Los defraudadores de la empresa están en casa
El 65% de las estafas que sufren las compañías proceden de empleados, sobre todo, de alto rango
El cibercrimen es ya la mayor preocupación de los directivos de empresas de todo el mundo. Así lo recogía el último informe Global CEO Outlook de KPMG, donde los ejecutivos encuestados reconocían que sus empresas no están del todo preparadas para afrontar esta cuestión. Al abordarla, el enfoque suele reducirse a los ataques que la organización puede recibir del exterior. Sin embargo, el riesgo de que una empresa sufra un fraude no depende tanto de los agentes externos como de sus propios empleados.
“Los avances tecnológicos están incrementando el número de fraudes en el seno de las empresas”, explicó esta mañana el socio responsable del área forense de KPMG en España, Fernando Cuñado, en la presentación del informe El perfil del defraudador, elaborado a partir del análisis de 760 casos de fraude empresarial en 78 países. Según este estudio, mientras los estafadores se sirven de la tecnología para cometer sus acciones, las empresas no la utilizan para prevenirlos:solo el 3% de los casos analizados fueron detectados a partir de análisis basados en ella. “La tecnología trabaja en las dos direcciones, pero sí es cierto que el defraudador va por delante de los controles que ponen en marcha las empresas”.
Esa ausencia de planificación interna es lo que motivó, en el 61% de los casos, la comisión de los fraudes, un porcentaje que se eleva al 72% en el caso de Europa. Y el estafador conoce esos agujeros negros de seguridad porque, según el estudio de KPMG, en la mayor parte de las ocasiones, el 65%, están cometidos por empleados. Pero no por cualquiera.
El perfil de este estafador a sueldo de la empresa es el de un hombre, de entre 36 y 45 años, que lleva más de seis años dentro de su compañía, lo que le convierte en un buen conocedor de sus fortalezas y de sus debilidades, y con el suficiente poder como para pasar por encima de los controles. En el 35% de las veces, son cargos ejecutivos o consejeros, y además, gozan de una buena reputación dentro de la empresa, tanto por sus compañeros como por sus superiores. “Una persona con una alta reputación tiene cuatro veces más de posibilidades de cometer un fraude. El defraudador conoce la organización y se sirve de ello para llevarlo a cabo”, describió Juan Mazarredo, director del área forense de KPMG.
En el 35% de los casos de fraude, estos son cometidos por cargos ejecutivos o consejeros
Los tipos de fraude más habituales son los de malversación de activos y la manipulación de informes financieros. Y el defraudador no actúa solo, sino que suele contar con ayuda interna o externa, lo que se conoce como fraude colusivo, con el fin de perjudicar a un tercero, que no es otro que la empresa. En al menos el 27% de las ocasiones, las estafas suponen unas pérdidas de alrededor un millón de euros, y según los expertos de KPMG, el hacerlo con ayuda eleva el daño que se comete. “Es muy importante conocer a fondo con quién estamos haciendo negocios. Preocuparnos por si nos relacionamos con empresas y personas honorables”, apuntó Fernando Cuñado. Otras recomendaciones son realizar análisis proactivos, con una apropiada gestión de riesgos de fraude, y utilizar la tecnología.
En el caso español, Cuñado explicó que las empresas del país “no tienen una tendencia mejor ni peor respecto al resto del mundo” en cuanto al fraude, y cree que hay una mayor sensibilización y una mayor tendencia a destapar estos casos que a ocultarlos para no tener problemas reputacionales.
Estafar solo por demostrar que se puede hacer
Pese a que el perfil más común del defraudador es el de un alto cargo, y por lo tanto, con una remuneración superior a la del resto de empleados de esa compañía, la avaricia es el motivo principal para cometer fraude en un 66% de las veces. La siguiente motivación, en un 27%, es la de demostrar que se puede hacer, y en un 13% es una consecuencia directa de una cultura corporativa que conduce a estas acciones.
“Las empresas que no hagan un esfuerzo en mitigar los riesgos de fraude estarán fuera del mercado en pocos años”, del área forense de KPMG. Las empresas más expuestas a este tipo de situaciones son las que pertenecen a los sectores financiero, distribución, petrolífero y gasístico, y de infraestructuras.