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La fusión Peugeot-Opel es bonita sobre el papel

Poner en valor el negocio europeo de General Motors es complicado

Carlos Tavares, CEO de PSA.
Carlos Tavares, CEO de PSA.REUTERS

Carlos Tavares, CEO de PSA, ha demostrado que puede dar la vuelta rápidamente a los turbulentos fabricantes de coches europeos. En los tres años que lleva al mando de PSA su margen de beneficio se ha triplicado. Ahora puede estar preparándose para un nuevo desafío: la compra de la problemática división europea de General Motors.

Combinar el tercer y el sexto fabricante de turismos de Europa sería un gran paso para acabar con el punto muerto de la industria en el continente. A pesar de años de reducción de personal y de un repunte de la demanda de vehículos nuevos, sufre exceso de capacidad. Las plantas de Peugeot operan a alrededor del 74% de su potencial.

Los pasivos de pensiones de GM en Europa son tan grandes que podría tener que pagar a PSA para que se haga cargo del negocio

Unir las marcas Opel y Vauxhall con Peugeot y Citroën elevaría la cuota de mercado europea de PSA al 16%, superada solo por el 24% de Volkswagen. Las empresas grandes tienen más poder de negociación con los proveedores y son más capaces de financiar los crecientes costes de I+D.

La alianza de Renault y Nissan les ahorró en 2015 4.300 millones, un 3,5% de sus ventas combinadas. Si PSA y GM Europe obtuvieran ahorros similares, los costes bajarían en 1.900 millones (partiendo de unos ingresos conjuntos de unos 55.000 millones el año pasado, sin contar Faurecia, el fabricante de piezas de automóviles de Peugeot). Con un impuesto del 25% y capitalizados, esos ahorros equivaldrían a cerca de 15.000 millones: en torno al valor de mercado de Peugeot.

Poner en valor el negocio europeo de GM, que lleva más de una década perdiendo dinero, es complicado. El grupo de EE UU podría inyectar su negocio en PSA a cambio de una participación. O PSA podría pagar en efectivo. El banco de inversión Evercore ISI estima que los pasivos de pensiones de GM en Europa son tan grandes que podría tener que pagar a PSA para que se haga cargo del negocio.

Incluso superando estos obstáculos, los inversores reconocen que la mayoría de las fusiones en el sector no cumplen con lo prometido. Puede que el Gobierno francés, que posee el 13,7% de PSA, quiera proteger el empleo nacional. Más de la mitad de los trabajadores europeos de GM están en Alemania, con salarios son altos, sindicatos poderosos y despidos caros. Tan atractiva como parece sobre el papel, una fusión Peugeot-Opel se enfrenta a un camino sinuoso.

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