James Quincey, el líder que deberá desendulzar Coca-Cola
El londinense tendrá que reducir la proporción de ingresos que llegan de las bebidas más azucaradas
Cuando en agosto de 2015 anunciaron que James Quincey (Londres, 1965) se convertía en el nuevo presidente y director de operaciones de The Coca-Cola Company, muchos vieron el movimiento como un paso previo a su ascenso a CEO. La semana pasada se comprobó que las predicciones eran ciertas: desde mayo, el británico será el consejero delegado del grupo.
“Estamos seguros de que está preparado para estas nuevas responsabilidades y de que es la elección adecuada para dirigir nuestra compañía en el futuro”, afirmó en un comunicado Muhtar Kent, actual CEO y presidente del consejo de administración de la empresa. El mercado también parece estar convencido del nombramiento: las acciones de la firma subieron más de un 2% al conocerse la noticia. Los 20 años que lleva trabajando para la compañía son una razón para inspirar confianza, además de los logros que ha obtenido. El más reciente, la fusión –en la que jugó un papel fundamental– de Coca-Cola Enterprises, Coca-Cola Iberian Partners y Coca-Cola Erfrischungsgetränke para crear Coca-Cola European Partners, la mayor embotelladora independiente del grupo de acuerdo a sus ingresos netos.
Pese a haberse licenciado como ingeniero electrónico en la Universidad de Liverpool, Quincey se dio cuenta pronto de que su futuro se encontraba en los negocios. Por ello, al terminar los estudios, entró en Bain, una consultora emergente. Dos años después se incorporó como socio en Kalchas Group, nacido de la unión de McKinsey y una escisión de Bain. Este británico, que de niño residió en EE UU –su padre trabajó como profesor de bioquímica de la Universidad de Dartmouth–, siempre había deseado trabajar al otro lado del Atlántico, por lo que propuso a la empresa abrir allí una oficina. Su propuesta fue aceptada y se trasladó primero a Chicago y luego a Nueva York.
“En consultoría, cuando eres socio y rondas los 30, llegas a un punto en el que tienes que elegir: continúas en el sector o das el salto al lado corporativo, donde dejas de dar consejos y empiezas a tomar decisiones por ti mismo y a vivir con las consecuencias”, declaró en una entrevista. Para Quincey, ese instante llegó casi al mismo tiempo que la oferta de Coca-Cola para incorporarse a su equipo, en 1996.
Su papel fue clave en la creación de Coca-Cola European Partners, la mayor embotelladora independiente por ingresos netos de la firma
Comenzó entonces su etapa en Atlanta como director de estrategia de aprendizaje para la división de América Latina. Tras dos años viviendo en la sede del grupo, se trasladó a México y posteriormente a Argentina. Estos cambios de residencia no fueron los primeros ni los últimos de su vida. Si desde niño había vivido en EE UU y Reino Unido, durante su etapa en Bain también se trasladó a Hong Kong. Una experiencia “interesante profesional y personalmente”, asegura, aunque para aprovechar estos traslados es necesario ir con la “mentalidad adecuada”. “Cada lugar en el mundo tiene cosas interesantes. Si conectas con ellos, puedes disfrutar de la vida, y lo mismo ocurre con tu familia”, manifestó en una publicación. Por entonces, sus dos hijos, fruto de su matrimonio con Jacqui, aún no habían nacido, pero sí han tenido que vivir los traslados posteriores.
En 2003, el londinense fue nombrado presidente de la división de Coca-Cola en Suramérica y sus decisiones fueron clave para el desarrollo y la ejecución de una exitosa estrategia de marca, que posteriormente se copió en otros lugares, según la empresa. Dos años más tarde, se convirtió en presidente de la división de México y logró aumentar la cuota de mercado del grupo y expandir el catálogo de productos de la firma con el lanzamiento de Coca-Cola Zero y la adquisición de la firma de zumos Jugos del Valle. Su éxito dependió, en gran medida, de ser bilingüe en castellano e inglés.
En 2008 se produjo su salto al Viejo Continente, al convertirse en presidente de la Unidad de Negocios del Noroeste de Europa y Países Nórdicos (NWEN). Su progreso a este lado del Atlántico no acabó ahí y en 2013 fue nombrado presidente del grupo Coca-Cola en Europa, la división más rentable de la firma. Durante este periodo, la marca expandió su portfolio de productos y mejoró su ejecución, lo que ayudó a consolidar el crecimiento del grupo y ampliar su posición de liderazgo por cuota de mercado entre las bebidas no alcohólicas. No obstante, la clave fue su participación en la creación de Coca-Cola European Partners, que ha obtenido un beneficio de 537 millones en los nueve primeros meses de 2016, un 10% más que hace un año, pese a la compleja comparación por tratarse entonces de tres firmas.
Finalmente, hace 20 meses se produjo su penúltimo ascenso, su nombramiento como presidente y director de operaciones de The Coca-Cola Company, con el objetivo de que Muhtar Kent se centrara en la estrategia a largo plazo de la firma y él, en las cuestiones del día a día. “Durante este año, Quincey ha demostrado un profundo conocimiento de la dinámica de nuestro negocio y de lo que es necesario para ganar en el mercado”, afirmó el pasado día 9 de diciembre el ya ex CEO, que mantendrá su cargo en el consejo de administración. Como parte de este conocimiento, el nuevo consejero delegado es consciente del gran reto al que se enfrenta Coca-Cola: la menor demanda de bebidas carbonatadas debido a la presión de Gobiernos y autoridades sanitarias para reducir las elevadas tasas de obesidad –en España se acaba de anunciar un impuesto a estos productos–. Aunque la firma ya ha comenzado a crear un catálogo de bebidas no carbonatadas y a disminuir la cantidad de azúcar de sus productos, el 70% de sus ventas aún provienen de la Coca-Cola tradicional. El británico tendrá que invertir esas proporciones.