Terremoto eléctrico 'made in Spain'
Más que otra inútil investigación, el 'trastornado' mercado eléctrico lo que necesita es una reforma.
Cuando el exsecretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, anunció en abril de 2014 un mecanismo para determinar el precio de la luz para los pequeños consumidores (el llamado PVPC), él mismo alertó de que la nueva factura quedaría sometida a la volatilidad del mercado eléctrico (por cierto, el más volátil de todos), pues la cotización de este se cobraría directamente y por cada hora a los domésticos. Tal era ya el temor de Nadal, hermano gemelo del actual ministro de Energía, que dio a las comercializadoras de referencia un plazo de tres meses para hacer ofertas anuales cerradas a los pequeños. Esta resultó un fracaso pues las empresas ofrecieron un precio mayor al del PVPC alegando que debían cubrir el riesgo de contratar volúmenes energía para suministrar un año.
Y es que el mecanismo del PVPC, único en el mundo, tiene ese grave inconveniente: frente a las coberturas de cualquier contrato, el ciudadano no está asegurado contra la volatilidad, que ha quedado patente en esta gélida semana. Sus defensores apelan a la señal de precios que conlleva, lo que obliga a los clientes a gestionar sus consumos, algo posible gracias a los contadores inteligentes, y que, pese a todo, siempre es la opción más barata. Los detractores, por su parte, lamentan que se someta a los pequeños a situaciones de alarma social, como en estos días, y recuerdan que solo la mitad dispone de contadores digitales.
Mientras los precios se mantuvieron en niveles razonables o incluso muy bajos como el año pasado (el PVPC descendió una media del 10% respecto a 2015), todos guardaron silencio. Desde octubre, y de manera relevante en lo que va de enero, la situación se ha invertido desatándose un auténtico tsunami.
La confluencia de la ola de frío polar con factores técnicos, regulatorios o geopolíticos, han disparado los precios del pool, hasta alcanzar una media de 88 MWh el pasado jueves. La situación ha llevado a expertos y tertulianos a lanzar delirantes análisis. Hay que subrayar que no se trata de un récord (para ello hay que remontarse a 2006), pero sí el mayor encarecimiento desde el invento made in Spain del PVPC. Antes los precios se fijaban por un año o un trimestre y las puntas pasaban sin pena ni gloria para la opinión pública.
De entre las muchas razones con que se explica el repunte, dos resultan especialmente sorprendentes: el efecto pernicioso del mercado secundario del gas, Mibgas, y el de la interconexión con Francia, país que ha importado masivamente electricidad para cubrir el parón de ocho nucleares, y ha contaminado el mercado ibérico con sus altos precios. Que el hub de gas, largamente reivindicado para lograr precios competitivos en España o la ansiada interconexión por los Pirineos, un proyecto que duró 17 años por la resistencia de los franceses y que era la panacea contra el aislamiento de la península, sean ahora el origen de los altos precios del pool, suena a broma macabra.
Tras apuntarse al alarmismo mediático declarando que la factura subirá 100 euros (¿a quién, por qué, es adivino para conocer la evolución del mercado?), el ministro prestidigitador de la Energía, Álvaro Nadal, se sacó el jueves de la manga a un culpable, al que castigaría convenientemente para hacer bajar el precio de la luz: el gas natural, que es el que marca el precio más alto en el pool. Así, anunció unas medidas (cuya autoría se adjudicó cuando ya estaban previstas o en marcha), para dotar de más liquidez al hub, un mercado secundario (para ajustes) en el que solo se negocia un 5% de los contratos pero que, ¡sorpresa! sirve de referencia al resto. Mibgas, una extraña sociedad privada en la que el Gobierno impone a los accionistas (el principal, Enagas) y al presidente (Antonio Erias, exdiputado del PP por La Coruña), se ha incrementado un 40% y duplica al europeo.
Esas medidas son la incorporación de dos creadores de mercado o markets makers: uno voluntario, adjudicado el viernes a Gunvor Internacional, y otro obligatorio, que son los operadores dominantes del mercado: Gas Natural y Endesa. En el primer caso, se trata de un agente al que se le paga por tener siempre dispuestas ofertas de venta y de compra con un spread. Aunque se trata de evitar fuertes variaciones de los precios, pocos creen que esta sea la solución. En el caso de los dominantes, deberán ofertar en el hub volúmenes que determinará la CNMC y tampoco su efectividad está asegurada.
Aunque adoptar medidas para mejorar este incipiente mercado es de aplaudir, hacerlo en medio de la crisis de los precios eléctricos, cuando no tendrá ningún efecto inmediato en ellos, demuestra el oportunismo de Nadal, quien, por el contrario, rechaza cualquier reforma del trastornado mercado eléctrico que, con tan abundante sobrecapacidad (más de 100.000 MW frente a una punta histórica de 45.000 MW en 2007), registra tan disparatados precios. Y es que, tras la experiencia de años, más que otra inútil investigación, necesitaría una reforma.