiarse al mundo real.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad deCincoDías.

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