Cómo son las otras 'huchas de las pensiones' en la UE
La mayoría de los fondos se nutren de excedentes presupuestarios o de privatizaciones Los países nórdicos son los que tienene una política de inversiones más arriesgada
No solo España ha sido previsora con su sistema de pensiones, creando en el año 2000 el fondo de reserva de la Seguridad Social. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) , que agrupa a los 35 países más industrializados del mundo, dispone de datos sobre 23 fondos públicos de pensiones en todo el mundo. De estos, ocho países con este tipo de huchas de reservas están en la Unión Europea.
Junto al fondo de reserva español están los de dos países nórdicos, Suecia y Finlandia; dos centroeuropeos, Francia y Bélgica; dos orientales, Polonia y Bulgaria y otro meridional, Portugal.
Un estudio de Elisa Chuliá, profesora de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED, analiza para el Instituto BBVA de pensiones, cómo son estas huchas bajo una premisa común a todos ellos: “los fondos públicos de reserva no pueden prestar una garantía absoluta contra riesgos económicos intensos y dilatados en el tiempo, y menos todavía contra riesgos demográficos de cierta entidad y duración”, indica citando un estudio de Holzman, Palmer y Robalino.
Dicho esto, se observa que la mayoría de los países comunitarios con fondos de reserva tienen sistemas de pensiones contributivos, cuyo pilar es público y de prestación definida (las pensiones se calculan en función del salario y los años de vida laboral). Es el caso de Francia, Bélgica, España, Portugal y Bulgaria.
Sin embargo, el sistema sueco de pensiones y el polaco no son de prestación definida sino de contribución definida, donde los individuos realizan sus aportaciones a un fondo o a una cuenta individual (nocional) y la pensión se fija en función del valor acumulado en el momento de la jubilación y de su esperanza de vida. Así, se observa que la existencia de un fondo de reserva no tiene relación con que el modelo de sistema de pensiones sea de un tipo o de otro.
El volumen
Lo que sí distingue visiblemente a unos fondos de reserva de otros, según el estudio de Chuliá, es su tamaño. Salvo las huchas de los países nórdicos –que ya en 2014 acumulaban activos equivalentes al entorno del 30% de sus PIB—la mayoría de los Estados europeos cuentan con fondos de cuantías mucho menores, que van desde el 8% del PIB de Portugal al 1% de Polonia y Bulgaria.
¿De dónde sacan sus recursos los fondos públicos comunitarios? La mayoría de los ocho países analizados, al igual que Estados Unidos, nutren sus huchas de pensiones con los excedentes de las aportaciones de las cotizaciones. España es el claro ejemplo de esta fuente de financiación, al nutrir su fondo entre 2000 y 2010 únicamente con los excedentes de las cuotas que no hacían falta para pagar las pensiones.
Pero también hay países como Francia, Polonia o Bulgaria que consiguen ingresos para sus fondos de otras fuentes, como los superávit de los presupuestos generales del Estado o de privatizaciones de bienes públicos.
Las estrategias de inversión presentan también un panorama muy heterogéneo. Los fondos más conservadores son los de España y Bélgica, que se componen en su totalidad de deuda pública nacional.
Los fondos nórdicos acumulaban activos equivalentes al 30% de sus PIB, mientras que Polonia, Bulgaria y ahora España están en el entorno del 1%
Las huchas de Polonia o Portugal invierten un 80% en deuda pública (solo nacional en el caso polaco). Mientras que en los fondos suecos y finlandeses predominan las inversiones en valores cotizados.
Asimismo tampoco se observa una tendencia a equiparar estas estrategias inversoras entre sí, ni a corto ni a medio o largo plazo. España y Portugal han reforzado sus estrategias más conservadoras, al tiempo que Suecia y Finlandia, por el contrario, han aumentado su exposición al riego.
En cualquier caso, la autora de este informe insiste en que los países que tienen un fondo de reserva de pensiones son aún minoría y que, pese a su existencia, los sistemas de pensiones de estos países “muestran una considerable heterogeneidad institucional y han obtenido valoraciones muy distintas respecto a su sostenibilidad”. En este punto, los sistemas sueco y finlandés constan entre los más sostenibles del mundo, mientras que los de Portugal, Francia y España figuran entre los más vulnerables, según los rankings de Allianz (2014) o Mercer (2015).