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El Foco
Tribuna
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Sánchez Asiaín, el banquero de la información

Una figura legendaria, con presencia en empresa y Administración

José Ángel Sánchez Asiaín y Pedro Toledo, que en 1988 acordaron la primera gran fusión bancaria, entre Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya.
José Ángel Sánchez Asiaín y Pedro Toledo, que en 1988 acordaron la primera gran fusión bancaria, entre Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya.Cinco Días
Santiago Carbó Valverde

José Ángel Sánchez Asiaín, conocido y cuasi legendario banquero español, se fue con el año, el 31 de diciembre, de forma discreta. Un intelectual completo, de múltiples aficiones, apasionado, entre otras cosas, del Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, su desaparición parece evocar una de las más conocidas citas de esta obra: “Me pregunto si he cambiado en la noche. Déjame pensar. ¿Era la misma persona cuando me levanté esta mañana? Casi pienso que puedo recordar sentirme un poco diferente. Pero si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿quién soy en el mundo? ¡Ese es el gran puzle!”. Pues hay que reconocer que Sánchez Asiaín deja un legado importante, más allá de la enseñanza, hondura y cariño que legue a sus más allegados. Fue alguien en el mundo y no por el poder que se puede asociar a un banquero.

Siempre me venía a la cabeza el nombre de Sánchez Asiaín cuando pienso en uno de los campos de estudio que frecuento, los medios de pago. Estaba considerado uno de los primeros introductores de la tarjeta de débito y crédito como medio de pago. Algo que ahora nos parece muy corriente pero que en su tiempo fue bastante disruptivo. La teoría bancaria otorga un papel central –mayor que en otros sectores, aunque común a casi todos– a la información y a las asimetrías que sobre la misma existen entre oferta y demanda. Evidentemente, las tarjetas de pago introducen un cambio tecnológico estrechamente vinculado a la innovación. Pero repasando los ensayos y contribuciones a obras colectivas de Sánchez Asiaín he podido comprobar que no solo son numerosas y relevantes, sino que mantienen algunas temáticas comunes, entre las cuales la tecnología y la información desempeñan un papel esencial. Y no solo como encaje y razón principal de ser de la intermediación financiera, sino como esquema fundamental de desarrollo, innovación y crecimiento económico de cualquier país. No obstante, estamos hablando de mucho más que un banquero. De alguien con una presencia destacada en ámbitos empresariales y de la Administración.

Por la diferencia de edad, apenas he convivido en la fase profesional más activa y determinante de Sánchez Asiaín en el mundo laboral. Se echa algo de menos ese perfil otrora algo más común del hombre que reunía vocación académica con práctica profesional. No obstante, antes de empezar a trabajar en Banco de Bilbao, era catedrático de Hacienda Pública y Derecho Fiscal en la de Valladolid. Es curioso cómo el recorrido del perfil de hacendistas ha dado tantos casos de vinculaciones a la Administración en puestos de relevancia en España, tantos que merecería un estudio monográfico por haber creado una suerte de escuela. La vía académica se interrumpió en este caso, precisamente, para incorporarse como secretario general técnico en el Ministerio de Industria, si bien se retomó en 1968 cuando obtuvo la cátedra nuevamente, en esta ocasión en la Universidad de Bilbao. Es entonces cuando Sánchez Asiaín genera su perfil más conocido, incorporándose a Banco de Bilbao, primero como director de estudios, después como director general y, finalmente, como presidente del consejo de administración, donde se mantuvo hasta 1988. En esa fecha se produce una de las más conocidas fusiones bancarias en España, liderada por este banquero y referencia para algunas de las que siguieron: la de Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya, pasando a ser presidente de la nueva entidad (Banco Bilbao Vizcaya) hasta 1990.

En 1990, es nombrado presidente de la Fundación BBV (posterior Fundación BBVA), una de las instituciones que más destacados servicios ha prestado a la investigación económica en España, por dedicación, recursos, datos y desarrollo de proyectos.

Una de las cuestiones que definen a la banca española en los últimos 40 años es el modelo de banca universal, que unifica un amplio conjunto de servicios financieros bajo una sola institución y que permite, algo en lo que Sánchez Asiaín también fue uno de los precursores, aunar banca comercial y banca de empresas.

Y, dentro de la banca minorista, también desarrolló una importante labor de desarrollo de estrategias comerciales orientadas a ampliar la base de clientes de la banca y las posibilidades de financiación en modos que hasta entonces no habían sido conocidos en España, como la anteriormente mencionada tarjeta de crédito.

Queda el poso, también, de lo que la tecnología de la información suponía para esta figura de la banca española, un sedimento que quedó ahí durante muchos años en BBVA y en otras entidades. No obstante, la apuesta tecnológica de España en materia de pagos es poco conocida y no deja de ser curiosa en un país que, durante muchos años, ha tenido una importante resistencia a dejar atrás los pagos en efectivo.

No puedo olvidarme, en una necesariamente incompleta semblanza, de la intensa participación y huella de Sánchez Asiaín en el entorno empresarial español, testigo incluso de su cambio estructural, desde los Altos Hornos de Vizcaya hasta el Banco de Crédito Industrial, pasando por Iberduero.

Y la no menos importante dimensión humanista como académico de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, de la Academia Europea de Ciencias y Artes y la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y miembro honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Murió ostentando, entre otras ocupaciones, la presidencia de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.

 Santiago Carbó es Catedrático de Economía de CUNEF e investigador de Funcas

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