España debe invertir mejor en la jubilación
Solo un 3% de los partícipes en planes de pensiones opta por los modelos más rentables
El 9 de octubre se concedió el Premio Nobel de Economía de 2017 a Richard Thaler por sus estudios sobre la economía conductual. Su premio llega 15 años después del recibido por Kahneman, uno de los pioneros en aplicar la psicología al campo de la economía y la toma de decisiones de inversión por parte de los individuos.
Una de las conclusiones de los estudios de Thaler es que las personas no tomamos siempre las decisiones correctas, aún teniendo suficiente información para hacerlo. Un área de aplicación de estas conclusiones, como ha estudiado Thaler, es cómo nos comportamos ante el reto de ahorrar para la jubilación.
Enfilamos los dos últimos meses del año y, junto con los adornos navideños, los españoles recuperamos el interés por la inversión en pensiones. El diagnóstico en nuestro país es que no prestamos la atención debida a invertir adecuadamente el ahorro para la jubilación. Algo sorprendente porque, ¿no estamos ante el objetivo de inversión más exigente?
Teniendo en cuenta las previsiones demográficas, del mercado laboral y el aumento de la esperanza de vida, debemos prepararnos financieramente para una etapa de nuestra vida que puede prolongarse tanto como la activa. Para ello, es esencial no solo hacer un esfuerzo de ahorro, sino –y tan importante– invertirlo bien y exigirle rentabilidad; la diferencia entre hacerlo bien o mal puede ser enorme.
La realidad es que no lo hacemos del todo bien: el criterio fiscal se impone al financiero, sucumbimos a las campañas comerciales, preferimos una sartén hoy en lugar de una buena rentabilidad a largo plazo, y adoptamos un perfil ultraconservador, pese a que nuestro horizonte temporal es largo (y cierto).
El vehículo por excelencia para canalizar este ahorro son los planes de pensiones. En España hay unos 12.000 (sistema individual), que acumulan más de 70.000 millones de ahorro de unos ocho millones de personas. Se critica este producto por su rentabilidad, muy baja de media, pero el análisis de los datos permite afirmar que sí hay planes buenos y rentables, pero muy pocos partícipes invierten en ellos.
Por ejemplo, en los 10 planes más rentables de los últimos cinco años solo invierten el 3% de los partícipes. Los 10 planes más grandes aglutinan el 50% del total del patrimonio y ninguno se encuentra entre los más rentables. El 60% de las aportaciones se destinan a productos garantizados, de renta fija o renta fija mixta y solo un 25%, a renta variable o renta variable mixta.
Conclusión: hay una grandísima cantidad de ahorro que no está bien invertido, bien porque el enfoque no es el adecuado, bien porque el producto elegido no es bueno. Y esto sale caro. Por ejemplo, para un ahorro anual de 1.500 euros en planes de pensiones, la diferencia de dos puntos porcentuales durante 30 años es del 38%: con un 2% de rentabilidad conseguiríamos 60.852 euros (sin contar el ahorro fiscal) y si es del 4% obtendríamos 84.127 euros. El efecto de ese extra de rentabilidad es importantísimo.
¿Cómo podemos cambiar esto? Lo primero, es diseñar un plan de inversión que nos permita saber de cuánto dinero disponemos hoy, cuál es nuestra capacidad de ahorro anual hasta la jubilación, cómo queremos vivir cuando nos jubilemos y qué rentabilidad necesitamos.
Lo segundo, diseñar una cartera de inversión correcta y acorde con nuestro objetivo de rentabilidad. Por cartera correcta entendemos una distribución de activos global y robusta que nos permita obtener una buena relación rentabilidad/riesgo. La mejor decisión de inversión es permanecer invertidos en el largo plazo, asumiendo como normales los movimientos del mercado dentro de cada perfil de riesgo. Intentar hacer market timing normalmente da al traste con gran parte de la rentabilidad.
Por último, elegir el plan de pensiones adecuado. En este sentido, recomendamos tratar el ahorro para la jubilación exactamente igual que el del resto de objetivos. Si estamos acostumbrados a hablar de carteras de fondos de inversión, ¿por qué no construimos una buena cartera de planes de pensiones?
Obtener una rentabilidad diferencial es esencial. Estamos convencidos de que la gestión activa aporta gran valor adicional en el largo plazo, por eso, dedicamos gran parte de nuestro esfuerzo a seleccionar a los mejores gestores para cada activo y región. Nos gustan los gestores activos que intentan batir a sus índices. Pero no nos cerramos a la gestión pasiva en mercados que demuestran ser más eficientes, en los gestores tienen más dificultades para batir a sus índices de manera consistente. Por ejemplo, en Europa apostamos fuertemente por la gestión activa, mientras que en EE UU llevamos varios años destinando una parte importante de nuestra inversión a ETFs.
No obstante, el componente alfa o rentabilidad por encima del mercado que sean capaces de obtener los gestores es esencial para enfrentarnos a unos mercados inciertos, pero llenos de oportunidades.
En España, está habiendo un cambio en el mundo de la gestión. Un inversor más informado y exigente demanda productos más transparentes y más rentables. Hay muchos buenos gestores que llevan años demostrando su buen hacer en formato fondo de inversión que están apostando también por el plan de pensiones, al que dedican el mismo cariño y recursos. Existe también el plan de pensiones de fondos que, con un buen equipo de gestión detrás, es una buena solución para partícipes que quieren carteras globales y diversificadas.
En definitiva, hay buenos planes y podemos invertir en ellos creando nuestra propia cartera, pero es necesario dedicar tiempo a diseñar nuestra estrategia, cambiar el chip y pasar de ahorradores a inversores y dejar que la rentabilidad trabaje para nosotros. Como dice Thaler en Nudge, solo necesitamos un pequeño empujón.
Marta Campello es gestora de fondos en Abante.