_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La imparable digitalización de la energía

Las renovables no bastan contra el cambio climático Hay que adaptar las centrales de combustión fósil

En un momento como el actual, podríamos imaginar un panorama dominado por las energías renovables. Si bien es cierto que se perfilan como clara alternativa de futuro al petróleo, también parece claro que este combustible seguirá desempeñando un papel crítico en los próximos años. Ben van Beurden, CEO de Royal Dutch Shell, afirmaba recientemente que ese punto de inflexión podría llegar en una década.

Supone un periodo de tiempo muy largo hasta que el petróleo deje de ser la principal fuente de energía, y de las más contaminantes; no en vano, la industria del transporte depende en gran parte de este combustible fósil. La cumbre de París (COP 21) arrancó el compromiso a los casi 200 países firmantes de reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Esto da cuenta del nivel de concienciación de muchos países respecto al cambio climático, aun cuando la salida de Estados Unidos amenazó con dar al traste con el acuerdo. A pesar de ello, el conjunto de la UE tiene el compromiso de reducir sus emisiones un 40% para 2030 (respecto a 1990) y entre un 80% y un 95% para 2050.

La penetración rápida de las renovables en los mix energéticos, criterio con el que se han concretado la mayoría de los objetivos individuales de cada país, será crucial para alcanzar esas metas, aunque no suficiente. Solo en 2015, la generación de electricidad y calor supuso el 42% de las emisiones del planeta. Esto sugiere que también tendrían que dedicarse esfuerzos –más, si cabe– a la transformación del parque de centrales de combustión fósil, de manera que mediante la incorporación de las tecnologías digitales logren operar de una manera sostenible y más eficiente.

Ciertamente, reconvertir las plantas mediante la digitalización requiere inversiones, pero las rápidas mejoras que se consiguen en la eficiencia operativa se traducen de manera significativa en forma de reducción de emisiones y de costes de explotación, entre otros. Nuestros datos indican que en cinco años una planta digitalizada podría ahorrar un 25% de combustible fósil.

En el último quinquenio, las utilities han invertido una media de 330 millones de dólares en la digitalización de sus plantas. Si se mantiene este ritmo de inversión, una de cada cinco centrales será digital en 2025. Esto supondrá la reducción de emisiones a la atmósfera en más de 600 millones de toneladas métricas, equivalentes a tener 28.600 millones más de árboles o 133 millones menos de vehículos en circulación.

Más allá de reducir los gases contaminantes, digitalizar es también sinónimo de eficiencia en su más amplio sentido, con impacto directo en la disminución de costes y el incremento de la rentabilidad. Las centrales que comiencen un proceso de digitalización aumentarán su eficiencia un 27% en cinco años, lo que equivale a decir que mejorarán su productividad anual un 5%, frente al 0,8% cifrado en 1990. En paralelo, también reducirían sus costes de explotación un 27% y otro tipo de gastos (materiales, logística, transporte, mano de obra) un 25%. En total, esta proyección del impacto digital, calculada para un tipo medio de central de ciclo combinado estadounidense de 400 MW, generaría unos ahorros de 20 millones de dólares al año.

Aunque queda mucho por hacer, los beneficios de aplicar las tecnologías de la información en las plantas de las utilities empiezan a ser una constante. Gracias a un sistema digital de control de turbinas, Stadtwerke ha registrado un 61,5% de eficiencia en una central de ciclo combinado en Düsseldorf, un 27% por encima de la media de la industria. Duke Energy, una de las mayores eléctricas de Estados Unidos, ha conseguido ahorrar 31 millones de dólares anuales en mantenimiento gracias a un sistema de seguimiento automatizado y en tiempo real de los activos mediante 30.000 sensores.

Hasta el momento, el principal foco de la digitalización de centrales se centra en la automatización de procesos (que usa un 58% de las plantas), seguida de la analítica de operaciones (45%), los sistemas predictivos de suministro versus demanda (41%) y el mantenimiento predictivo y preventivo (40%).

En la conferencia sobre el clima COP 23, del 7 al 16 de noviembre en Bonn (Alemania), los Gobiernos se reunirán para impulsar la aplicación del Acuerdo de París y debatir, entre otras cuestiones, sobre transparencia, adaptación, financiación o tecnología. Dentro de esta última, sería conveniente que la digitalización se abordarse de forma concreta y separada, para establecerse como una de las directrices para encarrilar el proceso, con objetivos individuales.

Carlos García Ruiz es vicepresidente y responsable de energía de Capgemini España

Archivado En

_
_