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Valero: “La pensión que se cobra es en promedio el doble de lo aportado”

“Se podrían acelerar las reformas de 2011 y 2013 pero no creo que haya consenso” “En España el ahorro privado para las pensiones si no es semiobligatorio, no funciona”

Diego Valero presidente de la consultora de pensiones Novaster.
Diego Valero presidente de la consultora de pensiones Novaster.Juan Lázaro
Raquel Pascual Cortés

Diego Valero (Barcelona, 1962) es Doctor en Economía y actuario. Preside la consultora internacional de pensiones Novaster. Recientemente ha comparecido como experto en la Comisión del Pacto de Toledo para la próxima reforma de la Seguridad Social. Lo tiene claro:el sistema requiere de cambios “profundos” pero no se dan las condiciones políticas para que esto ocurra. Desde la presidencia del Comité Científico del congreso mundial de actuarios celebrado recientemente en Madrid, Valero defendió las aplicaciones de la economía conductual a los sistemas de pensiones. En España, el ahorro privado para la jubilación si no es semiobligatorio, no funciona, asegura.

R. Los ingresos de la Seguridad Social crecen ya el doble que los gastos. Si esto se mantuviera ¿cuánto tardaría en llegar el equilibrio? ¿Es factible que esto ocurra?
R. El equilibrio a la Seguridad Social llegará en unos diez años pero vendrá más por la bajada de los gastos que por la subida de los ingresos; a costa de unas pensiones más bajas para todo el mundo. El avance del gasto se irá desacelerando a medida que las reformas de 2011 y 2013 vayan teniendo más peso, porque aún es pequeño;eso es lo que llevará fundamentalmente al equilibrio. No hay un problema de sostenibilidad a largo plazo, sino de suficiencia de las pensiones.
R. ¿Es posible políticamente mantener el factor de revalorización, con la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas que se espera que genere?
R. Políticamente es difícil sobre todo con la composición actual del arco parlamentario. De hecho, el índice de revalorización es uno de los principales factores que propiciarán que el gasto se pueda reducir. Pero como implica pérdida de poder adquisitivo debería haber un apoyo por consenso del arco parlamentario y solo hay un grupo que está por la labor de mantenerlo (en referencia al PP). Si se eliminara sería un problema porque se tocaría el corazón de las previsiones de contención de gasto. Pero si se eliminara y no se tomaran otras medidas que lo contrarrestaran, no solo tendríamos un problema de suficiencia sino también de sostenibilidad.Es verdad que sería justo suavizar este factor ya que afecta al grupo de quienes ya están jubilados y no tienen margen de maniobra para conseguir ingresos adicionales compensatorios;pero implicaría más recortes a futuro. Los actuales jubilados contaban con una pensión que iba a evolucionar con los precios y ya no es así. Y el promedio de pérdida de poder de compra esperado es del 10% en los diez primeros años de esta fórmula de revalorización. Eso dificultará mucho las cosas. Si no se da margen para planificar el ahorro, los cambios improvisados perjudican a varias generaciones.
R. El Pacto de Toledo tenía que haber tomado medidas ya en esta legislatura.
R. La impresión es que no se está haciendo nada y que no cambiará nada a corto plazo, en esta legislatura. Puede que el Gobierno haga alguna mejora de la pensión de viudedad, que es razonable pero no deja de ser aumento de gasto. Y no hacer nada es dramático. En todo caso se podría acelerar las medidas aprobadas en las reformas anteriores, pero no creo que haya consenso para eso tampoco.
R. Hay quien defiende que debería haber un pacto de todos los partidos para decir a la ciudadanía que en el medio plazo no se podrán pagar las mismas cuantías de pensiones ¿lo comparte?
R. Naturalmente. Es una cuestión difícil desde el punto de vista político porque hay muchos votos en juego, pero por encima de eso debería estar la responsabilidad de los políticos. Nos tratan como a menores de edad, pero los ciudadanos están preparados para entender que cada vez vivimos más tiempo;y, por lo tanto, estamos más tiempo cobrando una pensión. Si no cambia nada no se puede pagar esa misma pensión. No se trata de asustar a la población. Convendría explicarles esto y, a la vez, proponerles soluciones; solo eso les tranquilizaría.
