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Tribuna
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Un Silicon Valley chino

El país asiático muta a un modelo que prioriza el sector servicios y el consumo interior

China impulsó las reformas económicas creando, en 1980, cuatro zonas económicas especiales en las provincias costeras, la principal en Shenzhen (provincia de Guangdong), ciudad vecina de Hong Kong. Se convirtió pronto en la gran fábrica del mundo gracias a la atracción de las inversiones extranjeras, que fueron instrumentos clave para modernizar la estructura económica del país, acceder gradualmente y, si era preciso, apropiarse de una tecnología más avanzada y de las capacidades técnicas para utilizarla adecuadamente.

Décadas después, China es la segunda economía mundial y vuelve a mutar su piel transitando desde un modelo económico basado en el sector industrial exportador a otro que prioriza el sector servicios y el consumo interior. Se convierte, con matices, en una nueva defensora de los derechos de la propiedad industrial e intelectual para proteger a sus empresas multinacionales tecnológicas que ya compiten, dentro de China o en los mercados exteriores, con otras marcas occidentales y asiáticas. Se pasa del tradicional made in China al creado o innovado en China.

China está en vías de convertirse en una potencia innovadora en varios sectores punta de alto valor añadido. Las provincias costeras vuelven a rivalizar para atraer a las nuevas startups, ahora chinas, que se instalan en los flamantes parques tecnológicos y científicos que aspiran a llegar a ser los nuevos Silicon Valley orientales. Los principales centros de I+D se sitúan en Pekín, Shanghái, Hangzhou, Chengdu, etc. Destaca otra vez Shenzhen, donde los productos tecnológicos representaron en 2015 el 66,2% del total del valor añadido industrial de la ciudad. Allí, Frank Wrang, de 35 años, fundó en 2006 la empresa Da-Jiang Innovation (DJI), comercializó su primer dron civil en 2013 y hoy copa el 70% del mercado mundial.

Muy cerca, en Dongguan, están instaladas las tres principales marcas chinas: Huawei, Oppo y Vivo, que ocupan el tercer, cuarto y quinto puesto de fabricantes mundiales de smartphones, tras la surcoreana Samsung y la estadounidense Apple, en los dos primeros lugares. Hoy, son aquellas marcas las que deben protegerse de otros avispados fabricantes chinos que aún tienden a copiar lo ajeno. La provincia de Guangdong sigue representando una cuarta parte de las exportaciones chinas. Pero muchas empresas que perdieron competitividad a medida que subían los coste salariares cierran sus fábricas, otras se trasladan hacia otras provincias interiores del país o deslocalizan hacia otros países del sudeste asiático, como Vietnam y Bangladés. Y las que permanecen abiertas robotizan total o parcialmente la producción.

El Gobierno chino impulsa la innovación aportando cuantiosos fondos públicos para apoyar el surgimiento de las startups y una nueva generación de jóvenes emprendedores con talento, conectados con las mejores universidades chinas. Pekín no tiene reparos en tomar las medidas proteccionistas necesarias para favorecer sus marcas mientras dificultan que las extranjeras penetren en el apetitoso colosal mercado interior chino de más de 1.350 millones de personas, la mayoría viviendo en las zonas urbanas. Pekín controla, por razones políticas, un sector que considera estratégico. En febrero prohibió a las empresas extranjeras producir contenidos para internet. Se han cerrado las puertas a gigantes estadounidenses como Gmail, Facebook y Twitter. Y Apple afronta crecientes dificultades en China, su segundo gran mercado en cifra de negocios tras el estadounidense. Y observa cómo Huawei, Xiaomi, Oppo y ZTE van ganando cuota vendiendo sus smartphones de cada vez mejor calidad a precios muy competitivos.

"El Gobierno impulsa la innovación con fondos públicos para apoyar a ‘startups’ y a jóvenes"

Una vez controlado y protegido el mercado chino, Pekín ambiciona que sus marcas compitan en los mercados exteriores. Se consideran capaces de desafiar el predominio mundial de EE UU mientras una Europa envejecida va a menos con un mercado interior que se fragmentará con el brexit. Las empresas chinas como Alibaba, Tencent y Baidu seguirán con su prudente estrategia de ir avanzando gradualmente siguiendo el proverbio chino de ir cruzando el río tanteando las piedras.

China necesitará más tiempo para desafiar seriamente a EE UU, que cuenta con los mejores centros de I+D y universidades del mundo. No está aún en condiciones de plantar cara al Silicon Valley californiano que, desde hace tres décadas, lidera el high-tech global respaldado por importantes fondos de inversión dispuestos a financiar a las grandes empresas tecnológicas como Google y Facebook que siguen expandiéndose, ahora en los países emergentes y en vías de desarrollo.

Jaume Giné Daví es profesor de Esade Law School.

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