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Emprendedores

Crowdcube lleva a Londres a las ‘startups’ españolas

Tras la primera, protagonizada por Wave, la plataforma de inversión colectiva prepara dos nuevas rondas de financiación transfronterizas.

Pepe Borrell, director de la filial de Crowdcube en España, durante la entrevista con Cinco Días.
Pepe Borrell, director de la filial de Crowdcube en España, durante la entrevista con Cinco Días.Pablo Monge (Cinco Días)

Crowdcube, la plataforma en la que emprendedores pueden reunir capital semilla de muchos pequeños inversores a través de internet, tiene dos webs, una para el mercado británico y otra para el nacional. Pero hace poco, esa frontera desapareció.

Wave, una app que permite ubicar en tiempo real a los amigos a través de un mapa privado, se convirtió en la primera startup española en conseguir fondos extranjeros a través del sitio británico de Crowdcube.

La operación, en la que Wave juntó casi un millón de euros de 650 inversores institucionales, el 75% de ellos británico, fue posible gracias a una nueva estructura legal diseñada por Crowdcube que simplifica los pasos necesarios para que sociedades limitadas españolas puedan financiarse de inversores extranjeros.

El sistema consiste en nombrar un representante legal que actúa a favor de estos y protege sus derechos como accionistas.

La estructura se basa en la firma de un contrato de fideicomiso en virtud del cual cualquier inversor internacional puede adquirir participaciones de una empresa (es el titular de las acciones y tiene todos los derechos económicos garantizados), pero estará representado por un tercero.

De este modo, la compañía puede llegar a tener miles de inversores, aunque en el capital y en su documentación societaria figurará un único nombre, el de este representante. El fideicomisario es el mismo Crowdcube.

Solo en 2015, la web canalizó 2,4 millones de euros para 16 empresas españolas

Tras el éxito de la transacción de Wave, la plataforma prepara ahora dos nuevas rondas de financiación basadas en este modelo que se publicarán en noviembre y diciembre.

“Esperamos que las operaciones transfronterizas supongan más del 50% de nuestra actividad en España en 2017, ya que Londres cuenta con el ecosistema de inversores más grande de Europa y nuestra visión es que las empresas españolas tengan acceso a él de modo totalmente online”, dice Pepe Borrell, director de la filial de Crowdcube, en entrevista con Cinco Días.

Este es uno de los varios proyectos en los que están enfrascados Borrell y su equipo con sede en Barcelona. Borrell, de 31 años, trajo Crowdcube a España por medio de una asociación a partes iguales con la matriz británica. Esta, sin embargo, compró después el 100% de la filial, que a raíz del brexit se ha convertido en la oficina central en Europa.

En cinco años de actividades, Crowdcube ha financiado en Reino Unido a 450 compañías por valor de 220 millones de euros. En España, donde lleva dos años, ha publicado 52 campañas, de las que se han cerrado 31. “Las que no lo han conseguido es porque no tenían claro su plan de negocio o no tenían buenos equipos. La decisión final es del inversor. Nosotros no podemos decirles inviertan aquí o allá”, aclara.

Borrell advierte que conseguir financiación a través de Crowdcube requiere planificación, preparación y estar dispuesto a proporcionar información a los inversores. "A los españoles les cuesta mucho ser transparentes y dar toda la información porque creen que les van a robar la idea, cuando en realidad esta es lo de menos, lo que importa es la ejecución", sostiene.

En cuanto a los criterios seguidos por la plataforma para elegir a las empresas, refiere que la principal criba es el nivel de endeudamiento. "No puedes pedir capital si estás muy endeudado", mantiene. "Muchos no lo hacen en el momento adecuado y también hay muchos proyectos que están en etapas muy iniciales, con los que nosotros ya no trabajamos, porque los inversores están más interesados en empresas que estén facturando y que hayan probado su modelo de negocio", precisa.