R. ¿Qué debería pesar más en la próxima reforma del sistema, medidas para contener el gasto o para aumentar los ingresos?
R. Sería partidario de una reforma profunda del sistema. No bastaría con una reforma puramente paramétrica –de las condiciones de acceso a la pensión y el cálculo de su cuantía–. Debería pactarse un modelo con tres patas: pensiones mínimas pagadas con impuestos que evitaran la pobreza en la vejez; un segundo pilar con pensiones puramente contributivas en la que cada uno se llevara lo que ha contribuido;y un tercer pilar que complementara los otros dos con pensiones privadas nutridas entre la empresa y los trabajadores.
R. Esas pensiones mínimas serían muy caras.
R. Sí, pero se pueden hacer cosas para reducir gastos de otras partidas. Revisar la viudedad, por ejemplo. No parece equitativo que el presidente de una empresa del Ibex de reciba de por vida una de estas pensiones. Deben estar mucho más adecuadas a las situaciones de necesidad, como en Alemania.
R. ¿Y Como sería ese segundo pilar?
R. Tras elevar las pensiones mínimas, se establecería un segundo tramo de pensiones contributivas públicas, en las que las cuantías deben estar intimamente ligadas a lo que uno aporta a lo largo de toda su vida laboral. En España, lo que la gente no sabe es que en promedio, en valor presente, recibe una pensión el doble de lo que ha aportado. Y, sin embargo, hay encuestas recientes en las que la gente cree que recibe menos de lo aportado. Con un escenario de cambio demográfico donde además no existen las mismas proporciones entre activos y pasivos, la situación actual es insostenible. Hay que vincular esa pensión al esfuerzo de cotización, siempre teniendo además una pensión mínima garantizada. Este es el modelo sueco.
R. Pero los suecos implantaron este modelo a lo largo de 20 años ¿nos daría tiempo?
R. Habría que empezar ya. Además, no es el único modelo bueno. En España hay cierta obsesión por el modelo sueco de cuentas nocionales, que podría ser de cierta utilidad en España pero no es completamente traspasable. Hay modelos que funcionan bien como el canadiense y no es de cuentas nocionales. Sería bueno crear una comisión internacional de expertos que vinieran a contarnos que han hecho. No se trata de copiar un modelo entero. Hay que adaptar partes.
R. ¿Y qué le parece el modelo británico de aportaciones semiobligatorias a planes privadas?
R. Esa sería la tercera pata del modelo que propongo. Consistiría en una aportación semiobligatoria a planes privados a través de las empresas. Las empresas están obligadas a hacer partícipes a sus empleados y estos lo pueden rechazar. En Reino Unido solo lo rechaza el 7%. Este sistema está basado totalmente en los postulados de la economía conductual, que es por lo que a le han dado el premio Nobel este año a Richard Thaler.
R. El peligro de este sistema sería que las empresas destinaran parte del salario a estas aportaciones y bajaran los sueldos.
R. Si eso ocurriera tendríamos otros problemas. Tendría que haber un reajuste global de los costes del sistema de pensiones, bajando las cotizaciones actuales para permitir destinar una parte a los planes privados; y crear quizás nuevas bonificaciones fiscales. Todo lo que no sean sistemas semiobligatorios en España no funcionan. Hemos tenido incentivos financieros y fiscales de todo tipo y ni aún así ha funcionado. Precisamente, el congreso mundial de actuarios que se celebró a finales de octubre en Madrid puso de manifiesto la viabilidad de la economía conductual para abordar el asunto de las pensiones. Ayuda a interpretar y a modelizar los problemas, que es lo que los técnicos tenemos que hacer luego que las soluciones políticas las den otros.

Sobre la firma

Raquel Pascual Cortés
Es periodista de la sección de Economía, especializada en información sobre empleo, Seguridad Social, pensiones y relaciones laborales. Licenciada en C.C. de la Información por la U. Complutense, empezó a trabajar en Cinco Días en 2000 y antes pasó por las secciones de política y economía de la agencia Europa Press y por el diario Soria 7 Días.

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