El secreto mejor guardado de Centroamérica
Olvidada durante muchos años, Nicaragua, tierra de grandes lagos y volcanes, ha comenzado a abrir sus puertas al turismo. Atractivos no le faltan
Ha sido mucho tiempo un país lastrado por su pasado bélico. La revolución sandinista, que puso fin a la dictadura de la familia Somoza, y una guerra civil atizada por el apoyo a la Contra de Estados Unidos, que duró diez años, hasta 1990, y que dejó la nación arrasada, impidieron a Nicaragua abrirse al mundo.
Obligada a permanecer al margen de los circuitos turísticos, hoy, cuando apenas se acaba de estrenar como un destino atractivo, no solo para mochileros y surfistas sino también para quienes buscan algo diferente, el país centroamericano, en pleno proceso de cambio, se afana por recuperar el tiempo perdido.
Y tal vez este sea el momento de conocer este lugar, al que algunos llaman la nueva Costa Rica, y que últimamente destaca en varias listas internacionales como un destino emergente que hay que descubrir. Es, además, uno de los Estados más seguros de la región.
Probablemente haya pocas zonas en el mundo que ofrezcan tanto en tan poco espacio como en Centroamérica. Y Nicaragua no es una excepción. Es una tierra de rica biodiversidad, con decenas de volcanes, lagos, selvas, playas vírgenes, reservas naturales con flora y fauna exóticas, preciosas ciudades coloniales... Y gente encantadora (los nicas, como se autodenominan) dispuesta a agasajar al visitante.
Nicaragua tiene dos caras marítimas muy diferentes: una que mira al Pacífico y la otra, al Caribe, y dos inmensas cadenas de montañas que separan el país de Honduras, al norte, y de Costa Rica, al sur. Los numerosos volcanes activos, cinco en la actualidad, nos recuerdan continuamente el carácter sísmico de la zona, que ha ido conformando una geografía singular, con grandes lagos.
La mayoría de la población es mestiza y vive en las zonas costeras del Pacífico; la parte caribeña, un tanto aislada del resto del país está poco habitada y explotada turísticamente, aunque ya ha empezado a despuntar.
Aterrizar en Managua es ahora menos decepcionante que hace algunos años. Situada a la orilla del lago del mismo nombre, la capital, prácticamente destruida por un terremoto en 1972, es hoy una mezcla de barrios coloniales, algunas ruinas y edificios posrevolucionarios, salpicada de zonas verdes y de nuevos espacios para el ocio familiar en los bordes del gran lago Managua (o Xolotlán, en lengua nativa). Y es también un incipiente destino gastronómico.
Habitada por algo más de dos millones de personas, esta ciudad es un buen punto de partida para trasladarse a las distintas zonas del país y recabar después para hacer las últimas compras.
Rumbo al Pacífico
A 130 kilómetros y a dos horas y cuarto de Managua, en la costa pacífica del sur, San Juan del Sur se ha convertido en uno de los destinos más visitados. Es un punto de encuentro para los amantes del surf, de la playa y de la fiesta, donde confluyen gente de todo el mundo, las tradiciones locales y el río San Juan, de intensa historia. La llegada del turismo no parece haber difuminado, todavía, la identidad de este tradicional pueblo de pescadores. Es el lugar para saborear buenos pescados y mariscos.
La localidad crece entre dos colinas, a lo largo de una hermosa bahía con forma de herradura. En el extremo norte se puede ascender a una de las colinas, coronada por un Cristo Redentor monumental, que ofrece unas vistas que bien merecen el esfuerzo de subir; también se puede hacer en coche.
Aunque la arquitectura colonial es aquí casi inexistente, un pasado histórico dorado se percibe en las casas victorianas del malecón, construidas durante la época de la Ruta del Tránsito o Ruta del Oro, que unía Nueva York con California.
Por su privilegiada posición geográfica, con el río San Juan y el Gran Lago de Nicaragua, que hacían posible cruzar del Atlántico al Pacífico, Nicaragua sirvió como puente natural a las miles de personas que viajaron a tierras californianas a buscar oro. En total suponía un mes de viaje.
En esa época, era la ruta navegable más corta, pues de otra forma la aventura conllevaba bordear el cono sur de América, ya que aún no existía el canal de Panamá. Por ello, hay quien lo califica como el primer canal interoceánico de América.