"También nos fijamos mucho en la experiencia del equipo", añade. "La preparación de la ronda toma entre tres y cuatro semanas. Tenemos un departamento legal que revisa la documentación", indica. 

Solo en 2015, la versión española del sitio canalizó 2,4 millones para 16 startups. La firma, que en julio pasado recibió la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, cobra a la empresa una comisión media del 5% sobre el total recaudado en la ronda.

El otro gran proyecto de Crowdcube es crear un mercado secundario de startups donde inversores que hayan comprado acciones en este tipo de empresas puedan venderlas a otros inversores a través de ella. “Estamos desarrollando la tecnología para poder ofrecer este servicio, pero esperamos que en 2018 podamos tener un primer caso exitoso”, afirma.

Pepe Borrell, director de la filial de Crowdcube en España.
Pepe Borrell, director de la filial de Crowdcube en España.

Para financiar este y otros planes, Crowdcube efectuó en julio una ampliación de capital, para lo cual –“como no podía ser de otra manera”– celebró una ronda en su sitio británico. Concurrieron más de 3.500 inversores que aportaron 9,3 millones a cambio del 12% de las acciones. Entre ellos destacó el fondo Balderton Capital, que contribuyó con 1,2 millones.

"Por ahora, esta ha sido la ronda de financiación más grande realizada a través de una plataforma de crowdfunding. Para llevarla a cabo, tuvimos que preparar un folleto informativo de 160 páginas que debió ser aprobado por la Comisión Nacional de Mercados y Valores inglesa (FCA) y traducido a más de 30 idiomas", destaca.

En Reino Unido el crowdfunding lleva años regulado, mientras que en España se legisló por primera vez sobre esta materia en abril de 2015, con la publicación de la Ley de Fomento de la Financiación Empresarial, que en su título quinto establece un régimen jurídico para las plataformas de financiación participativa.

"Estamos entre los primeros países que ha regulado el crowdfunding en Europa y solo por ese hecho ya es positivo. La ley aporta transparencia a un sector que podría haber crecido sin regulación en un país donde hemos tenido algunos escándalos financieros importantes", comenta Borrell.

No obstante, hubiese deseado que la norma contemple más tipos de inversores y no solo dos: acreditados (profesionales) y no acreditados (particulares). "En Reino Unido hay cuatro tipos: los no acreditados, los inversores con altos patrimonios –aquellos que tienen más de 200.000 pounds en patrimonio y cobran más de 50.000 pounds al año–, los que contratan a una firma de asesoramiento financiero para que los guíe en sus inversiones y los acreditados. De este modo se abre más el abanico", defiende.

Borrell no está de acuerdo tampoco con el criterio usado en España para distinguir entre inversores profesionales y particulares. De acuerdo con la ley, un inversor no acreditado es aquel que percibe menos de 50.000 euros brutos al año o tiene un patrimonio neto inferior a los 100.000 euros. "Con esto, lo que el legislador nos está diciendo es que la persona que no tiene mucho dinero no tiene conocimientos financieros, lo cual no es cierto. Yo gano menos de 50.000 euros al año, pero tengo conocimientos y sé dónde invertir mi dinero", subraya.

En cambio, valora como positivo que el Gobierno haya ampliado el límite para las empresas que buscan financiación a través del crowdfunding, ya que en el borrador de la ley, estas no podían solicitar más de dos millones de euros por ronda. Después de que las plataformas presentaran sus alegaciones, el tope se amplió a cinco millones, siempre y cuando todos los participantes sean inversores profesionales.

"Si entendemos el mercado de capitales como una evolución lineal, en la que lo típico es que una compañía empiece recurriendo al capital semilla y acabe cotizando en la Bolsa, tiene sentido que nosotros abarquemos todo lo que quede por debajo del MAB (Mercado Alternativo Bursátil), donde la cantidad mínima que puede solicitar una pyme son cinco millones", explica.

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