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El Foco
Tribuna
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Holanda: el gran beneficiado de la globalización

En 2015, casi el 40% de las importaciones de bienes por 379.500 millones tenían como destino la reexportación

Thinkstock

La relevancia de Holanda dentro de la eurozona es incuestionable ya que representa la quinta economía del área al sumar su PIB cerca de 700.000 millones de euros, lo cual implica un peso del 6,5% en la actividad del agregado del euro que justifica su papel como uno de los grandes países dentro del organigrama del BCE. Un hecho que dota de mayor relevancia a las próximas elecciones en el país, sobre todo, ante el auge de los movimientos euroescépticos cuya máxima expresión fue el brexit.

Los holandeses, al igual que otros europeos, no son inmunes al escenario de crecimiento moderado ni a la limitada capacidad para que la actividad avance en el futuro; cuestión aderezada por otros factores distorsionadores como la crisis de los refugiados o los ataques terroristas vividos en algunas de las principales ciudades del Viejo Continente. Sin embargo, nuestro interés en Holanda estriba en lo económico.

El primer aspecto a destacar del país es su elevado grado de apertura externa. Este se encuentra muy ligado al estratégico puerto de Rotterdam que engorda sus cifras comerciales, pues una parte relevante de sus intercambios surgen del papel de mero intermediario, aunque no dejan de sumar para que el peso de las exportaciones en el PIB supere el 80%. De hecho, en 2015, los datos oficiales recogían que de las importaciones de bienes por valor de 379.500 millones de euros, casi el 40% tenía como destino la reexportación.

Sin embargo, a pesar de lo expuesto, las cifras totales de comercio no dejan de ser impactantes y, de hecho, el mencionado grado de apertura alcanza el 152,8% del PIB, representando las exportaciones holandesas de bienes el 12,5% del comercio intra-UE y cerca del 7% si tenemos en cuenta las ventas fuera del club comunitario. Unas cifras, estas últimas, que se ven acrecentadas por los datos de servicios, segmento en el que los holandeses siempre han destacado por su fortaleza, como recordaban los datos de 2015. Las exportaciones del sector terciario sumaban 160.447 millones y, en el acumulado de los tres primeros trimestres de 2016, 116.726 millones.

"Su régimen fiscal propicia la existencia de 'holdings' al asignar un trato favorable a los beneficios obtenidos por las filiales en otros países"

La relevancia del comercio para Holanda es indiscutible en el pasado y, también, en el presente. No obstante, los holandeses también han sabido sacar provecho de su papel de intermediario comercial al ir más allá y, después de procesos menores de transformación, revender determinados productos a un precio mayor. En esta faceta destaca el sector agroalimentario, cuyas exportaciones contrastan con la importancia de la actividad primaria en la economía del país, que ronda el 1,6% del PIB.

Las ventas holandesas de productos agroalimentarios sumaban 65.800 millones (incluidas bebidas y tabaco) en 2016 y, de estas, el 85% iba destinado a sus socios de la UE, entre los que sobresale Reino Unido como gran cliente. En esta línea, el pasado octubre, el ministro de Agricultura holandés apuntaba el carácter estratégico del sector al reconocer que genera más del 10% del PIB y emplea a más de 700.000 personas, al ser Holanda el segundo mayor exportador mundial de productos agroalimentarios. Sin embargo, a nadie se le escapa que estas cifras chocan con la reducida superficie del país y la clave radica en el ya mencionado proceso de transformación, como deja entrever el hecho de que Holanda importase productos agroalimentarios por valor de 43.000 millones en 2016. Sirva como ejemplo que, el año pasado, España exportó productos del capítulo de alimentación, bebidas y tabaco por importe de 43.050 millones, a pesar de ser líderes de producción en determinados segmentos, y además, con una población mucho mayor, solo importamos 32.187 millones en esta categoría.

Las anteriores cifras y la posibilidad de sacar provecho del comercio mundial de una forma tan importante son fruto de la posición estratégica de Holanda para el transporte de mercancías a nivel mundial, reforzada por el desarrollo de sus infraestructuras y plasmado en el puerto de Rotterdam. En la actualidad, se estima que cerca de un 80% del volumen de las exportaciones mundiales se realiza por vía marítima debido al menor coste de los fletes y la optimización de las travesías, sacando los holandeses ventaja de esta circunstancia mediante el desarrollo de una sólida red de importantes centros de distribución. Además, la inversión constante en el puerto de Rotterdam, contando con capital público y privado, ha llevado a que sea uno de los más competitivos del mundo y que movilizara un total de 461 millones de toneladas de carga y contase con una circulación de 27.900 buques en 2016; más del doble que el puerto de Amberes, el segundo en tamaño y volumen de Europa.

En otras palabras, la globalización ha sido y sigue siendo un buen negocio para los holandeses y cualquier paso atrás en este proceso es una muy mala noticia para ellos, en especial, si se produce a escala europea, como es el caso del brexit. Reino Unido es el tercer destino de sus exportaciones de bienes con una cuota cercana al 9%, cifra que tiene mayor relevancia de lo que parece ya que, en este capítulo, las reexportaciones tienen un peso menor al que ostentan en la operativa con sus dos mayores socios comerciales: Alemania y Bélgica.

"La deuda de su sector privado alcanzaba en 2015 el 228,8% del PIB, lejos del límite marcado del 133%"

Los holandeses también han sabido aprovechar el marco institucional brindado por la UE desde una óptica mucho más polémica. El régimen fiscal de Países Bajos propicia la existencia de holdings al asignar un trato favorable a los beneficios obtenidos por las filiales en otros países. Así, otros países europeos han sufrido el cambio de sede de alguno de sus grandes grupos empresariales a territorio holandés. Italia es un buen ejemplo de ello.

Las ventajas legales desde la óptica financiera son reseñables y también la causa de que Holanda sea una de las grandes plazas de emisión de deuda en el Viejo Continente, ayudando a desarrollar su sector jurídico-financiero. La contrapartida es que la deuda de su sector privado alcanzaba en 2015 el 228,8% del PIB según Eurostat, lejos del límite del 133% marcado a escala comunitaria para señalar la existencia desequilibrios excesivos en este ámbito. Sin embargo, lo cierto es que gran parte de este porcentaje está vinculado a vehículos de empresas no holandesas y lo verdaderamente importante es otro desequilibrio: su elevado superávit por cuenta corriente. Este promediaba un 7,8% del PIB en el acumulado de 2016 hasta septiembre. Un dato que, de nuevo, surge de los beneficios generados por el actual sistema para la economía holandesa, aunque también implica otras contrapartidas como que los Países Bajos sean uno de los grandes financiadores europeos.

Como podemos apreciar, en Holanda han sabido poner en valor la globalización y el proyecto común europeo, logrando que los beneficios obtenidos de los mismos superen holgadamente los costes. Así, el avance de los movimientos euroescépticos va en contra de lo que ha permitido al país ser una de las naciones más desarrolladas del mundo, dando prueba de los grandes desafíos que afrontamos a escala política en Europa.

Francisco Vidal y Mariano Valderrama.Departamento de Análisis de Intermoney.

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