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Luisa García: “América Latina tiene ahora muchas oportunidades empresariales”

“Las próximas elecciones van a mostrar si se opta por el liberalismo o por el populismo” “Chile ha perdido el papel de refugio económico”

Quince años en Latinoamérica le han dado una visión amplia de cómo funcionan las cosas en esta región, con bajadas y subidas constantes ligadas a la evolución de las materias primas y a los desequilibrios macroeconómicos. La última nación en caer ha sido Brasil, que ya acumula dos años de recesión. García es en la actualidad la directora de operaciones de la consulta de comunicación Llorente y Cuenca en Latinoamérica y es la encargada de las tres regiones (norte, andina y cono sur) desde la central situada en Lima. Cree que pese a la importante presencia de empresas españolas, “es un momento de muchas oportunidades”, aunque considera que la actitud respecto a sus clientes latinoamericanos debe cambiar.

R. La caída del precio de las materias primas y del petróleo ha ralentizado el crecimiento de las grandes economías latinoamericanas: Brasil está saliendo de la recesión y el avance del PIB de México se ha estancado. ¿Sigue siendo esta región una zona atractiva para invertir?
R. América Latina tiene ahora muchas oportunidades empresariales, pero precisamente este año que hay procesos electorales relevantes se pondrán a prueba dos cuestiones: la fortaleza institucional y si la región toma un paso más hacia el crecimiento con un modelo más cercano al liberal u opta por el populismo apoyado por el desgaste de la población. Hay presidenciales en Chile y Colombia y elecciones en el Parlamento Argentino, que permitirán saber si hay un respaldo a Macri. La bajada del precio de las materias primas, la recesión en Brasil y la incertidumbre sobre Trump han hecho que los números de América Latina no sean tan alegres como los de los últimos años. Es un momento de crecimiento más lento, pero es muy relevante en la toma de decisiones para los próximos cinco años. En la anterior etapa el petróleo y las materias primas dispararon los ingresos. Para aprovechar esa inercia y sanear las finanzas públicas en esta segunda etapa de crecimiento más sostenido, la región está aprendiendo a no confiar en las commodities para sostenerlo. El debate sobre diversificación es muy interesante.
R.  ¿Cuáles son las iniciativas más destacables en ese sentido?
R. A Colombia el proceso de paz le ha disparado la agroexportación por los terrenos tomados por la guerrilla. El desarrollo del turismo en Perú es muy interesante. La gran pregunta, sin embargo, se encuentra en México y Chile, en los que la implementación de reformas ha ido más lenta de lo necesario. Especialmente preocupante es el caso de Chile, donde la reforma de los sistemas laboral, fiscal y de pensiones han generado un profundo rechazo de empresas e inversionistas hacia el Gobierno de Bachelet. Chile ha perdido el papel de refugio de América Latina que tuvo durante muchos años porque otros países se han puesto las pilas y por la excesiva dependencia de la minería. También hay que estar muy atentos a los movimientos populistas. El kirchnerismo sigue siendo muy fuerte en Argentina, hay gobiernos populistas en Centroamérica, pese a la debacle en Venezuela, y el populista Lopez Obrador vuelve a tener probabilidades de ganar en México.
R. En este contexto de crecimiento más lento y de reformas estructurales, ¿cómo deben actuar las empresas españolas a la hora de abordar estos mercados?
R. Las empresas españolas no podemos tener prisas. Llorente y Cuenca es un buen ejemplo de las cosas bien hechas: llevamos 20 años en Latinoamérica y ya contamos con un número importante de oficinas y 400 empleados, aunque nos ha costado trabajo y esfuerzo. Son países que requieren una implantación local fuerte, tiempos de desarrollo determinados y uno de los cambios más importantes que han tenido es que han desarrollado una clase empresarial muy potente. Las empresas españolas no se pueden equivocar pensando que no hay competencia: la hay y es muy buena. En la actualidad hay compañías locales de primera categoría en casi todos los sectores.
R. ¿Cómo ha afectado la gran recesión a la población en Latinoamérica? ¿Qué cambios más importantes ha detectado?
R. La ciudadanía cada día está más empoderada y requiere que las empresas extranjeras operen de otra manera. En Latinoamérica tienes una paradoja: la ausencia del Estado en la inversión en infraestructuras, educación o sanidad genera unas expectativas muy elevadas para que ese hueco sea cubierto por las empresas. Y eso genera una tensión muy importante porque si no se cubre, genera rechazo. Además, se ha producido un cambio en la ciudadanía que se pensaba que iba a tardar más en llegar, como el desencanto o la pérdida de confianza en Chile. La implantación de la tecnología móvil ha permitido tener acceso a la información a segmentos de población que antes no lo tenían.
R. ¿Percibe un rechazo al capital extranjero entre la ciudadanía?
R. No percibo una resistencia a la inversión extranjera. Creo que hay una resistencia al capital privado en general ante la ausencia del público. La discusión en México respecto a EE UU desde la llegada de Trump no ha ido por el rechazo al dinero estadounidense. La diferencia entre lo que sucede ahora y la primera oleada de inversiones de España es que estas eran empresas inexpertas y entraron en privatizaciones de servicios públicos esenciales.
R. ¿Cuál considera que es la asignatura pendiente en Latinoamérica?
R. La gran asignatura pendiente son las instituciones. En España y en Europa está mucho más consolidada y en Latinoamérica sigue habiendo poca seguridad jurídica, mucha corrupción.
R. Usted ha estado muy involucrada en la lucha por la igualdad de género, en la que la brecha de Latinoamérica con las economías desarrolladas es muy grande
R. Hay mucho que hacer en este terreno. La situación de género en materia laboral es muy parecida a la situación que tienes en España: no hay problemas en el nivel de entrada, ni en los mandos intermedios, pero sí en los puestos directivos, con menos del 10%. Hay que empezar a pensar en soluciones integrales. Si hablamos de conciliación, me parece más interesante que una ley de cuotas que exista responsabilidad por parte de cada empresa para aplicar políticas de conciliación adecuadas. Que haya compañías que estén dispuestas a que un empleado talentoso no siga su carrera tradicional y que haga un parón para cuidar a sus hijos. O que a lo mejor la edad de alcanzar la cúspide profesional no sean los 35, pero sí los 45.

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