Las joyas coloniales
A escasos cien kilómetros, hacia el noreste, se encuentra el primer asentamiento español de Nicaragua. La conocida popularmente como “La Gran Sultana”, la Granada nicaragüense, fundada en 1524 por Francisco Hernández de Córdoba, es una de las ciudades más antiguas de Centroamérica y una joya de la arquitectura colonial.
Su historia ha sido turbulenta, fue víctima de motines y asaltos y casi desapareció en un incendio en 1856. Por suerte, no fue así, y hoy Granada es una de las mayores atracciones turísticas de Nicaragua; con sus calles empedradas, sus casas de colores y sus mercados derrocha encanto en cada esquina.
Pero no solo la ciudad es un destino turístico de primer orden. En los alrededores, el lago Nicaragua, o Cocibolca (nombre de origen náhuatl), llamado por los conquistadores españoles mar de agua dulce por su inmensidad, es el segundo más grande de Latinoamérica, después del lago Titicaca, con sus 8.624 kilómetros cuadrados.
En el lago hay un archipiélago formado por más de 360 pequeñas islas conocidas como las Isletas de Granada, de origen volcánico. Son privadas y se contabiliza una comunidad de unas 1.200 personas que viven en las islas, la mayoría de ellas de la pesca; en algunas se han construido auténticas mansiones privadas, otras tienen casas que se alquilan y en otras hay hoteles o restaurantes.
Merece muchísimo la pena la visita a estas isletas por su naturaleza; en ellas anidan varios tipos de aves de la zona y, en algunas, incluso monos. Hay excursiones en pequeñas lanchas que se contratan en el Centro Turístico, situado en la costa del lago de la ciudad de Granada.
También sobresale otra isla, Ometepe, esta mucho más grande, de 276 kilómetros cuadrados, Reserva de la Biosfera, que alberga dos majestuosos volcanes, uno de ellos activo, unidos por un pequeño istmo. Ambiente hospitalario, hermosos paisajes, dos volcanes, playas tranquilas y reservas naturales y bosques donde poder apreciar una importante biodiversidad. Está habitada por pescadores y agricultores que han comenzado a dedicar atención a los turistas que se acercan con curiosidad.
Y nos queda León, la capital de Nicaragua hasta 1858, para completar un primer acercamiento a este país hospitalario y festivo, hasta ahora poco contemplado como destino turístico. León es historia viva de Nicaragua.
A poco más de 90 kilómetros de Managua, al noroeste, cerca de la costa del Pacífico, esta urbe universitaria, tierra de grandes poetas como Ernesto Cardenal y reposo de Rubén Darío (que nació en Metapa pero está enterrado en la catedral, Patrimonio de la Humanidad), segunda en importancia del país y una de las más bellas ciudades coloniales de toda Centroamérica, fue una de las primeras que fundaron los españoles al llegar al continente y también la primera capital de la revolución sandinista.
El Museo de la Revolución es una excelente introducción a la historia nica reciente. Y sus calles y gentes, una lección de vitalidad.
Guía para el viajero
Cómo ir. No hay conexión directa a Managua desde España. Iberia, Delta y American Airlines vuelan con escala o bien en Estados Unidos (Atlanta o Miami) o en San José de Costa Rica. En temporada baja hay billetes a partir de 545 euros.
Alojamiento. Las cadenas internacionales de hoteles solo están presentes en la capital, Managua. En las ciudades coloniales, tanto en Granada (hotel Darío) como en León (hotel El Convento, los alojamientos tienen el sabor y el encanto de lo colonial.
Gastronomía. La variedad gastronómica de Nicaragua va de la mano de su pluriculturalidad. Es variada, pero el plato nacional por excelencia es el gallo pinto. Arroz y frijoles rojos mezclados, que puede acompañar todo tipo de comida, empezando por el desayuno con unas rodajas de plátano frito, al mediodía o como complemento de la cena. Se puede comer en puestos callejeros o en el mejor de los restaurantes.
Turismo eco. En el Caribe, las dos islas del Maíz, de arena blanca y aguas turquesas, se han convertido en un codiciado pedacito de paraíso tropical. El Yemaya Island Hideaway and Spa es un lujoso remanso de tranquilidad en la más pequeña de las islas, uno de los destinos emergentes de ecoturismo de lujo en Nicaragua.