París recupera el margen derecho del Sena para el ocio
El tráfico de automóviles se ha reducido un 30%
La ciudad de París ya tiene un divertido nombre para los beneficiarios de su nueva iniciativa: les Parisculteurs, pero todavía no hay cosecha. El ayuntamiento ha prometido a los parisinos unas 30 hectáreas de cultivo para el año 2020, como parte de su nuevo plan de cultivar plantas y vegetales en 100 hectáreas en los tejados y fachadas, un tercio de los cuales serán designados para la producción de alimentos. Actualmente de moda, la agricultura urbana ahorra horas, incluso días, en el tiempo de transporte de los alimentos; reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que los tejados verdes absorben los rayos del sol en verano, lo que reduce la necesidad de aire acondicionado.
Poco a poco, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, está tratando de hacer la ciudad más verde. Está siguiendo los pasos de su predecesor, Bertrand Delanoë, pero con un enfoque más audaz. En septiembre, llevó las restricciones del tráfico en París un paso más allá, cerrando la autopista urbana que recorre la orilla derecha del río Sena. Los conductores no están contentos, los parisinos y los turistas están encantados de recuperar el margen derecho para actividades de paseo y ocio.
París está siguiendo lentamente el camino tomado por las ciudades del norte de Europa. Incluso la oposición de derecha, una vez tan opuesta a este tipo de políticas, ahora reconoce la necesidad de reducir la prevalencia del diésel en la ciudad. Y las empresas, pragmáticas como siempre, están llegando poco a poco a un acuerdo con las restricciones de los vehículos. Los camiones de entrega eléctricos se están expandiendo y la RATP, el operador de transporte público de propiedad estatal, está introduciendo gradualmente autobuses propulsados por electricidad o gas natural.
Poco a poco, los resultados se hacen visibles. Entre 2004 y 2014 hubo una disminución de un 9,2% en las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que equivale a 25,6 millones de toneladas, de acuerdo con los registros de carbono de la ciudad publicados en julio. El alcance del estudio es amplio, yendo tan lejos como para incluir el transporte aéreo parisino, que representa alrededor de una cuarta parte del total y que ha aumentado un 3% durante los últimos diez años. Este es el único revés digno de mención, junto con un aumento del 10% en las emisiones vinculadas a la alimentación, debido a la demografía. El transporte de mercancías es el sector que más ha contribuido a la reducción global, lo que representa una disminución del 18%, unos cinco millones de toneladas, aunque esto está probablemente más estrechamente relacionado con los efectos de la crisis financiera que con el reverdecimiento de la logística. La misma explicación se puede dar a la disminución del impacto del consumo de materias primas (la crisis de la industria de la construcción).
Las emisiones de los edificios han bajado en un 15%. El ayuntamiento de París atribuye este avance a las oficinas y negocios, así como a los hogares por haber reducido su consumo. Las políticas nacionales para promover la eficiencia energética, junto con el aumento de la disponibilidad de productos que ofrecen un mejor desempeño ambiental continúan ayudando a reducir las emisiones de los sistemas de calefacción, de iluminación y de los electrodomésticos de los hogares, en particular.
Desde 2001, la política de reducción de coches ha tenido un efecto claramente positivo sobre los contaminantes ya que las emisiones del transporte terrestre de pasajeros se han reducido en un 23%, o incluso 39% si se excluye la carretera de circunvalación de París. En diez años, el tráfico de automóviles en París ha disminuido en un 30% y el número de automóviles se ha reducido de 600.000 a 500.000. La mejora de la circulación de los autobuses debido a los carriles bus, y la instalación de un sistema de tranvía mejorado ha aumentado el rendimiento del transporte público en la capital.
Planes
A pesar de este progreso, los niveles de emisión en París no están cayendo lo suficientemente rápido. El Plan Climático y Energético de París 2012 había fijado el objetivo de reducir los niveles de gases de efecto invernadero en Francia en una cuarta parte entre 2004 y 2020. El ayuntamiento reconoce que tendrá que acelerar sus acciones. Su plan de urbanismo aprobado en julio ya ha endurecido las normas de rendimiento energético requerido de los nuevos edificios a un nivel más allá de la norma nacional, y la ciudad quiere seguir probando nuevas innovaciones. Se han identificado 170 edificios en los que se quiere instalar intercambiadores de calor para recuperar la energía de las aguas residuales. También se han sido identificados más de 100.000 metros cuadrados de tejados suficientemente soleados para paneles fotovoltaicos. Además, 100 puntos de energía geotérmica podrían ser explotados dentro de la propia ciudad de París. Incluso el agua del río Sena se utiliza para enfriar los edificios municipales.
Un experto en cuestiones climáticas a nivel municipal aplaude la disposición de la ciudad pero duda de su capacidad para tener éxito. Afirma que dos elementos que podrían contribuir significativamente a la reducción de las emisiones quedan fuera del ámbito administrativo de la ciudad. En primer lugar, el gran número de personas que viven en el este de París y que están haciendo largos desplazamientos diarios; un problema que podría solucionarse moviendo las oficinas hacia el este de la ciudad. En cuanto a la renovación térmica de edificios y viviendas, mientras que la ciudad de París está aumentando la ayuda financiera a las empresas de administración de propiedades y asociaciones de viviendas, la inversión no está despegando, sobre todo debido a los bajos precios de la energía. Sostiene que el Estado puede adoptar medidas coercitivas en este caso, mediante la imposición de requisitos de renovación antes de la venta, por ejemplo.
Sin embargo, esto no es suficiente para desalentar a Anne Hidalgo, que acaba de asumir la presidencia del Grupo de Liderazgo Climático C40, una organización compuesta por alcaldes de las grandes ciudades dedicadas a la lucha contra el calentamiento global, y ha pasado un año desde que la ciudad fuera sede de la cumbre sobre el clima a finales de 2015. El foco de atención ‘verde’ se centra en la ciudad de París, que ahora debe trabajar acelerando los avances para que se reflejen en los resultados a medio plazo.