El alojamiento, primera asignatura del estudiante
Vivir en un colegio mayor cuesta de media 956 euros al mes Una habitación en piso compartido en Madrid o Barcelona sale por menos de la mitad
Cuando voy a una feria siempre me hacen dos preguntas: ¿dais becas? y ¿tenéis alojamiento?”. Así resume Julio Contreras, vicerrector de alumnos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la importancia que jóvenes (y padres) otorgan al lugar en que vivirán a la hora de decantarse por una universidad u otra. Y es que para muchos la calidad de los estudios puede perder enteros si no se acompaña de un hábitat adecuado.
En cualquier caso, Contreras se muestra tranquilo, ya que la Complutense cuenta con un tipo de alojamiento que, en su opinión, reúne muchas ventajas: los colegios mayores, seis propios y más de 30 adscritos.
Esta opción proporciona a los alumnos “las condiciones idóneas para poder cursar sus estudios en el mejor ambiente posible, pero además refuerza la formación técnica que reciben en las aulas universitarias con actividades complementarias.
Los colegios mayores son verdaderas escuelas de ciudadanía y tenemos un compromiso absoluto en fomentar entre nuestros colegiales el espíritu universitario, el talante crítico y el respeto”, explica Nicanor Gómez Villegas, presidente del Consejo de Colegios Mayores de España.
Gran oferta
Tras las 6.000 plazas ofertadas por la UCM, son la Universidad de Granada —de ella depende el Colegio de San Bartolomé y Santiago, el único en funcionamiento ininterrumpidamente desde su fundación en el siglo XVII— y la de Navarra, con 10 colegios mayores adscritos cada una, y otras históricas como la de Santiago de Compostela y la de Salamanca los centros que más estudiantes alojan directamente, calcula Gómez Villegas. El importe medio para una habitación individual con baño es de 956 euros.
Barcelona también dispone de un alojamiento singular: las casi 2.400 plazas de la Villa Universitaria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), las instalaciones que se construyeron para alojar a los cuerpos de seguridad en los Juegos Olímpicos de 1992 y que se han reconvertido para el uso universitario.
La mayor residencia en España está compuesta por 500 apartamentos compartidos para alumnos o miembros de la UAB, a la que más recientemente se añadió un nuevo edificio destinado a profesores extranjeros de paso. Fuentes de la universidad aseguran que es la primera opción solicitada entre los estudiantes de primer y segundo curso, mientras que los más mayores prefieren un piso compartido en las poblaciones más cercanas: Sabadell o Cerdanyola. De hecho, hasta hace un tiempo la UAB contaba con una bolsa de pisos.
Si bien en otros países la mayoría de operadores son privados, en España el modelo habitual es el de concesión. “Además, aún muchos colegios mayores son operados por órdenes religiosas, distinguiendo entre colegios exclusivamente masculinos o femeninos”, apunta Nick Wride, director de activos alternativos de JLL, compañía que ha elaborado un estudio del mercado de residencias de estudiantes. “Si bien el sector se ha mantenido estable durante la crisis, desde 2008 se han creado 26 nuevas residencias, 8 de ellas en el último año, ofertándose cerca de 1.100 nuevas plazas en el mercado”, dice.
Es el caso de Nexo Residencias: “Somos la unión entre la casa familiar y la independencia total. Nuestra labor es potenciar las habilidades de convivencia de los estudiantes, y nos mueve un profundo respeto por el medio ambiente”, explica Chris Holloway, director general de esta empresa, que cuenta tanto con centros privados como de concesión pública, caso del moderno Colegio Mayor El Faro, abierto en 2016 con un cuidado diseño arquitectónico.
El emancipado
Una habitación en un piso compartido es la fórmula más utilizada por los universitarios de cursos superiores. “Compartir un piso en el que con 18 años te tengas que organizar el día a día también me parece muy interesante”, admite Julio Contreras, vicerrector de alumnos de la Universidad Complutense de Madrid, quien resalta que una de sus grandes preocupaciones es dar alojamiento a los 25.000 alumnos de fuera de Madrid, de ellos 10.000 extranjeros, que reciben. De hecho, no descarta algún tipo de acuerdo similar al que tuvo hace años con la Sociedad Pública de Alquiler o incluso con entidades privadas: “Los bancos tienen muchos pisos vacíos en Madrid y Barcelona. Podríamos ganar todos si llegáramos a acuerdos”, apunta.
La aplicación Badi, por ejemplo, permite hallar el compañero de piso perfecto según edad, género, afinidades y gustos. “Los estudiantes priorizan encontrar un buen compañero de convivencia a un piso con fantásticas vistas, muchos metros cuadrados o perfectamente situado en el centro de la ciudad”, cree Carlos Pierre, su consejero delegado y fundador.
“El alquiler a estudiantes se ha convertido en una de las alternativas más seguras e interesantes de muchos propietarios para sacar rentabilidad a habitaciones de sus casas o bien de segundas residencias vacías. Al igual que otros sectores, como el del food delivery (comida a domicilio) o el del transporte urbano, está sufriendo un proceso de digitalización muy potente”, opina Samuel Toribio, responsable de marketing en Uniplaces.
¿Y cuánto cuesta compartir piso? Este portal de reserva de alojamientos para estudiantes internacionales indica que Barcelona y Madrid encabezan la lista de ciudades más caras, con habitaciones con un precio medio de 439 euros mensuales.
En otras capitales como Sevilla y Valencia los precios se reducen prácticamente a la mitad. Los responsables de Badi han observado precios más bajos y rebajan el coste medio en Barcelona y Madrid a 390 y 354 euros, respectivamente, la habitación.