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Economía política de la regulación en América Latina

Ariel Casarín es profesor de Estrategia institucional y Regulación Económica en la Universidad Adolfo Ibañez, ubicada en Chile, una institución de referencia en el continente. Recientemente, ha participado en un encuentro en el marco de Agenda Pública, programa de geopolítica y asuntos corporativos que ofrece ESADE Business School. El profesor Casarín cuenta con una extensa experiencia en América Latina y dirige el Multinational MBA de su centro, con sede en Miami. Escribe e investiga sobre estrategias de mercado y no mercado, actividad que se ha multiplicado ante los procesos de privatización que han aparecido en Argentina, Chile, Brasil, Colombia, México, Perú o Uruguay. Su conocimiento, que parte de la economía, aborda el análisis estratégico de las industrias en tres ejes. A saber, la economía política de las decisiones, el orden regulatorio e institucional y la traducción del conocimiento complejo en la esfera pública. De la conversación, extraigo una notas sobre el futuro de la dirección general en América Latina, el creciente interés por los asuntos de no-mercado y la transformación de las políticas en el capitalismo creativo. Detallo ahora mis notas que interpretan algunas de las ideas expuestas por el profesor de origen argentino.

El entorno industrial e institucional es de creciente complejidad y los decisores políticos tienen una visión predefinida de la realidad. El valor del análisis técnico tiende a cero, si no es capaz de traducirse en términos de comunicación e influencia. Por este motivo, ha crecido el interés de los directivos por la lógica comunicativa de las decisiones que se toman. En sistemas presidencialistas, o bien con fuerte liderazgo político tradicional, interesan menos las evidencias científicas que la gestión de la reputación. La gestión del acceso al poder tiene alinearse con las industrias o las preocupaciones locales: hay menos internacionalización por causa de la captura de mercado. Por ahí debe explorarse la construcción de la lógica argumentativa. En cambio, en aquellos países en los que el Poder Legislativo es más fuerte se pueden utilizar herramientas clásicas de las relaciones institucionales. Las preferencias individuales se expresan de manera colectiva en el Parlamento, en los think tanks o en los medios de comunicación.

En América Latina no se da la uniformidad legislativa de otros mercados como el europeo, por lo que la estrategia corporativa requiere un estudio detenido, país por país. Porque el éxito de la diplomacia corporativa principia en la relaciones con la comunidad, la interacción con la clase política y con los directivos públicos. La cuestión se vuelve aún más compleja en un momento de crisis fiscal, desconfianza ante las instituciones y fuertes liderazgos de naturaleza populista. Este entorno adverso para el crecimiento empresarial ha espoleado la inteligencia directiva en la medida en que obliga a ampliar el foco de actividad del director general. No basta con un argumento racional para convencer a un líder sobre el desarrollo de una infraestructura, la apuesta por un modelo energético o la apertura de relaciones comerciales.

La anticipación, valor en alza. No es posible adivinar el futuro, pero sí cabe una interpretación sobre la transformación de la economía y la industria en los sectores regulados. Ha crecido la volatilidad, que depende de factores sociales y políticos de distinta naturaleza. En cambio, los elementos estructurales – apertura comercial, difusión de la innovación – evolucionan de forma más previsible. En el primer eje de estudio, el análisis estratégico ofrece poco valor añadido, si bien el segundo sí permite una previsión a medio plazo. Aquí gana peso la dimensión estratégica de la comunicación, en cuanto que crea los marcos de entendimiento de la revolución digital. El futuro y la sostenibilidad de la compañía dependerá en buena medida de la capacidad de identificar los vectores de cambio y sensibilizar a las distintas audiencias (gobierno, consumidor, competidores). Y esta acción de comunicación e influencia no se puede improvisar.

Soplan vientos de cambio en la gestión y la administración de los asuntos multinacionales. Ante un entorno abierto, digital, transparente y global, el directivo tiene que dotarse de nuevas herramientas. Las decisiones de corte técnico o profesional, cada vez más complejas, no se pueden tomarse sin considerar las dimensiones políticas. Las relaciones con los poderes públicos y privados está en el corazón del negocio, así que veremos más interés por esta suerte de economía política de la regulación.

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